sábado, 3 de diciembre de 2011

Donald Neale Walsh

CONVERSACIONES  CON  DIOS

 

Citado del libro “Conversaciones con Dios”,

Volumen 1, de Neale Donald Walsh:


Del capítulo 1:

 

“… ¿cómo habla Dios, y a quién? Cuando lo planteé, he aquí la respuesta que obtuve:

 

Hablo a todo el mundo. Constantemente. La cuestión no es a quién hablo, sino quién me escucha.

 

Intrigado, le pedí a Dios que me lo explicara mejor. Y esto es lo que dijo:

 

En primer lugar, vamos a cambiar la palabra hablar por la palabra comunicarse. Es un término mucho mejor; resulta más completo y más apropiado. Cuando tratamos de hablar a otros -tú a Mí, Yo a ti-, inmediatamente nos vemos restringidos por la increíble limitación de las palabras. Por esta razón, no me comunico únicamente con palabras. En realidad, rara vez lo hago. Mi modo usual de comunicarme es por medio del sentimiento.

 

El sentimiento es el lenguaje del alma.

 

Si quieres saber hasta qué punto algo es cierto para ti, presta atención a lo que sientes al respecto.

 

A veces los sentimientos son difíciles de descubrir, y con frecuencia aún más difíciles de reconocer. Sin embargo, en tus más profundos sentimientos se oculta tu más alta verdad.

 

El truco está en llegar a dichos sentimientos. Te mostraré cómo. De nuevo. Si tú quieres.

 

Le dije a Dios que sí quería, pero que en ese momento deseaba aún más una respuesta completa y detallada a mi primera pregunta. He aquí lo que Dios me dijo:

 

También me comunico con el pensamiento. El pensamiento y los sentimientos no son lo mismo, aunque pueden darse al mismo tiempo. Al comunicarme con el pensamiento, a menudo utilizo imágenes. Por ello, los pensamientos resultan más efectivos como herramientas de comunicación que las mismas palabras.

 

Además de los sentimientos y pensamientos, utilizo también el vehículo de la experiencia, que es un magnífico medio de comunicación.

 

Y finalmente, cuando fallan los sentimientos, los pensamientos y la experiencia, utilizo  las palabras. En realidad, las palabras resultan el medio de comunicación menos eficaz. Están más sujetas a interpretaciones equivocadas, y muy a menudo a malentendidos.

 

¿Y eso por qué? Pues debido a lo que son las palabras. Éstas son simplemente expresiones: ruidos que expresan sentimientos, pensamientos y experiencia. Son símbolos. Signos. Insignias. No son la verdad. No son el objeto real.

 

Las palabras le pueden ayudar a uno a entender algo. La experiencia le permite conocerlo. Sin embargo, hay algunas cosas que uno no puede experimentar. Por eso os he dado otras herramientas de conocimiento: son los llamados sentimientos; y también los pensamientos.

 

La suprema ironía del asunto es que vosotros hayáis dado tanta importancia a la palabra de Dios, y tan poca a la experiencia.

 

En efecto, dais tan poco valor a la experiencia que, cuando vuestra experiencia de Dios difiere de lo que habéis oído sobre Dios, automáticamente desecháis la experiencia y os quedáis con las palabras, cuando debería ser precisamente lo contrario.

 

Vuestra experiencia y vuestros sentimientos sobre algo representan lo que efectiva e intuitivamente sabéis acerca de ello. Las palabras únicamente pueden aspirar a simbolizar lo que sabéis, y a menudo pueden confundir lo que sabéis.

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