EL
ARTE DE DOMINAR UNA TEMPESTAD
Thich Nhat Hanh
[Segunda parte de “Ser libres allí donde
estéis”, enseñanza dada por Thây en el centro correccional de Maryland, Estados
Unidos, el 16 de octubre de 1999]¨.
Sabemos que una emoción
no es más que una emoción. Llega y permanece un momento y después deberá
partir, como una tempestad. Una tempestad llega, queda un momento y deberá
partir. No debemos morir a causa de una emoción, nosotros somos verdaderamente
más grandes que una emoción, verdaderamente, verdaderamente más. Entonces,
cuando sintáis que la emoción va a manifestarse, que llega, es muy importante
que os instaléis en una posición sentada, una posición bien estable, como yo
estoy ahora.
Incluso podéis acostaros,
es también una posición muy estable, y dirigís vuestra atención a vuestro
vientre y estáis atentos a sentir vuestro vientre elevarse y descender.
Respiráis profundamente y concentráis toda vuestra atención a sentir vuestro
vientre elevarse y descender. En posición sentada, como yo estoy, yo diría que
el nivel de mi cabeza es el remate del árbol. No me quedaré aquí, desplazaré mi
atención hacia abajo, hacia el tronco del árbol que está justo debajo del
ombligo.
Sabéis que es peligroso
quedarse en el ojo de la tempestad. El ojo de la tempestad está en la cabeza,
entonces descended hasta debajo del nivel del ombligo y comenzad a practicar la
respiración en plena conciencia, inspirad y espirad profundamente y concentrad
toda vuestra atención sobre vuestro abdomen que se eleva y desciende.
Podéis practicar así
durante diez, quince o veinte minutos y veréis que estáis fuertes, lo bastante
fuertes para resistir a la tempestad. En la posición sentada o acostada, engancharos
a vuestra respiración como una persona se engancha a su chaleco salvavidas en
la mitad del océano y os daréis cuenta que sois lo bastante fuertes para
resistir a la emoción y un poco más tarde esta emoción partirá. Durante este
momento de respiración, podéis observar que una emoción no es más que una
emoción y que vosotros sois mucho, mucho más que una emoción. Una emoción es
algo impermanente.
Viene, permanece un
momento y se irá. Estaréis asombrados al constatar que sois capaces de resistir
a una emoción sólo practicando la respiración en la plena conciencia y
concentrándoos en el movimiento de vuestro abdomen que se eleva y desciende.
Puede que hayáis tenido el deseo de decir a un amigo o a vuestros hijos, si los
tenéis, cómo practicar. Conozco a mamás que ayudan a sus hijos a practicar así.
Ellas tienen la mano de
su hijo y dicen: “Querido mío, respira conmigo. Inspirando, soy consciente de
que mi abdomen se eleva. Espirando, soy consciente que mi abdomen desciende”. Y
ellas guían al niño respirando como ellas utilizando esta emoción. Si
practicáis así, seréis capaces de generar la energía de la estabilidad y cuando
tendáis la mano a otra persona, le transmitiréis la energía de vuestra
estabilidad y la ayudaréis a practicar como vosotros a fin de atravesar la zona
de la tempestad. Es muy eficaz, pero, por favor, recordad una cosa: no esperéis
a tener una gran emoción para practicar porque si esperáis, olvidaréis la
práctica. Es preciso practicar ahora.
Hoy estáis bien; no os
resentís de una gran emoción. Es el buen momento para aprender a practicar,
para comenzar la práctica. Y si lo hacéis durante tres semanas, veintiún días,
esto se convertirá en un hábito. Practicad diez minutos por día y cuando la
emoción llegue, recordaréis la práctica de forma natural. Sentaros y practicad
la inspiración y la espiración y concentrad vuestra atención sobre vuestro
vientre y si una vez os llega una emoción, tendréis confianza en la práctica y
diréis a vuestra emoción: “De acuerdo, si vuelves, actuaré de la misma manera”.
No habrá miedo en vosotros, porque sabéis que podéis hacerlo. Practicad
regularmente, habrá muchos efectos positivos en vosotros, en vuestra salud, y
si enseñáis a otra persona como practicar, a vuestro hermano, vuestra hermana o
vuestro hijo, esto puede ayudar a salvarle la vida en el futuro. En nuestros
días, muchos jóvenes no saben curar sus emociones y el número de personas que
se suicidan a causa de sus emociones es muy elevado. Es un ejercicio simple,
pero muy importante. Cuando estáis tan airados que la desesperación parece tan
grande, que vuestro miedo está tan vivo, acordaros, por favor, de practicar. Os
aconsejaría comenzar hoy, en la posición sentada, donde estéis, y practicar
durante diez o quince minutos y hacer lo mismo mañana, y en tres semanas, esto
se hará un hábito y si no practicáis, sentiréis que algo se os escapa, que os
falla algo. Vuestra práctica os aportará mucho bienestar, mucha estabilidad y
eso es la mejor protección que os podéis aportar a vosotros mismos. Pienso siempre
que la energía de la plena conciencia es la energía del Buda, la energía de
Dios, del Espíritu Santo, que puede protegernos en todo instante y que está en
nosotros, en nuestro interior. Cada vez que tocáis la simiente de la plena
conciencia y que practicáis la respiración consciente, la energía de Dios, la
energía del Buda, está allí para protegeros. Ella nos ayuda a no decir o a no
hacer las cosas que no queremos decir ni hacer.
SONREÍD A VUESTRA ENERGÍA
DEL HÁBITO
Existe en cada uno de
nosotros una energía muy fuerte llamada la energía del hábito.
“Vasana” es una
palabra sánscrita que significa “energía del hábito”. Cada uno de nosotros
tiene en él las energías del hábito y ellas nos obligan a hacer las cosas que
no queremos hacer; nos obligan a decir las cosas que no queremos decir y que
provocaron mucho daño en nosotros mismos, en otras personas y en nuestras
relaciones.
Vuestra inteligencia está lo bastante desarrollada como para
deciros que, si hacéis esto, crearéis sufrimiento; si decís esto, crearéis
sufrimiento, y a pesar de todo, lo hacéis, lo decís. Después de haberlo hecho o
dicho, el mal queda hecho y lo lamentáis. Os golpeáis el pecho, os arrancáis
los cabellos, decís: “La próxima vez, no haré ni diré nada parecido”. Sois muy
honestos, sois muy sinceros. Pero la próxima vez, cuando la situación se
presente, volveréis a hacer lo mismo, volveréis a decir lo mismo; y esto es la
energía del hábito. Esta energía del hábito puede haberos sido transmitida por
vuestros padres o ancestros y es por esto que la respiración en plena
conciencia os ayuda a reconocer esta energía cuando os invade. Es muy
importante. No hay que combatir esta energía del hábito; es suficiente
reconocerla como a ella misma y sonreírla. Así está muy bien: “Hola, mi energía
del hábito, sé que estás ahí, no me puedes hacer nada”. Y le sonreís y entonces
sois libres. Es una protección maravillosa y es por esto que digo que la plena
conciencia es la energía de Dios, la energía del Buda que nos protege. Cada
día, practicamos un poco de caminar en plena conciencia, de respiración en
plena conciencia y tenemos esta energía para nosotros, esta energía que nos
protege. Es muy importante. Cuando la energía del hábito comienza a
manifestarse, continuad simplemente respirando, reconocedla y decid: “Hola, mi
energía del hábito, sé que estás ahí. Soy libre. No vas a obligarme a hacer lo
que no quiero hacer. No vas a obligarme a decir lo que no quiero decir.”
Y ahora reaccionáis de manera diferente. Creáis una buena “energía del hábito”
para reemplazar la mala energía del hábito y nuestra relación con la o las
otras personas es muy importante para nuestra felicidad. A veces somos
desconsiderados a causa de la energía del hábito. Deberíamos tratarnos con
mucho respeto, mucha ternura y compasión. Es muy importante tratar a nuestro
cuerpo con el más grande respeto, con comprensión, con compasión. Si sabéis
cómo tratar vuestro cuerpo y vuestros sentimientos con tal respeto, seréis
también capaces de tratar a otra persona con el mismo respeto y es de esta
manera que construiremos la paz. Creamos la libertad y la liberación y la
felicidad en el mundo y cada uno de nosotros puede hacerlo. Esto no exige más
que un pequeño entrenamiento y si tenéis un amigo que conozca la práctica,
tenéis muchas oportunidades de sosteneros mutuamente, cultivando cada vez más
esta energía llamada plena conciencia, caminar en plena conciencia, respirar en
plena conciencia, comer en plena conciencia. Cada instante de nuestra vida
cotidiana puede ser utilizado para cultivar la plena conciencia, la energía del
Buda, la energía de Dios llamada Espíritu Santo. Donde quiera que se encuentre
el Espíritu Santo hay entendimiento, hay perdón, hay compasión. La energía de
la plena conciencia es de la misma naturaleza. Si sabéis cómo producir la
energía de la plena conciencia, os volvéis verdaderamente presentes,
verdaderamente vivos. Sois capaces de comprender la situación, de experimentar
la compasión, y esto lo cambiará todo.
¿Habéis llegado a estar loco? ¿A cuánto se
remonta vuestra última locura?
He tenido siempre en mí
la cólera, bajo la forma de una semilla. Pero como practico la plena
conciencia, la semilla de la cólera no puede jamás hacerse demasiado grande y
si la cólera se manifiesta en mí, sabré cómo tener cuidado de ella. Soy un ser
humano, poseo en mí las simientes de la cólera y gracias a la práctica, he sido
capaz de curar mi cólera. No soy un santo, pero conozco la práctica y es así
por lo que no soy víctima de mi cólera.
¿Cuánto tiempo es
necesario para que la práctica sea un éxito?
No es una cuestión de
tiempo. Si practicáis correctamente y con placer, llegaréis pronto. Al mismo
tiempo, si consagramos mucho tiempo, pero no lo hacemos correctamente, puede
que no realicemos nada. Es como la respiración en plena conciencia. Si la
hacéis correctamente, la primera inspiración puede ya aportaros consuelo y
alegría. Pero si no la hacéis correctamente, no sentiréis nada, incluso después
de tres o cuatro horas. Está bien, pues, tener un amigo, un hermano o una hermana,
que haya practicado con éxito y que os ayude y os dé valor. Y podéis hacerlo
solos: cuando inspiráis, os autorizáis a inspirar naturalmente. Concentrad toda
vuestra atención sobre la inspiración y cuando espiráis, os autorizáis a
espirar normalmente. Simplemente, os volvéis conscientes de vuestra espiración.
No interfiráis con ella. No la forcéis. Si respiráis naturalmente y sois
conscientes, entonces quince o veinte segundos bastan para que constatéis una
mejora de la calidad de vuestra respiración y sentiréis un verdadero placer en
inspirar y espirar. Un día, estaba dando un retiro en Montreal, Canadá, y tras
el primer ejercicio de meditación caminando, una señora vino hacia mí y me
planteó la siguiente pregunta: “Thây, ¿me autorizáis a compartir la práctica de
la meditación caminando con otras personas?
Desde que vine a este
país, hace siete u ocho años, jamás había podido caminar de esta manera, con
serenidad y paz. Es verdaderamente apasionante, verdaderamente refrescante y
quisiera vuestra autorización para compartir con otros amigos esta práctica de
la meditación caminando”. Yo le dije: “¿Porqué no? Podéis compartir la
práctica”. De hecho, esto prueba que la primera hora de meditación
caminando podía ya aportar a esta dama mucho consuelo y alegría. No es, pues,
verdaderamente una cuestión de tiempo, pero yo diría que la práctica es
correcta cuando sentís inmediatamente el efecto benéfico. La práctica debe ser
agradable, se trate de respirar en plena conciencia, de comer en plena
conciencia o de trabajar en plena conciencia. Pienso que si la práctica es
agradable, es correcta y buena.
¿Cuánto tiempo debo
consagrar a la práctica?
La meditación que yo
preconizo aquí puede ser realizada en todo momento. Cuando debéis desplazaros
de un lugar a otro, aplicad simplemente las técnicas de la meditación
caminando. Cuando llega el momento de trabajar, podréis experimentar la manera
de efectuarlo en plena conciencia, de trabajar en plena conciencia. Cuando
llega la hora de comer, decidís comer en plena conciencia. Apreciáis el comer
en plena conciencia.
No hay que fijar una hora
precisa para practicar, pues esta práctica que preconizo puede ser realizada a
todo lo largo de la jornada, pero yo diría que podéis fijaros unos tramos
horarios para hacer las cosas que os gustan, si la situación lo permite.
Quizá os guste levantaros
un cuarto de hora antes de lo habitual para aprovechar quince minutos de
meditación sentada o quizá antes de ir a dormir. Incluso si la luz está
apagada, ¡podéis sentaros sobre vuestro lecho y practicar la respiración
consciente durante quince minutos! Esto depende, pues, de nuestra inteligencia,
nuestro talento para organizarnos, porque hay cosas que debemos hacer
colectivamente con los demás y no podemos responder que tenemos un período
específico para hacer lo que preferimos, pero en definitiva, debemos recordar
que la práctica puede ser realizada en todo momento; incluso cuando vais a los
lavabos o fregáis el suelo podéis practicar. Podéis frotar el suelo siendo una
persona libre o un esclavo. Está en vuestras menos la decisión. Hacéis las
cosas como las demás personas, pero sois una persona libre. Muchos americanos piensan
que actúan siendo víctimas del sistema, pero vosotros podéis actuar como
personas libres. Es muy válido. Cultivamos siempre nuestra libertad y esto nos
aporta mucha dignidad, eso lo puede ver cada uno a su alrededor.
Con la práctica, somos
verdaderamente una persona libre, sea cuál sea la situación en la que nos
encontremos.
Os
laváis las manos y vais a los lavabos varias veces en el día. Propongo que cada
vez que os lavéis las manos o vayáis al lavabo, investiguéis al cien por cien
en vuestro acto. Detened todo pensamiento y apreciad aquello que hacéis. Esto
puede ser muy divertido. En algunas semanas, veréis el efecto maravilloso de
esta práctica.
¿Podéis definir la plena
conciencia y explicar cómo tenemos tantas interrupciones en nuestra práctica?
En mi lengua “plena
conciencia” se dice “chánh niêm”. La plena conciencia significa que estáis
verdaderamente presentes en el instante. Cuando coméis, sabéis que estáis
comiendo. Cuando camináis, sabéis que estáis caminando. El opuesto de “la plena
conciencia” es “el olvido”. Coméis, pero no sabéis nada, vuestro espíritu está
en otra parte. Cuando lleváis vuestro espíritu a lo que ocurre en el aquí y en el
ahora, es la plena conciencia, y le plena conciencia puede aportaros mucha
vida, placer y alegría.
Por ejemplo, si tenéis
una naranja y si sabéis cómo pasar el tiempo en la plena conciencia con vuestra
naranja, el placer que tendréis al comerla será mil veces mayor que si coméis
vuestra naranja pensando en otras cosas o inquietos por otras cosas, o
dejándoos encerrar en vuestra cólera o vuestra desesperación. La plena
conciencia es así esta energía que os ayuda a ser con lo que está ahí, sea lo
que sea. Supongamos que escuchamos un ruido. Podéis elegir utilizar el ruido
como objeto de plena conciencia. “Inspirando, sé que hay mucho ruido y
espirando, sonrío a ese ruido”. Sé que las personas que hacen ruido no están
nunca en paz y siento compasión por ellas, así, si practicáis la respiración
consciente y utilizáis el sufrimiento que está ahí como objeto de vuestra plena
conciencia, podéis ayudar a la energía de la comprensión y de la compasión a
despertar en vosotros. En el curso de un retiro, una mujer se quejaba porque su
compañera de habitación roncaba y eso la impedía dormir. Ella se aprestaba a
tomar su saco de dormir y a irse a la sala de meditación cuando recordó de
pronto mi enseñanza y decidió quedarse y utilizar el ruido como si fuera la
campana de la plena conciencia para hacer nacer en ella la compasión:
“Inspirando, soy consciente del ronquido; espirando le sonrío”. Diez minutos
más tarde, dormía profundamente. Era maravilloso.
¿Podríais hablar del
perdón?
El perdón es también el
fruto de la comprensión. ¡Es porque queréis perdonar que podéis perdonar!
Podéis tener mucha buena voluntad para perdonar y sin embargo no podéis
perdonar porque la amargura está allí siempre, el sufrimiento está allí
siempre. Incluso si sabéis que el perdón sería apreciado, no podéis perdonar,
incluso si tenéis una buena dosis de buena voluntad. Para mí, el perdón debería
ser el resultado de la mirada profunda, de la comprensión. Sabed, durante los
años setenta, ochenta, hemos recibido, en nuestra oficina de París, muy malas
noticias de Vietnam y de los campos de refugiados. Una mañana, supe la historia
de una pequeña, una “boat people” de once años. Ella había sido violada por un
pirata, en el mar, y cuando su padre trató de interponerse, ellos le lanzaron
al océano. Después de haber sido violada por el pirata, la pequeña se lanzó al
agua y se ahogó. Estas son las noticias que recibimos por correo esa
mañana. Recibíamos frecuentemente esta clase de noticias.
Yo estaba enfadado. En tanto que seres humanos, tenéis el derecho de estar
enfadados, pero en tanto que practicantes, no tenéis el derecho de no
practicar. No pude tomar mi desayuno, era demasiado para mí. Fui al bosque
vecino a practicar la meditación caminando. Intenté entrar en contacto con los
árboles, los pájaros, el cielo azul, para calmarme y comencé por sentarme y
meditar. Y la meditación fue larga. Durante la meditación, yo me veía como un
muchachito, un bebé, nacido en la zona costera de Tailandia. Mi padre es un
pobre pescador, mi madre es una mujer que no ha recibido instrucción y la
pobreza habita nuestra casa desde muchas generaciones y crezco en ese medio.
Cuando tengo catorce años, ha debido ir al mar con mi padre para ganarme la
vida. Era muy duro. Y cuando mi padre murió, he debido retomar esto. Había otro
pescador que me dijo que había muchos “boat people” venidos de Vietnam y, muy a
menudo, traían sus riquezas con ellos, como oro y joyas. Si nos podemos
aprovechar sólo una vez, cogeríamos un poco de oro y saldríamos de nuestra
eterna pobreza. Siendo un pobre pescador sin instrucción, me dejo tentar y le
acompaño para robar a los “boat people” y cuando veo a un pescador que tiene
una relación sexual con una mujer, fui tentado de hacer lo mismo. Miré
alrededor de mí, no vi policía alguna, ninguna amenaza, y me dije a mí mismo:
“Pruébalo sólo una vez” y me convierto en un pirata violando a una muchachita.
Ahora,
supongamos que estáis en este barco y que tenéis un fusil. Me disparáis y
muero. No me ayudáis. Porque en mi vida, nadie me ha ayudado jamás. Nadie ayudó
a mi padre, a mi madre. He crecido como un muchacho sin instrucción. Toda mi
vida he jugado con muchachos delincuentes. He crecido así, como un pobre
pescador. Ningún político me ha ayudado jamás. Ningún educador me ha ayudado
jamás. Nadie me ha ayudado jamás y es por eso que me he convertido en pirata.
Si me disparáis, yo muero. Esa noche, durante la meditación, me he visto como
pirata, como joven pescador convertido en pirata. He constatado que a lo largo
de la costa tailandesa, esa noche, varios cientos de bebés han nacido y si hoy,
nadie les ayuda a tener una instrucción, nadie les ayuda a tener una vida
decente, entonces, pienso que esos cientos de bebés, en veinte años, serán
piratas. Cuando vi esto, mi cólera hacia los piratas descendió en mí. He
comenzado a comprender que si había nacido como ese muchachito, en un pueblo de
pescadores, me habría convertido en pirata. Ahora, si me disparáis, moriría.
Cuando la comprensión entra en mi corazón, la cólera comienza a disiparse y en
lugar de sentarme enfadado contra ese pescador, experimenté la compasión hacia
él e hice el voto de hacer lo que estuviera en mi mano para ayudar a los bebés
nacidos la noche última a lo largo de la costa tailandesa. Y la forma de
energía llamada cólera se transformó en la energía de la compasión y esto fue
posible gracias a la meditación. El perdón no habría sido obtenido sin esta
forma de comprensión, y la comprensión es el fruto de la mirada profunda. Yo lo
llamo meditación.
Pregunta sobre los sutras
y las escrituras: ¿Cuál es la esencia del budismo? ¿Es una religión?
¿Buda era un Dios?
El Buda no cesó de
recordarnos que él era un hombre, no un Dios. Es un profesor. Nos ha
transmitido varias lecciones que dio a sus discípulos. Nosotros las llamamos
sutras. Esta mañana, os he ofrecido la práctica de la respiración consciente.
Viene de
un sutra llamado “El sutra de la plena conciencia de la respiración”. Y en este
texto, él propone dieciséis ejercicios de respiración consciente a fin de
aliviar las dificultades de la vida cotidiana, de cultivar la sabiduría, la
compasión, etc.
Existen otras enseñanzas
para ayudar a los discípulos a practicar la plena conciencia que conducen a la
transformación y a la curación. No son oraciones. Son textos que os enseñan a curar
el sufrimiento y las dificultades de vuestra vida cotidiana. Cuando
leéis los sutras, escucháis de nuevo la enseñanza del Buda sobre la manera de
transformar el sufrimiento y de cultivar la alegría y la compasión. Como monjes
budistas, debemos aprender a explicarlas a las personas para que sepan
exactamente cómo poner esas enseñanzas en práctica. En la tradición budista,
nosotros honramos tres joyas. La Primera es el Buda, aquel que ha hallado el
camino de la comprensión, del amor, de la transformación y de la curación. La
Segunda Joya es el Dharma, que significa el camino, el camino de la
transformación y de la curación que el Buda nos ofrece bajo la forma de
discursos, de enseñanzas y de prácticas. La Tercera Joya es la comunidad de
práctica llamada Sangha, los hombres y las mujeres que se comprometen en el
camino de la meditación, que se comprometen en el camino de la práctica de la
plena conciencia. Forman una comunidad llamada Sangha. Sangha significa
“comunidad” y cada uno en la comunidad practica de la misma manera: la
respiración en plena conciencia, el caminar en plena conciencia que engendran
compasión y comprensión. Tomar refugio en la Sangha es nuestra práctica pues
una verdadera Sangha es una comunidad donde existe la verdadera práctica. La verdadera
plena conciencia, la verdadera comprensión y la verdadera compasión pueden
hacer en una comunidad así. Una verdadera Sangha lleva en ella el verdadero
Dharma y el verdadero Buda; así, cuando estáis en contacto con el Buda, el
Dharma, tenéis una oportunidad de triunfar en vuestro recorrido por el camino
de la práctica, porque la Sangha participa para protegeros, para ayudaros, para
sosteneros en la práctica. Sin Sangha abandonaréis probablemente la práctica
tras algunos meses. Es por lo qué debéis uniros a vuestra Sangha para obtener
su apoyo y su guía. Incluso aquí podéis crear vuestra Sangha. Dos, tres,
cuatro o cinco personas practicando juntas cotidianamente caminar en plena
conciencia, respirar en plena conciencia, comer en plena conciencia, lavarse en
plena conciencia. Podéis crear aquí una Sangha para obtener el apoyo que
necesitáis. La Sangha puede estar constituida por laicos o monjes. Pero en
cualquier donde se encuentre un mínimo de cuatro personas que
practican juntas la plena conciencia, tenéis una Sangha y tomar refugio en la
Sangha es muy importante porque si la Sangha practica de manera auténtica,
integra al Buda y con él, al Dharma.
Pregunta sobre la plena conciencia y la concentración: ¿Qué es la plena
conciencia y qué puede aportar?
Como he dicho, la plena
conciencia es la capacidad de estar ahí, en el aquí y en el ahora. Concentrad
vuestra atención sobre lo que pasa y si la plena conciencia está ahí, la
concentración también lo está. Si continuáis estando plenamente conscientes de
cualquier cosa, entonces estaréis concentrados sobre esa cosa. Y se convierte
en el objeto de vuestra concentración y si la plena conciencia y la
concentración están ahí, con toda su fuerza, entonces seréis capaces de tener
la visión profunda; esto significa que comenzáis a comprender en profundidad lo
que pasa realmente en el aquí y en el ahora. Entonces, hay tres etapas: plena
conciencia, concentración y visión profunda. Es la visión profunda la que os ayuda
a comprender y os libera de vuestra
percepción errónea y os permite no sufrir.
Pregunta sobre la
práctica de hacer proyectos: ¿No podemos pensar en el pasado y hacer
proyectos para el futuro?
Se dice que la plena
conciencia es establecerse en el momento presente. Pero esto no significa que
no tengáis el derecho de examinar el pasado, de aprender de él o de hacer
planes para el futuro. Si estáis bien instalados en el momento presente y si el
futuro se vuelve el objeto de vuestra plena conciencia, entonces podéis mirarle
profundamente y ver aquello que podéis hacer en el momento presente para que un
futuro tal sea posible. Se dice que el mejor medio de cuidar del futuro es
cuidar del presente, pues el futuro está compuesto de una sola sustancia
llamada el presente.
Poner
mucho cuidado en realizar lo que podéis hacer en el momento presente es lo
único que podéis hacer a fin de asegurar un buen futuro. Como escritor, pongo
toda mi plena conciencia en el acto de escribir y de componer. Sois conscientes
de vuestra escritura. Podéis ver cuál será el efecto de vuestra escritura sobre
tal o cuál persona. Incluso cuando llevo el pasado al momento presente y lo
hago objeto de mi plena conciencia, el pasado se revela y me enseña mucho.
Cuando estaba en el pasado, no podía ver tan claro como ahora. Porque he
practicado la plena conciencia y tengo nuevos ojos, he descubierto muchas cosas
que no había percibido cuando estaba en mi pasado.
Pregunta sobre la
respiración: ¿Podríais hablarnos un poco más sobre la respiración?
La práctica mejora la calidad de la respiración. Vuestra respiración se vuelve
más profunda, más dulce y aporta más placer a vuestro cuerpo, en vuestra
conciencia y sin embargo todo es normal. Continuáis respirando, continuáis
caminando, continuáis sentándoos, pero la calidad de la respiración, de la
sentada, del caminar ha mejorado.
Debe aportaros más placer, vida y alegría; nada negativo puede surgir del acto
meditativo. Si sentís lo contrario de la paz, de la relajación, de la alegría,
es algo anormal porque la meditación no puede sino acrecentar la calidad
de la vida que sentimos en el momento presente.
Pregunta: Pienso que en
occidente se pone demasiado el acento sobre el éxito (de la práctica). Los
pensamientos que continúan afluyendo nos desaniman. ¿Hay que preocuparse o no
por este fenómeno?
Es como nuestro caminar.
Se puede apreciar caminar y mirar las cosas como los árboles, las rocas, etc.
Podemos caminar un poco, apreciamos cada paso y de repente vemos una muy bella
flor o una muy bella roca. Quisiéramos detenernos para mirar esta belleza ante
nosotros. Nada hay de malo en ello. Pues incluso si detenemos nuestro camino,
nuestro placer continúa. Es parecido con la meditación. Mientras que apreciáis
vuestra inspiración y vuestra espiración, una idea puede surgir bruscamente.
Podéis escoger continuar vuestra respiración en plena conciencia o podéis
escoger simplemente permanecer con esta idea. Sois libres. A veces decís:
“¡Oh!, idea mía, quisiera ante todo terminar mis diez minutos de respiración en
plena conciencia”. Y esta idea acepta regresar a un plano posterior. Igualmente
por la mañana, podéis tener una pila de cartas y las pasáis revista y la carta
que queréis leer en último lugar la dejáis debajo del montón. La plena conciencia
puede ser la plena conciencia de no importa qué, en el momento presente. Si, al
empezar, habéis decidido no pasar más que diez minutos practicando la
respiración en plena conciencia, entonces, si otra idea surge, decís: “Querida
idea, quisiera ante todo terminar mis diez minutos de respiración en la plena
conciencia”. Y ella se retirará y podréis continuar. Pero si se presenta algo
muy fuerte que quiere que os concentréis sobre ello en seguida, decís: “O.K.,
O.K., voy a parar de concentrarme sobre mi respiración ahora y te voy a prestar
toda mi atención”. Y entonces os concentráis sobre este nuevo objeto de
meditación al cien por cien de vuestra persona. Nada hay de malo en ello.
Cuando estáis sentados tras diez minutos y comenzáis a sentir un ligero dolor,
posiblemente diréis: “No, debo soportar el dolor, debo permanecer sentado
durante quince minutos; sino lo consideraré un fracaso”. No debéis actuar así.
Porque podéis practicar el masaje en plena conciencia.
“Inspirando, sé que
comienzo a cambiar mi posición sentada. Espirando, sonrío al dolor muscular en
mí”. No perdéis ni un segundo de vuestra meditación. Sois libres de escoger el
objeto de vuestra plena conciencia. No perdéis un solo segundo.
Pregunta: ¿Qué es un maestro zen?
Un maestro zen es una persona
que ha practicado la meditación zen durante un cierto tiempo, que ha adquirido
una cierta experiencia y que es capaz de compartir su práctica con otras
personas.
Pregunta acerca del
budismo y otras religiones: Tengo una cultura cristiana. ¿Puedo practicar
la plena conciencia?
He estudiado el
cristianismo. A mi entender, hay mucho de la enseñanza de la plena conciencia
en el cristianismo, el judaísmo y el Islam. Pienso que la plena
conciencia tiene una naturaleza universal. Se la encuentra en toda tradición
espiritual. Si estudiáis profundamente la vida de no importa qué sabio, de no
importa cuál tradición, encontraréis, en su vida, la cualidad de la plena
conciencia, porque un sabio tal es capaz de vivir profundamente cada instante
de su vida, capaz de tocar la belleza, la verdad de cada momento de la vida.
Para mí, es posible aprovechar simultáneamente varias tradiciones. Es semejante
a si vosotros tenéis naranjas: podéis continuar comiendo las naranjas,
pero nada os impide apreciar los kiwis o los mangos. ¿Porqué limitaros a una
sola clase de fruta? Toda la herencia espiritual de la humanidad está
disponible para nosotros. ¿Porqué remitirse a uno solo? Es posible, pues, tener
a la vez una raíz budista, una raíz cristiana, una raíz judía, etc… y nos
volveremos más fuertes.
Pregunta: ¿Existe
una especie de fuerza que dirige vuestra existencia? ¿Existe una fuerza
superior que os guía?
He dicho que en cada
célula de nuestro cuerpo podéis encontrar el invierno y podéis encontrar el
paraíso, el reino de Dios. En cada célula de vuestro cuerpo, esta fuerza
espiritual, sea elevada o no, se encuentra bien presente en vosotros. Cuando
experimentáis la compasión, podéis estar en comunión, en contacto con la
compasión universal. Cuando experimentáis la violencia y el odio, vuestra
violencia y vuestro odio pueden poneros en contacto con otras energías de
violencia y de odio alrededor vuestro, y es por eso que es muy importante
seleccionar el canal con el que deseáis sintonizar. Si estáis decididos a no alimentaros
más que de energías positivas, entonces le será posible a la energía de la
plena conciencia deciros si esta energía es o no apropiada para vosotros, y
ella os dirá con quién deberéis pasar más tiempo y
qué clase de alimento no deberíais comer, qué tipo de programas debéis preferir
en la televisión, etc... La plena conciencia es capaz de deciros todo lo que
necesitáis y todo lo que os hace sufrir.
Pregunta: ¿Podríais
explicarnos vuestra poesía?
Mi poesía es cualquier
cosa que ocurra constantemente durante la jornada. Cuando riego mis legumbres,
la poesía nace en mí. Cuando lavo los platos, la poesía nace en mí. El tiempo
que paso escribiendo, sentado a la mesa, sólo es el momento durante el cual yo
concretizo estos poemas y mi poesía viene como una inspiración, como el fruto
de mi vida en la plena conciencia. Cuando mi poema está escrito, puede ocurrir
que el poema pueda ayudarme más tarde. Es una clase de campana de la plena
conciencia. A veces, escribís un poema, el poema viene de vosotros, pero
vosotros tenéis también necesidad de leer de nuevo este poema para que este
poema sea capaz de volveros a traer esta maravillosa experiencia y de
recordaros la belleza que está disponible para vosotros, en vosotros y en todo
cuánto os rodea. Un poema es al mismo tiempo una flor que ofrecéis al mundo y
una campana de la plena conciencia que os recuerda el continuar produciendo una
belleza así en vuestra vida cotidiana.
Mis queridos amigos, creo que debemos partir.
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