Consideraciones de diálogos con el Dalai Tenzyn Gyatso
RESISTENCIA
AL CAMBIO
Howard
C. Cutler, médico*
La culpabilidad surge
cuando nos convencemos de que hemos cometido un error irreparable. La tortura
del que se culpa reside en pensar que cualquier problema es permanente. Pero,
puesto que no hay nada que no cambie, el dolor también disminuye, ya que ningún
problema es perpetuo. Éste es el aspecto positivo del cambio. Pero por lo
general nos resistimos a él en casi todos los ámbitos de la vida. El primer
paso para liberamos del sufrimiento es conocer su causa fundamental: la
resistencia al cambio.
Al describir la
naturaleza siempre cambiante de la vida, el Dalai Lama explicó:
»Es extremadamente
importante investigar los orígenes del sufrimiento, saber cómo surge. Para
iniciar ese proceso se ha de ser consciente de la naturaleza cambiante de
nuestra existencia.
»Todas las cosas,
acontecimientos y fenómenos son dinámicos, cambian a cada momento; nada
permanece estático. Meditar sobre la circulación sanguínea puede servimos para
reforzar esta idea: la sangre está fluyendo constantemente, nunca se está
quieta.
»Y puesto que es propio
de la naturaleza de todos los fenómenos el cambiar continuamente, concluimos
que a las cosas les falta capacidad para perdurar, para seguir siendo lo mismo.
Y si todas las cosas se hallan sujetas al cambio, nada existe en un estado
permanente, nada es capaz de programarse para permanecer. Por tanto, todas las
cosas se encuentran bajo el poder o la influencia de otros factores. Nada
durará, al margen de lo agradable o placentera que pueda ser la experiencia.
Esto se convierte en la base de una categoría de sufrimiento conocida en el
budismo como el «sufrimiento del cambio».
»El concepto de
transitoriedad tiene un papel central en el pensamiento budista y su
consideración es una práctica clave. La contemplación de la no permanencia
tiene dos funciones vitales en el camino budista. En un plano convencional, en
un sentido cotidiano, el practicante budista contempla su propia
transitoriedad, el hecho de que la vida es tenue y de que nunca sabemos cuándo
moriremos. Al combinar esta reflexión con la singularidad de la existencia
humana y la posibilidad de alcanzar un estado de liberación espiritual, de
liberación del sufrimiento y de interminables ciclos de reencarnaciones esta
contemplación sirve para fortalecer la resolución de sacarle el mejor partido
posible a la existencia, participando en las prácticas espirituales que
producirán la liberación en un nivel más profundo, la contemplación de los
aspectos más sutiles de la transitoriedad es el primer paso para comprender la
verdadera naturaleza de la realidad y disipar la ignorancia, que es la fuente
última de nuestro sufrimiento.
»Así pues, aunque la
contemplación de la transitoriedad tiene una tremenda importancia dentro de un
contexto budista, surge la pregunta: ¿tiene también alguna aplicación práctica
en las vidas cotidianas de los no budistas? Si vemos el concepto de
«transitoriedad» desde el punto de vista del «cambio», entonces la respuesta es
afirmativa.
»Después de todo, tanto
si se contempla la vida desde una perspectiva budista como desde una
perspectiva occidental, queda el hecho de que la vida es cambio. En la medida
en que nos neguemos a aceptar este hecho y nos resistamos a los cambios de la
existencia, seguiremos perpetuando nuestro sufrimiento.
»La aceptación del cambio
puede ser un factor importante para reducir en buena medida nuestro
sufrimiento. A menudo nos causamos sufrimiento al negarnos a renunciar al
pasado. Si definimos nuestra imagen por el aspecto que teníamos o por lo que
solíamos hacer y no podemos hacer ahora, es muy probable que nos sintamos más
infelices a medida que envejecemos.
»En ocasiones, cuanto más
tratamos de aferrarnos a algo, tanto más grotesca y distorsionada se hace la
vida. La aceptación de la inevitabilidad del cambio como principio general nos
ayuda a afrontar muchos problemas y a asumir un papel más activo; conocer y
comprender los cambios puede evitarnos la ansiedad, que es la causa de muchos
de nuestros problemas…».
UNA
MENTE FLEXIBLE
Howard
C. Cutler, médico*
La capacidad para cambiar
de perspectiva, para ver los problemas «desde ángulos diferentes», guarda
relación con la flexibilidad de la mente. El beneficio fundamental de esta
flexibilidad es que nos permite abarcar toda la existencia, sentimos plenamente
vivos, experimentar toda la dimensión de nuestra humanidad…
Todos podemos desarrollar
esa misma flexibilidad mental. Surge, al menos en parte, de nuestros esfuerzos
por extender nuestra perspectiva y probar nuevos puntos de vista. El resultado
es la conciencia simultánea del macrocosmos y el microcosmos, que nos ayuda a
separar lo que es importante de aquello que no lo es.
…
El Dalai Lama finalmente
me interrumpió y me recordó: -Adoptar una perspectiva más amplia supone
trabajar solidariamente con otras personas. Cuando se producen catástrofes
gigantescas, medio ambientales o económicas, por ejemplo, se necesita un
esfuerzo coordinado de mucha gente, con un sentido de la responsabilidad y del
compromiso globales, no meramente individuales.
…
-Pero esta misma semana
-insistí-, en nuestras conversaciones y en sus charlas ante el público, ha
hablado mucho sobre la importancia del cambio personal desde dentro, de la
transformación interna. Ha hablado, por ejemplo, de la importancia de
desarrollar compasión, de superar la cólera y el odio, de cultivar la
paciencia y la tolerancia...
-Sí. Naturalmente, el
cambio debe proceder de dentro del individuo. Pero cuando se buscan soluciones
a los problemas globales, se necesita abordar esos problemas desde los puntos
de vista del individuo y del conjunto de la sociedad. Ser flexible, tener una
perspectiva más amplia, exige capacidad para abordar los problemas desde varios
niveles: el individual, el de la comunidad y el global.
»En la charla que di en
la universidad la otra tarde hablé sobre la necesidad de reducir la cólera y el
odio mediante el cultivo de la paciencia y la tolerancia. Reducir el odio al
mínimo es como un desarme interno. Pero, como también señalé, el desarme
interno tiene que producirse al mismo tiempo que el desarme externo. Y esto es
muy importante. Afortunadamente, después del derrumbe del imperio soviético y
al menos por el momento, no hay amenazas de holocaustos nucleares. Por ello
creo que es un buen momento y que no deberíamos desaprovechar esta oportunidad.
»Es ahora cuando
deberíamos fortalecer la paz. La verdadera paz, no sólo la simple ausencia de
guerra. Porque una simple ausencia de guerra no es una verdadera paz mundial.
La paz tiene que basarse en la confianza mutua. Y puesto que las armas
constituyen el mayor obstáculo para el desarrollo de la confianza mutua, creo
que ha llegado el momento de pensar cómo podríamos librarnos de ellas. Es muy
importante.
»Claro que no se puede
conseguir de la noche a la mañana. Lo más realista sería avanzar paso a paso.
Pero, en todo caso, deberíamos tener muy claro cuál es nuestro objetivo final:
que todo el mundo quede desmilitarizado. Por tanto debemos trabajar para
desarrollar paz interior y al mismo tiempo trabajar por el desarme externo y la
paz tanto como podamos. Ésa es nuestra responsabilidad.»
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*EL ARTE DE LA FELICIDAD. Libro del médico Howard C. Cutler , donde relata sus
diálogos con el Dalai Lama Tenzin Giatso. El autor expone sus
consideraciones relacionadas con los temas tratados y con su propia experiencia
como terapeuta.
Tensin Giatso nació en Amdo, Tíbet, en 1935. Fue reconocido
como el Decimocuarto Dalai Lama, dirigente de la congregación
budista. Desde la invasión china de Tíbet en 1959 ha vivido en el exilio, en
Dharamsala, India. Ha divulgado su filosofía sobre la paz por todo el mundo a
lo largo de su vida.
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