EL JUEGO DE LA VIDA
¿Cuáles son algunas de las características
de un juego?
A) Cada
jugador debe conocer exactamente su posición, papel y responsabilidades.
B) Cada
jugador debe conocer la posición exacta, el papel y las responsabilidades de
los demás en su equipo.
C) Normalmente
hay un equipo de jugadores; cada miembro del equipo necesita cooperar
completamente con el otro, de lo contrario no puede haber victoria.
D) Cada jugador debe
conocer la meta y el objetivo del juego.
E) No hay dos
jugadores en un equipo que tengan exactamente la misma función.
F) Hay leyes y
reglas para cada juego. Romper o desafiar una regla en particular supone una
penalización, una pérdida de algún tipo.
G) A menudo los
juegos tienen un árbitro, alguien que no está jugando pero que observa el juego
asegurándose de que se juega de acuerdo a las reglas.
H) Se necesita mucho
entrenamiento para perfeccionar el arte del juego y, en particular, el papel de
uno dentro del juego.
La vida humana es similar
a un juego. Cada persona es un jugador que tiene un papel específico que
desempeñar. Cuando hay el reconocimiento del ser o autoconocimiento de mi papel
entonces puedo jugar correctamente en el juego de la vida, es decir, con
satisfacción, propósito y éxito. El éxito me da felicidad y realización, así,
mis interacciones con los demás son positivas y no están llenas de negatividad
como la ira, desconfianza, celos egoísmo...
Otra imagen que también
podemos utilizar para describir la vida humana es la de un teatro. La vida es
una obra de teatro y cada ser humano es un actor que interpreta su papel.
La esencia del tema, sea
que veamos la vida como un juego o como una obra, es que cada uno debe
conocerse a sí mismo y su papel, de lo contrario las interacciones, es decir,
las relaciones con los demás son confusas y alteradas. También, para una
interacción correcta con los demás jugadores, necesito conocer qué es lo que
son y cuál es su papel; necesito valorar y respetar, eso si queremos
relacionarnos los unos con los otros con facilidad, flexibilidad y tolerancia.
También dijimos que dos
jugadores de un equipo o dos actores no pueden tener exactamente la misma parte
que interpretar. Esto también es una regla para la vida: cada uno de nosotros
es un individuo único interpretando un papel único. Si yo no entiendo, valoro o
aprecio mi propio papel, entonces me comparo a mí mismo con los demás y
desarrollo un tipo de pensamientos y hábitos negativos, tales como culpar a los
demás por mi propia falta de felicidad o paz, sentir celos y competitividad,
incluso desarrollar complejos de inferioridad y depresión. Cando estas
actitudes entran en la conciencia, significa que otra regla o ley básica del
juego de la vida ha sido olvidada, que es: cada persona tiene en el juego tiene
su papel distinto e individual a interpretar, al igual que yo. Cuando nos
olvidamos de nosotros mismos, fácilmente nos olvidamos de esta regla. El
resultado es que una observación excesiva de los demás así como juzgarlos
provoca una “crisis de identidad” dentro del ser. “Debería ser yo así; debería
hablar como éste, debería...”
Yo soy yo mismo; debo aprender
el arte del autoconocimiento. A partir de este primer paso al interior del ser
se inician unas relaciones sanas con los demás.
Por supuesto, aunque uno
necesita apreciar y valorar al ser, no debería haber ego: “Soy esto, soy eso,
tengo este talento, esta posición social, etc. etc.” Tal ego, que está basado
en un entendimiento limitado del ser, significa perder el juego. Tal falta de
autoconocimiento significa que no puedo jugar con precisión, facilidad ni
éxito.
Los objetivos más
importantes de la vida son las experiencias del amor y la felicidad; una
persona egoísta nunca puede experimentar estas cualidades porque el amor,
respeto y felicidad sólo pueden ser dados libremente desde los corazones de los
demás, no pueden pedirse o tener expectativas sobre ellos. Una persona con
complejo de inferioridad ni puede ganar el amor ni el respeto de los demás,
sólo pena o compasión en el mejor de los casos.
Para ir más allá del sentido de superioridad e inferioridad hay otra regla:
“Nunca pensar que yo soy todo, nunca pensar que no soy nada”. Mantener
siempre reconocimiento de que existo, por lo tanto tengo algún valor y sea lo
que sea tengo que permitir desarrollarme y así utilizar de manera altruista
para el beneficio de los demás. Esta actitud automáticamente trae consigo
felicidad y beneficio para el ser. Lo que se comparte es lo que tiene valor.
La libertad es un
ingrediente esencial para experimentar felicidad. Cuando hay un amor y respeto
verdaderos por los demás, automáticamente tal persona utiliza su libertad con
un sentido de responsabilidad; sabe no infringir los derechos de otros porque estos
también tienen derechos, tienen un papel que interpretar, tiene un valor y por
encima de todo, también tienen un derecho a la libertad.
Una persona irresponsable
nunca es libre; irresponsable significa el que usa mal su propia libertad o
restringe la libertad de los demás debido al egoísmo o al ego. Tal persona
nunca es libre ella misma porque siempre tiene que pagar el efecto de tal
actitud y tales acciones. Las consecuencias pueden ser en forma de soledad,
falta de amor, vacío interior, depresión...
La libertad y la
responsabilidad son las dos caras de una moneda y son absolutamente
inseparable. Es una regla fundamental de todas las relaciones e interacciones
humanas. En otras palabras es la ley del karma, que enunciada de una forma
sencilla dice que por cada acción hay una reacción igual y opuesta. Opuesta
significa opuesta en dirección. Lo que yo doy a los demás sea bueno o malo, es
lo que recibiré. Somos libres de elegir, pero cada elección que hago lleva
consigo una responsabilidad personal y unas consecuencias.
¿Cómo puedo interpretar
el juego de la vida con éxito, interactuando con los demás con positividad
mediante el hecho de mantener tanto mi auto respeto como el respeto a los
demás?
El primer paso, como se
ha mencionado, es conocer ¿Quién soy yo? y ¿Cuál es mi papel?
Sin autoconocimiento
preciso el juego está ciertamente perdido.
Hemos hablado en tres
cursos previos de un punto de energía y de la mente, intelecto e impresiones.
Ahora voy a entender que yo soy este punto de energía eterna al que se le llama
alma, que expresa mente, intelecto e impresiones, las tres energías que
constituyen la conciencia humana. ¿Quién soy yo? Soy un ser eterno, pienso,
decido, siento, actúo. Yo soy un alma, un actor dentro de este traje físico el
cuerpo y estoy interpretando mi papel, en el escenario del mundo. Yo no soy
este traje de materia sino que lo utilizo y lo necesito para interpretar mi
papel.
Cuando me entiendo a mí
mismo como un ser eterno, entiendo que tengo recursos de energía eternos en mi
interior, es decir, paz, amor, felicidad, verdad. Puesto que soy eterno y tengo
cualidades eternas, no importa cuán escondidas pueda parecer que están,
entonces entiendo que las demás personas son lo mismo.
Nosotros, como actores
eternos, estamos en un juego, juntos en esta obra. Con esta conciencia de mi
individualidad y del respeto por la individualidad eterna de los demás, el
juego de la vida puede jugarse correctamente, con armonía.
Sin embargo, cuando me
hago “consciente del traje” me siento como que si fuera solo el cuerpo, eso
crea actitudes y emociones negativas tales como el odio, los celos, los
complejos de superioridad o inferioridad, el ego...
Así que cuando el actor o
jugador pierde su verdadera identidad, entonces las interacciones con los demás
se vuelven confusas, negativas y le cansan. Volver a jugar el juego de la vida
correctamente significa que la paz y la armonía reinarán en el individuo y a
nivel global. Todos queremos paz pero necesitamos estabilizarnos en el punto
correcto y este es el interior del ser. Necesito volver a la identidad
original, donde todos somos lo mismo: puntos de luz eterna, seres individuales,
todos tenemos un derecho a estar aquí.
Con este conocimiento del
ser eterno, uno desarrolla una gran fortaleza interior y con ella es capaz de
superar muchos obstáculos y negatividades de la vida. Cuando más estable estoy
en mi autoconocimiento más fácil es para mí ser tolerante, flexible y paciente.
El éxito de mi papel en el juego de la vida depende de esto.
Ahora, en el ejercicio de
silencio, podemos practicar el ver, entender y experimentar el ser como un ser
eterno con recursos interiores eternos.
EJERCICIO DE SILENCIO
Utilizaremos la expresión “Om Shanti” para
ayudarnos a enfocarnos y concentrarnos.
Om significa soy un alma
Om Shanti: soy un alma de paz
Esta alocución, realmente, es un
pensamiento
que podemos mantener de forma firme en
nuestra mente.
Cuando tal pensamiento positivo se mantiene
con firmeza
uno es capaz de obtener poder de él.
Relajémonos y empecemos:
“Suavemente me concentro en el centro de la
frente.
A medida que me concentro
me veo a mí mismo como un punto de energía,
un punto de luz pura.
Soy energía
y dentro de esta energía
hay muchas cualidades.
La cualidad más poderosa de todas es la
paz:
Om Shanti,
soy un alma,
un ser de paz.
Me concentro suavemente en este
pensamiento:
Om Shanti,
y experimento mi estado original de paz
eterna.
Om Shanti,
soy un alma llena de paz,
soy un punto de luz, de energía.
Con concentración
voy a lo profundo de mí
y absorbo este poder de la paz.
En silencio,
permanezco absorto en este pensamiento
de Om Shanti,
de paz pura y eterna.
¡Om Shanti!”.
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*Extracto del libro “El potencial del
pensamiento positivo” -Lección 4. El juego de la vida- de Anthony Strano,
nacido en Australia, con título en educación de la Universidad Macquarie de
Sydney. Vinculado a la Universidad Espiritual Brahma Kumaris como alumno y profesor
desde 1977. Actualmente es el director de ese centro filosófico en Hungría y
Turquía.
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Otras ideas de vida en:
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