Jiddu Krishnamurti:
EL ORDEN Y LA LIBERTAD []
El orden es la acción de
lo nuevo, o sea de la inteligencia
La libertad es orden
absoluto; ni la libertad ni el orden son relativos. Uno o bien es libre o no lo
es. O bien existe un orden total en uno mismo o hay desorden. El orden es
armonía.
Al parecer a los seres
humanos les gusta vivir en desorden tanto por fuera como en su interior. Esto
se ve en la política. Todos los gobiernos son corruptos, unos más y otros
menos. Están liderados por gente que en sí es desordenada, ambiciosa, engañosa,
aquejada de antagonismos y vanidades personales. Por eso hay guerras económicas,
los muy ricos y los muy pobres, y todas las desdichas que se derivan de las
tribulaciones de la miseria.
Esta confusión se
constata en educación, la cual tiene como fin primordial el cultivo de la
memorización del conocimiento, pasando por alto toda la estructura psicológica
del hombre. Este desorden se ve expresado cuando un grupo de personas matan a
otro grupo y se preparan para la guerra mientras hablan de paz.
La ciencia se ha
convertido en una herramienta del gobierno. Los negocios y el progreso están
destruyendo la tierra, contaminando el aire y el agua de los mares.
Cuando uno mira a su
alrededor, ve el caos, la confusión y la tremenda desdicha exteriores. Y por
dentro los seres humanos también son infelices, llevan vidas contradictorias,
batallando sin fin, en conflicto, buscando seguridad y no encontrándola ni en
los credos ni en las posesiones.
Hay dolor en la vida y en
la muerte. El desorden interior del hombre genera la estructura del desorden
externo. Todos estos son hechos evidentes. Aunque hablemos de libertad, al
parecer son muy pocos los que la encuentran.
La educación consiste
primordialmente en generar orden en nuestra vida diaria y en comprender el
significado íntegro de la vida. Comprender el orden y vivir en él requiere la
forma más elevada de inteligencia, pero no se nos educa para eso. Nuestro
principal objetivo es la adquisición de conocimientos como medio de
supervivencia, una supervivencia conflictiva en un mundo caótico.
El orden es algo
extraordinario. Posee su propia belleza, su propia vitalidad independiente del
entorno. Uno no puede decirse a sí mismo que va a ser ordenado en su forma de
ser, en sus acciones y pensamientos. Si lo hace, pronto descubre que eso crea
una pauta de conducta que luego se vuelve mecánica. Este hábito mecánico del
pensamiento o de la acción, y por consiguiente de la conducta, forma parte de
la confusión.
El orden es inmensamente
flexible, sutil y ágil. No se puede confinar dentro de un marco y luego
procurar vivir conforme a esa demarcación. La imitación es una de las causas de
que haya confusión y conflicto. No se pueden establecer reglas para el
movimiento del orden. De hacerse, entonces esas mismas reglas se convierten en
la autoridad que exige obediencia y conformismo. Este es otro factor que
también ha contribuido a generar sufrimiento en el hombre.
Luego está la persona que
tiene que tener todo lo que le rodea justo en su sitio, sin que nada esté fuera
de lugar. Para dicha persona el orden consiste en que todo se mantenga en línea
recta y se siente neuróticamente molesto si esa línea se tuerce o se desvía.
Semejante persona vive enjaulada en su propia neurosis.
En el mundo hay una serie
de monjes y ascetas que han disciplinado sus mentes y sus cuerpos para
obedecer; a su dios sólo se puede acceder por las puertas de la creencia y la
aceptación estrictas. La disciplina es el ejercicio habitual en nombre de la
virtud, del Estado, de dios, de la paz o de lo que fuere.
Por consiguiente, ¿qué es
el orden? La definición según el diccionario es una cosa y según el
razonamiento, inclinación o temperamento personales es otra. Lo que nos
interesa es el significado que consta en el diccionario y no lo que uno opine
que es. Nos interesa de forma objetiva y no desde ninguna perspectiva personal.
El punto de vista
personal sobre cualquier cosa distorsiona lo que es. Lo importante es el hecho,
no lo que uno piense acerca de lo que es. Cuando se observa todo el movimiento
de la vida a partir de una reacción u opinión personal y condicionada, entonces
la vida se fragmenta entre el ‘yo’ y el ‘usted’; el ‘usted’ es lo externo y el
‘yo’ es lo interno.
Esta fragmentación es la
causa principal de la confusión y el conflicto internos y externos. El orden
surge en una mente que no está fragmentada o escindida por el pensamiento.
El orden del pensamiento
es una cosa y el orden de una mente íntegra es otra. El primero conduce a la
maldad y el segundo al florecer de la bondad. El orden del pensamiento que se
expresa en la legislación tiene su función; sin embargo, en la conducta y en la
relación ese orden se convierte en desorden porque el pensamiento es la
actividad de la fragmentación.
El pensamiento ha
dividido a la gente en religiones sectarias, en naciones, en comunistas y no
comunistas, en ‘nosotros’ y ‘ellos’. No hay pensamiento sin palabra, sin imagen
y símbolo. Estos son los que han dividido a las personas.
El pensamiento ha
constituido este mundo monstruoso y tratamos de crear un mundo nuevo mediante
el pensamiento sin darnos cuenta de que el propio pensamiento es el que genera
las actividades de la confusión, la división y el conflicto.
El orden de una mente
íntegra es algo totalmente distinto y aquí reside la dificultad. Cuando usted
lee esta afirmación, la convierte en un proceso de pensamiento y de ese modo su
lectura es una abstracción. Una vez ha convertido la declaración en una
abstracción, usted trata de emparejarla con una abstracción que ya existe en su
memoria.
Cuando no hay ninguna
correspondencia, usted dice que no entiende lo que esa declaración significa y
dice que entiende cuando ambas abstracciones concuerdan. Sea consciente, pues,
de lo que está pasando en su mente, de la rapidez con la que interviene el
pensamiento, de que nunca escucha o lee con una mente desprovista de la carga
del pasado.
El saber es el pasado.
Dicho conocimiento tiene su sentido utilitario, pero cuando se emplea en
nuestras relaciones empiezan la confusión, el conflicto y el dolor.
Así que el orden es la
acción de lo nuevo, o sea de la inteligencia.
Ahora demos vuelta atrás
y examinemos todo esto. Decíamos que el orden absoluto es libertad. Este orden
absoluto sólo puede existir cuando en el propio interior ha cesado toda clase
de conflicto. Cuando ese orden exista, entonces uno no se planteará la cuestión
del desorden en el mundo. Usted sólo se hará esa pregunta cuando usted sea el
mundo y el mundo sea usted. Cuando usted no pertenezca al mundo, o sea cuando
haya orden absoluto en su interior, su relación con el mundo habrá
experimentado un cambio total. Usted estará en el mundo pero no formará parte
de él.
Sea, pues, consciente del
desorden del mundo y del desorden en sí mismo. Entonces no habrá división entre
usted y el mundo, sólo habrá desorden. Cuando la mente es consciente de dicho
desorden sin elección, sin movimiento alguno del pensamiento, entonces el orden
sobreviene por sí mismo. Lo que se induce no es orden: la invitación proviene
del desorden.
El orden y el desorden no
están relacionados entre sí, no son opuestos. El orden no resulta del conflicto
entre los contrarios: o bien hay orden o no lo hay. Cualquier pretensión de
llevar una vida ordenada nace del desorden.
Donde hay orden, hay
humildad.
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