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El diafragma es un músculo que separa los pulmones del estómago. Cuando respiramos, nuestros pulmones se llenan de aire y empujan el diafragma hacia abajo, lo que permite que el abdomen se expanda. En la exhalación el abdomen vuelve hacia dentro de una forma natural (sin empujar) y el diafragma vuelve a su situación normal.
Podemos hacer una respiración correcta en tres niveles, abdomen bajo, abdomen medio y pecho.
Cuando inhalamos, primero tenemos que llenar con aire el abdomen bajo, luego el abdomen medio y por último el pecho. Cuando exhalamos, el aire del pecho sale primero, luego el aire del abdomen medio y por último el aire del abdomen bajo. Físicamente empujamos el abdomen fuera cuando inhalamos y lo entramos cuando exhalamos –cuando respiramos adecuadamente, el abdomen se relaja espontáneamente al exhalar.
Con la inhalación ocurre algo parecido a llenar un vaso de agua. Lo que llenamos primero es el fondo del vaso (abdomen bajo) luego la mitad del vaso (abdomen medio) y por último la parte de arriba (pecho). Cuando bebemos el vaso de agua (exhalación). Primero bebemos el agua del tope (pecho); enseguida el agua que hay en la mitad del vaso (abdomen medio), y por último el agua del fondo (abdomen bajo).
Debido al estrés de nuestra vida habitual, respiramos inadecuadamente, lo que afecta nuestros cuerpos y nuestra función mental.
Si ponemos nuestra atención en empujar el estómago hacia afuera al respirar beneficiamos nuestro organismo.
Nuestro cerebro se coordina con nuestra respiración. Si logramos respirar de 1 a 4 veces por minuto podemos entrar en el llamado “estado meditativo” –la frecuencia normal de la respiración es de 14 respiraciones por minuto en reposo. Una inhalación y una exhalación se cuentan como uno. Respiramos lento, largo y profundo, en la inhalación y en la espiración.
Podemos aprender a respirar rítmicamente practicando esta inhalación (inspiración) y exhalación (espiración). La capacidad de nuestros pulmones aumenta y como consecuencia nuestras mentes entran en un estado de sosiego mayor.
Adquirimos pericia cuando aprendemos a exhalar lentamente. La inhalación es más sencilla: nos llenamos de aire y aguantamos. La exhalación es más difícil porque tenemos prisa en echar afuera el aire e inhalar de nuevo lo más rápido posible. Cuando dominamos esta urgencia habitual, podemos sentir más calma y equilibrio, lo que puede acercarnos a un estado de atención más consciente y autónomo.
ATENCIÓN EN LA RESPIRACIÓN
Respiramos eficientemente
cuando empujamos el abdomen hacia fuera en la inhalación,
y lo volvemos hacia adentro en la exhalación.
El diafragma es un músculo que separa los pulmones del estómago. Cuando respiramos, nuestros pulmones se llenan de aire y empujan el diafragma hacia abajo, lo que permite que el abdomen se expanda. En la exhalación el abdomen vuelve hacia dentro de una forma natural (sin empujar) y el diafragma vuelve a su situación normal.
Podemos hacer una respiración correcta en tres niveles, abdomen bajo, abdomen medio y pecho.
Cuando inhalamos, primero tenemos que llenar con aire el abdomen bajo, luego el abdomen medio y por último el pecho. Cuando exhalamos, el aire del pecho sale primero, luego el aire del abdomen medio y por último el aire del abdomen bajo. Físicamente empujamos el abdomen fuera cuando inhalamos y lo entramos cuando exhalamos –cuando respiramos adecuadamente, el abdomen se relaja espontáneamente al exhalar.
Con la inhalación ocurre algo parecido a llenar un vaso de agua. Lo que llenamos primero es el fondo del vaso (abdomen bajo) luego la mitad del vaso (abdomen medio) y por último la parte de arriba (pecho). Cuando bebemos el vaso de agua (exhalación). Primero bebemos el agua del tope (pecho); enseguida el agua que hay en la mitad del vaso (abdomen medio), y por último el agua del fondo (abdomen bajo).
Debido al estrés de nuestra vida habitual, respiramos inadecuadamente, lo que afecta nuestros cuerpos y nuestra función mental.
Si ponemos nuestra atención en empujar el estómago hacia afuera al respirar beneficiamos nuestro organismo.
Nuestro cerebro se coordina con nuestra respiración. Si logramos respirar de 1 a 4 veces por minuto podemos entrar en el llamado “estado meditativo” –la frecuencia normal de la respiración es de 14 respiraciones por minuto en reposo. Una inhalación y una exhalación se cuentan como uno. Respiramos lento, largo y profundo, en la inhalación y en la espiración.
Podemos aprender a respirar rítmicamente practicando esta inhalación (inspiración) y exhalación (espiración). La capacidad de nuestros pulmones aumenta y como consecuencia nuestras mentes entran en un estado de sosiego mayor.
Adquirimos pericia cuando aprendemos a exhalar lentamente. La inhalación es más sencilla: nos llenamos de aire y aguantamos. La exhalación es más difícil porque tenemos prisa en echar afuera el aire e inhalar de nuevo lo más rápido posible. Cuando dominamos esta urgencia habitual, podemos sentir más calma y equilibrio, lo que puede acercarnos a un estado de atención más consciente y autónomo.
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