CONVERSACIONES CON DIOS
Citado
del libro “Conversaciones con Dios”,
Volumen
1, de Neale Donald Walsh:
Del capítulo 1:
“… ¿cómo
habla Dios, y a quién? Cuando lo planteé, he aquí la respuesta que obtuve:
Hablo a todo el mundo. Constantemente. La cuestión
no es a quién hablo, sino quién me escucha.
Intrigado, le pedí a Dios que me lo explicara
mejor. Y esto es lo que dijo:
En primer lugar, vamos a cambiar la palabra hablar por
la palabra comunicarse. Es un término mucho mejor; resulta más completo y más
apropiado. Cuando tratamos de hablar a otros -tú a Mí, Yo a ti-, inmediatamente
nos vemos restringidos por la increíble limitación de las palabras. Por esta
razón, no me comunico únicamente con palabras. En realidad, rara vez lo hago.
Mi modo usual de comunicarme es por medio del sentimiento.
El sentimiento es el lenguaje del alma.
Si quieres saber hasta qué punto algo es cierto
para ti, presta atención a lo que sientes al respecto.
A veces los sentimientos son difíciles de
descubrir, y con frecuencia aún más difíciles de reconocer. Sin embargo, en tus
más profundos sentimientos se oculta tu más alta verdad.
El truco está en llegar a dichos sentimientos. Te
mostraré cómo. De nuevo. Si tú quieres.
Le dije a Dios que sí quería, pero que en ese
momento deseaba aún más una respuesta completa y detallada a mi primera
pregunta. He aquí lo que Dios me dijo:
También me comunico con el pensamiento.
El pensamiento y los sentimientos no son lo mismo, aunque pueden darse al mismo
tiempo. Al comunicarme con el pensamiento, a menudo utilizo imágenes. Por ello,
los pensamientos resultan más efectivos como herramientas de comunicación que
las mismas palabras.
Además de los sentimientos y pensamientos, utilizo
también el vehículo de la experiencia, que es un magnífico medio de
comunicación.
Y finalmente, cuando fallan los sentimientos, los
pensamientos y la experiencia, utilizo las palabras. En
realidad, las palabras resultan el medio de comunicación menos eficaz. Están
más sujetas a interpretaciones equivocadas, y muy a menudo a malentendidos.
¿Y eso por qué? Pues debido a lo que son las
palabras. Éstas son simplemente expresiones: ruidos que expresan sentimientos,
pensamientos y experiencia. Son símbolos. Signos. Insignias. No son la verdad.
No son el objeto real.
Las palabras le pueden ayudar a uno a entender
algo. La experiencia le permite conocerlo. Sin embargo, hay algunas cosas que
uno no puede experimentar. Por eso os he dado otras herramientas de
conocimiento: son los llamados sentimientos; y también los pensamientos.
La suprema ironía del asunto es que vosotros hayáis
dado tanta importancia a la palabra de Dios, y tan poca a la experiencia.
En efecto, dais tan poco valor a la experiencia
que, cuando vuestra experiencia de Dios difiere de lo que
habéis oído sobre Dios, automáticamente desecháis la experiencia y os
quedáis con las palabras, cuando debería ser precisamente lo contrario.
Vuestra experiencia y vuestros sentimientos sobre
algo representan lo que efectiva e intuitivamente sabéis acerca de ello. Las
palabras únicamente pueden aspirar a simbolizar lo que sabéis,
y a menudo pueden confundir lo que sabéis.”
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