jueves, 29 de diciembre de 2011

Elisabeth Kübler-Ross: Cinco etapas del duelo






ETAPAS  DEL  PROCESO  DE  DUELO

Por Elisabet Kübler-Ross


Elisabeth Kübler-Ross identificó cinco etapas del duelo de los padres cuando uno de sus hijos muere -extensivas a otras pérdidas afectivas y materiales-:

1) Negación y aislamiento: la negación nos permite amortiguar el dolor ante una noticia inesperada e impresionante de pérdida; nos permite recobrarnos. Es una defensa provisoria y pronto será sustituida por una aceptación parcial: “no podemos mirar al sol todo el tiempo”.

2) Ira: la negación es sustituida por la rabia, la envidia y el resentimiento; surgen todos los “¿por qué?”  Es una fase difícil de afrontar para los padres en duelo y para todos los que los rodean; esto se debe a que la ira se desplaza en todas las direcciones, aún injustamente.

Suelen quejarse por todo; interpretan las situaciones negativamente, juzgan adversamente. Luego pueden responder con dolor y lágrimas, culpa o vergüenza.

La familia y quienes los rodean no deben tomar esta ira como algo personal del doliente dirigido contra ellos, para no reaccionar en consecuencia con más ira, lo que fomentará la conducta hostil del doliente.

3) Negociación: ante la dificultad de afrontar la difícil realidad, agregando el enojo subjetivo con la gente y con Dios, surge  en los dolientes la fase donde se manifiesta el propósito de intentar llegar a un acuerdo para tratar de superar la vivencia  traumática.

4) Depresión: cuando las personas se dan cuenta de lo infructuosa que se torna su negación de la pérdida, se debilitan, adelgazan, aparecen otros síntomas y predomina en ellas una profunda tristeza.

Es un estado, en general, temporario y preparatorio para la aceptación de la realidad en que es contraproducente intentar animar a los dolientes y sugerirles mirar las cosas por el lado positivo: esto es, a menudo, una expresión de las propias necesidades de quien intenta consolar, que son ajenas a l os dolientes. Esto puede ser interpretado como que “no deberían pensar en su duelo” y sería absurdo decirles que no estén tristes.

Si se les permite expresar su dolor, les será más fácil la aceptación final y estarán agradecidos de que se les acepte sin repetirles constantemente que no estén tristes. Es una etapa en la que necesitan mucha comunicación verbal porque tienen mucho para compartir. Tal vez les transmitimos más afecto y apoyo acariciándoles las manos o simplemente permaneciendo en silencio a su lado. En esos momentos, la excesiva intervención de los que los rodean para animarlos, les dificultarán su proceso de duelo.

Una de las cosas que causan mayor turbación en los padres es la discrepancia entre sus deseos y disposición y lo que esperan de ellos quienes los rodean.

5) Aceptación: quien ha pasado por las etapas anteriores en las que pudo expresar sus sentimientos -su envidia por los que no sufren este dolor, la ira, el malestar por la pérdida del hijo ,y la depresión- contemplará el próximo devenir con más tranquilidad.

No hay que confundirse y creer que la aceptación es una etapa feliz: en un principio está casi desprovista de sentimientos. Comenzamos  a sentir una cierta paz, podemos experimentar bienestar estando solos o acompañados, vamos superando la necesidad de hablar del propio dolor… La vida se va imponiendo.

Esperanza: es el estado de ánimo que nos sostiene y nos da fortaleza cuando pensamos que podemos estar mejor: nos permite promover el deseo de que  todo nuestro dolor tenga algún sentido; nos permite poder sentir que la vida aún espera algo importante y trascendente de cada uno.

Cuando buscamos  y encontramos una misión por cumplir, esto representa un gran estímulo que alimenta la esperanza.
  

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