Jiddu Krishnamurti:
El Propósito de la Educación
Capítulo
4 - Escuchar
¿Por qué me escuchan
ustedes? ¿Han considerado alguna vez la razón de que escuchen a la gente en
absoluto? ¿Y qué significa escuchar a alguien? Todos ustedes están sentados
frente a alguien que está hablando. ¿Escuchan para oír alguna cosa que confirme
sus propios pensamientos, que concuerde con ellos, o están escuchando para
descubrir? ¿Entienden la diferencia?
Escuchar para descubrir
tiene una significación por completo distinta de escuchar meramente para oír
aquello que confirmará lo que ustedes piensan. Si están aquí sólo para obtener
confirmación, para ser estimulados en el propio pensar, entonces el escuchar de
ustedes tiene muy poco sentido. Pero si están escuchando para descubrir,
entonces la mente de ustedes está libre, no se halla comprometida con nada; es
una mente muy sutil, muy aguda, vital, inquisitiva, curiosa y, en consecuencia,
capaz de descubrir. ¿No es, por lo tanto, muy importante considerar por qué
escuchan y qué es lo que están escuchando?
¿Alguna vez se han
sentado en completo silencio, sin fijar la atención en nada, sin hacer ningún
esfuerzo para concentrarse, sino con la mente muy quieta, realmente silenciosa?
Entonces lo escuchan todo, ¿verdad? Escuchan tanto los ruidos distantes como
los más cercanos, y también los que están muy próximos a ustedes, los sonidos
inmediatos - lo cual significa, verdaderamente, que están escuchándolo todo.
La mente no está
restringida a un canal estrecho y pequeño. Si pueden escuchar de este modo, si
escuchan con facilidad, sin esfuerzo, descubrirán que dentro de ustedes tiene
lugar un cambio extraordinario, un cambio que llega sin que ejerciten la
voluntad, sin que lo pidan; y en ese cambio hay gran belleza y profundidad de
discernimiento.
Sólo traten de hacerlo
alguna vez, inténtenlo ahora. Mientras me están escuchando, no me escuchen
solamente a mí, sino escuchen todo lo que los rodea. Escuchen aquellas
campanas, los cencerros de las vacas y las campanadas de los templos; escuchen
el tren distante y las carretas en el camino; y si después se aproximan más aun
y me escuchan a mí también, descubrirán que hay una gran profundidad en el
escuchar. Pero para hacer esto han de tener una mente muy quieta. Si en verdad
quieren escuchar, la mente está naturalmente quieta, ¿no es así? Entonces no
los distrae algo que está sucediendo cerca de ustedes; la mente está quieta
porque prestan atención profunda a todo. Si pueden escuchar así, fácilmente,
con cierta felicidad, descubrirán que en el corazón y en la mente tiene lugar
una transformación asombrosa - una transformación en la que ustedes no habían
pensado y que de ninguna manera han producido.
El pensamiento es una
cosa muy extraña, ¿no es cierto? ¿Saben ustedes lo que es el pensamiento? El
pensamiento o el pensar, para la mayoría de nosotros, es algo producido por la
mente, y nos peleamos por nuestros pensamientos. Pero si realmente pudiéramos
escucharlo todo - escuchar cómo las aguas lamen las orillas de un río, escuchar
el canto de los pájaros, el llanto de un niño, escuchar a nuestra madre que nos
regaña, a un amigo que nos intimida, a nuestra esposa o nuestro marido que nos
sermonea - entonces descubriría nos que nos movemos más allá de las palabras,
más allá de las meras expresiones verbales que tanto desgarran nuestro ser.
Y es muy importante
moverse más allá de las meras expresiones verbales porque, después de todo,
¿qué es lo que todos nosotros queremos? Tanto si somos jóvenes o viejos, si
somos inexpertos o estamos cargados de años, todos queremos ser felices, ¿no es
así? Como estudiantes queremos ser felices jugando nuestros juegos, estudiando,
haciendo todas las pequeñas cosas que nos gusta hacer.
A medida que pasan los
años, buscamos la felicidad en las posesiones, en el dinero, en tener una casa
hermosa, una esposa o marido agradable, un buen empleo. Cuando estas cosas ya
no nos satisfacen, nos movemos hacia algo diferente. Decimos: “Tengo que
desapegarme y entonces seré feliz”. Y así empezamos a practicar el desapego.
Dejamos a nuestra familia, renunciamos a nuestra propiedad y nos retiramos del
mundo. O ingresamos en alguna sociedad religiosa pensando que seremos felices
reuniéndonos y hablando acerca de la hermandad, siguiendo a un líder, a un
gurú, a un maestro, un ideal, creyendo en lo que es esencialmente un
autoengaño, una ilusión, una superstición.
¿Entienden de qué estoy
hablando?
Cuando ustedes se peinan,
cuando se ponen ropas limpias y se ocupan de sí mismos a fin de lucir bien,
todo eso forma parte del deseo que tienen de ser felices, ¿no es así? Cuando
aprueban sus exámenes y agregan unas cuantas letras del alfabeto después de sus
apellidos, cuando obtienen un empleo, cuando adquieren una casa y otra
propiedad, cuando se casan y tienen hijos, cuando ingresan en alguna sociedad
religiosa cuyos líderes proclaman que tienen mensajes de Maestros invisibles,
detrás de todo eso se encuentra este extraordinario impulso, esta compulsión de
hallar la felicidad.
Pero ya lo ven, la
felicidad no llega tan fácilmente, porque la felicidad no es ninguna de estas
cosas. Pueden encontrar el placer, o una nueva satisfacción, pero tarde o
temprano ello se vuelve tedioso.
Porque no hay felicidad
perdurable en las cosas que conocemos. El beso es seguido por la lágrima, la
risa por la desdicha y la desolación. Todo se marchita, se deteriora. Por lo
tanto, mientras son jóvenes tienen que comenzar a descubrir qué es esta extraña
cosa llamada felicidad. Ésa es una parte esencial de la educación.
La felicidad no llega
cuando uno se esfuerza por obtenerla - y ése es el mayor de los secretos,
aunque sea muy fácil decirlo. Puedo expresarlo en unas cuantas palabras
sencillas; pero, mediante el mero escucharme y repetir lo que han oído, no van
ustedes a ser felices. Es extraña la felicidad; llega cuando uno no la está
buscando. Cuando no hacemos esfuerzo alguno para ser felices, entonces,
inesperadamente, misteriosamente, la felicidad está ahí, nacida de la pureza,
de la belleza de la existencia. Pero eso requiere muchísima comprensión - no
entrar en una organización, ni tratar de llegar a ser “alguien”.
La verdad no es algo que
pueda obtenerse. La verdad adviene cuando nuestra mente y nuestro corazón se
han purificado de todo sentido de esfuerzo y ya no estamos tratando de ser
“alguien”; es entonces que la mente está muy quieta, escuchando intemporalmente
todo lo que ocurre. Ustedes pueden escuchar estas palabras, pero para que la
felicidad sea, tienen que descubrir cómo liberar la mente de todo temor.
Mientras alguna persona o
alguna cosa les cause temor, no puede haber felicidad. No puede haberla
mientras tengan miedo de sus padres, de sus maestros, miedo de no pasar sus
exámenes, de no hacer progresos, de no poder acercarse al Maestro o a la
Verdad, de no recibir aprobación, felicitaciones. Pero si realmente no tienen
miedo de nada, entonces descubrirán - cuando despierten una mañana o cuando
estén paseando solos - que súbitamente ocurre una cosa extraña: sin ser
invitado ni solicitado ni previsto, eso que puede llamarse amor, verdad,
felicidad de pronto está ahí.
Por eso es tan importante
que se los eduque correctamente mientras son jóvenes. Lo que ahora llamamos
educación no es educación en absoluto, porque nadie les habla de estas cosas.
Sus maestros los preparan para que aprueben sus exámenes, pero no les hablan
acerca del vivir, lo cual es sumamente importante; porque son muy pocos los que
saben cómo vivir.
La mayoría de nosotros
meramente sobrevive, se arrastra por la vida y, en consecuencia, la vida se
vuelve una cosa terrible. El vivir requiere realmente mucho amor, un gran
sentido del silencio, una gran sencillez acompañando la abundancia de
experiencias; y ello exige una mente capaz de pensar con mucha claridad, una
mente que no se halle atada por el prejuicio o la superstición, por la
esperanza o el temor.
La vida es todo esto, y
si a ustedes no se los educa para vivir, entonces la educación carece de
sentido. Pueden ser muy pulcros, tener buenos modales, y aprobar todos sus
exámenes; pero conceder importancia primordial a estas cosas superficiales
cuando toda la estructura de la sociedad se está desmoronando, es como limpiar
y pulir nuestras uñas mientras la casa está quemándose por completo.
Ya lo ven, nadie les
habla de todo esto, nadie lo investiga junto con
ustedes. Mientras emplean día tras día en estudiar
ciertas materias -matemática, historia, geografía- también deberían emplear
mucho tiempo en hablar acerca de estas cuestiones más profundas, porque esto es
lo que contribuye a la riqueza de la vida.
Interlocutor: La
adoración de Dios, ¿no es verdadera religión?
Krishnamurti: Primero que
nada, veamos qué no es religión. ¿No es ésa la manera correcta de abordarlo? Si
pudiéramos comprender qué no es religión, entonces tal vez comenzaríamos a
percibir otra cosa. Es como limpiar una ventana sucia - uno comienza a ver muy
claramente a través de ella.
Veamos entonces si
podemos comprender y eliminar de nuestras mentes aquello que no es religión (no
digamos: “Pensaré al respecto”, para jugar meramente con las palabras). Ustedes
tal vez puedan hacerlo, pero las personas mayores ya están casi todas atrapadas
- se han establecido cómodamente en aquello que no es religión, y no quieren
que se las perturbe.
Por lo tanto, ¿qué no es
religión? ¿Han reflexionado alguna vez al respecto? Una y otra vez les han
dicho a ustedes qué cosa se supone que es la religión - creencia en Dios y
muchísimas cosas más - pero nadie les ha pedido que descubran lo que la
religión no es, y ahora ustedes y yo vamos a descubrirlo por nosotros mismos.
Cuando me escuchan, o
escuchan a alguna otra persona, no acepten meramente lo que se está diciendo;
presten toda su atención para poder discernir la verdad en lo que se expresa.
Una vez que perciban por
sí mismos lo que no es religión, entonces ningún libro, ningún sacerdote podrá
embaucarlos a lo largo de sus vidas, ningún sentimiento de temor creará una
ilusión en la que puedan creer o a la que puedan seguir.
Para descubrir lo que no
es religión, tienen que comenzar en el nivel de cada día, y después pueden ir
ascendiendo. Para llegar lejos tienen que empezar cerca, y el paso más cercano
es el más importante. Entonces, ¿qué no es religión? ¿Es religión la práctica
de ceremonias? Practicar puja una y otra y otra vez, ¿es eso religión?
La verdadera educación
consiste en aprender cómo pensar, no qué pensar. Si uno sabe cómo pensar, si
realmente tiene esa capacidad, entonces es un ser humano libre - libre de
dogmas, supersticiones, ceremonias - y, por tanto, puede descubrir qué es
religión.
Las ceremonias,
obviamente, no son religión porque, al practicar ceremonias, ustedes sólo están
repitiendo una fórmula que les ha sido transmitida. Pueden encontrar cierto
placer en practicar ceremonias, tal como otros lo encuentran en el fumar o en
el beber; pero, ¿es religión eso? Al practicar ceremonias, están haciendo algo
acerca de lo cual nada saben. Sus padres y sus abuelos lo hacen; en
consecuencia, ustedes lo hacen, y si no lo hicieran ellos los reprenderían. Eso
no es religión, ¿verdad?
Y, ¿qué es un templo en
su interior? Una imagen esculpida que un ser humano ha moldeado según su propia
imaginación. La imagen puede ser un símbolo, pero sigue siendo tan sólo una
imagen, no es la cosa real. Un símbolo, una palabra, no son la cosa que
representan. La palabra “puerta” no es la puerta, ¿correcto? La palabra no es
la cosa.
Acudimos al templo para
adorar ¿qué? Una imagen que, supuestamente, es un símbolo; pero el símbolo no
es la cosa real. Entonces, ¿por qué vamos al templo? Estos son hechos; yo no
estoy condenando nada. Y, puesto que se trata de hechos, ¿por qué preocuparnos
de aquellos que van al templo, si son tocables o intocables, brahmanes o no
brahmanes? ¿A quién le importa? Ya lo ven, las personas mayores han convertido
el símbolo en una religión por la cual están dispuestos a reñir, a combatir y a
matarse sin piedad; pero Dios no se encuentra ahí. Dios jamás es un símbolo.
Por lo tanto, adorar un símbolo o una imagen no es religión.
¿Y es religión la
creencia? Esto es más complejo. Empecemos cerca, y entonces iremos un poco más
lejos. ¿Es religión la creencia? Los cristianos creen de una manera, los
hindúes de otra, los musulmanes de otra, y de otra también los budistas, y
todos ellos se consideran a sí mismos personas muy religiosas: todos tienen sus
templos, sus dioses, sus símbolos, sus creencias. Y, ¿es eso religión? ¿Es
religión el creer en Dios, en Rama, en Sita, Ishwara y toda esa clase de cosas?
¿Cómo adquirimos una creencia semejante?
Uno cree porque el padre
y el abuelo de uno creen; o, habiendo leído lo que se supone ha dicho algún
maestro como Shankara o Buda, uno cree en ello y afirma que es verdadero. Casi
todos ustedes creen en lo que dice el Gita; por eso no lo examinan clara y
sencillamente como lo harían con cualquier otro libro, no tratan de descubrir
qué hay de verdadero en ello.
Hemos visto que las
ceremonias no son religión, que ir a un templo no es religión, y que no es
religión la creencia. La creencia divide a la gente. Los cristianos tienen
creencias y así se han dividido - tanto de aquellos que tienen otras creencias
como entre ellos mismos. Los hindúes están perpetuamente llenos de hostilidad,
porque creen de sí mismos que son brahmanes o no brahmanes, esto o aquello. De
modo que la creencia engendra enemistad, división, destrucción. Y eso,
obviamente, no es religión.
Entonces, ¿qué es
religión? Si hemos limpiado el cristal de la ventana - lo cual implica que
realmente hemos dejado de practicar ceremonias, que hemos abandonado todas las
creencias y no seguimos más a ningún líder o gurú - entonces nuestra mente,
como el cristal, está limpia, pulida, y a través de ella podemos ver con mucha
claridad.
Una vez que la
mente esté despejada y limpia de imágenes, de rituales, de creencias, de
símbolos, de todas las palabras - los mantrams y sus repeticiones - y de todo
temor, entonces lo que veremos será lo real, lo intemporal, lo eterno, a lo
cual podemos llamar Dios. Pero esto requiere un inmenso discernimiento,
comprensión, paciencia, y es sólo para aquellos que realmente investigan que es
la religión y prosiguen haciéndolo día tras día hasta el fin. Los demás, lo que
hacen es meramente pronunciar palabras, lucir todos sus ornamentos y
decoraciones corporales, practicar sus pujas y tañer las campanas - y todo eso
es nada más que superstición carente de cualquier significado. Sólo cuando la
mente se rodela contra toda la llamada religión, sólo entonces descubre lo
real.
Jiddu Krishnamurti en español
EL PROPÓSITO DE LA EDUCACIÓN
Capítulo 4 - Escuchar
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