Jiddu Krishnamurti:
EL PROPÓSITO DE LA EDUCACIÓN
Capítulo 18 - La Mente Atenta
¿Alguna vez han prestado atención al tañer
de las campanas de un templo? Bien, ¿a qué prestan atención ustedes? ¿A las
notas, o al silencio que hay entre las notas? Si no hubiera silencio, ¿habría
notas? Y si prestaran atención al silencio, ¿no serían las notas más
penetrantes, de una cualidad diferente?
Pero va lo ven, raramente prestamos
atención a nada; y pienso que es importante descubrir qué significa prestar
atención. Cuando el maestro les está explicando un problema de matemáticas, o
cuando están leyendo historia, o un amigo les está hablando, narrándoles algo,
o cuando se encuentran cerca del río y escuchan cómo las aguas bañan la orilla,
por lo general prestan ustedes muy poca atención; y si pudiéramos averiguar qué
significa prestar atención, es posible que el aprender tuviera entonces un
significado por completo diferente y resultaría mucho más fácil.
Cuando el maestro les pide que pongan
atención en clase, ¿qué quiere decir con eso? Quiere decir que no deben ustedes
mirar afuera por la ventana, que tienen que retirar su atención de cualquier
otra cosa y concentrarla totalmente en lo que se supone están estudiando. O,
cuando están absortos en una novela, la mente de ustedes se halla tan por
completo concentrada en eso, que momentáneamente han perdido interés en todo lo
demás. Ésa es otra forma de atención. Por lo tanto, en el sentido corriente del
concepto, prestar atención es un proceso limitativo, ¿no es así?
Ahora bien, yo creo que hay una clase de
atención por completo diferente. La atención por la que generalmente abogamos
practicándola o complaciéndonos en ella, consiste en limitar la mente a un
punto, lo cual constituye un proceso de exclusión.
Cuando uno se esfuerza por prestar
atención, lo que realmente está haciendo es resistir algo -el deseo de mirar
por la ventana, de ver quién entra, etc. Parte de nuestra energía ya se ha
disipado en la resistencia.
Construimos un muro alrededor de nuestra
mente para hacer que se concentre por completo sobre una cosa en particular, y
a esto lo llamamos disciplinar la mente para que preste atención. Tratamos de
excluir de la mente todo pensamiento que no sea aquel en el que queremos
concentrarnos por completo. Eso es lo que casi todos entendemos por prestar
atención.
Pero yo creo que hay una clase distinta de
atención, un estado de la mente que no es exclusivo, que no cierra la puerta a
nada; y debido a que no hay resistencia, la mente es capaz de desarrollar una
atención mayor. Pero la atención sin resistencia no implica la atención del
ensimismamiento.
La clase de atención que me gustaría
discutir es en absoluto diferente de la que por lo general entendemos como
atención, y tiene posibilidades inmensas porque no es exclusiva.
Cuando nos concentramos en un tema, en una
charla, en una conversación, consciente o inconscientemente levantamos un muro
de resistencia contra la intromisión de otros pensamientos, y así nuestra mente
no está ahí de una manera completa; sólo lo está parcialmente por mucha
atención que pongamos, porque parte de la mente está resistiendo cualquier
intromisión, cualquier desviación o distracción.
Comencemos a la inversa. ¿Saben ustedes qué
es la distracción? Uno quiere prestar atención a lo que está leyendo, pero su
mente se distrae por algún ruido exterior y uno mira afuera por la ventana.
Cuando queremos concentrarnos en algo y
nuestra mente divaga, a ese divagar lo llamamos distracción; entonces una parte
de nuestra mente resiste la así llamada distracción, y en esa resistencia hay
un desgaste de energía. Mientras que si estamos atentos a cada movimiento de la
mente de instante en instante, entonces no hay tal distracción en ningún
momento, y la energía mental no se disipa en resistir cosa alguna. Tiene
importancia, pues, descubrir qué es realmente la atención.
Si uno escucha tanto el sonido de la
campana como el silencio que hay entre los tañidos, la totalidad de ese
escuchar es atención. De igual manera, cuando alguien está hablando, la
atención consiste en dedicar nuestra mente no sólo a percibir las palabras,
sino también el silencio entre las palabras. Si experimentan con esto,
descubrirán que la mente puede prestar atención completa sin distracción ni
resistencia alguna.
Cuando disciplinan la mente diciendo: “No
debo mirar afuera por la ventana, no debo observar a las personas que entran,
debo prestar atención aunque desee hacer alguna otra cosa”, ello crea una
división que es muy destructiva porque disipa la energía mental. Pero si
escuchan comprensivamente, de modo que no haya división y, por lo tanto,
ninguna forma de resistencia, descubrirán entonces que la mente puede prestar
atención completa a todo sin esfuerzo alguno. ¿Entienden esto? ¿Me expreso con
claridad?
Por cierto, disciplinar la mente para que
preste atención, es producir su deterioro - lo cual no quiere decir que la
mente debe divagar saltando de una cosa a otra como un mono. Pero, aparte de la
atención del ensimismamiento, existen estos dos estados que todos conocemos: o
bien tratamos de disciplinar la mente con tanta rigurosidad que no pueda
desviarse, o le permitimos que simplemente divague de una cosa a otra.
Ahora bien, lo que estoy describiendo no es
un compromiso entre ambos estados; por el contrario, no tiene nada que ver con
ninguno de los dos. Es un modo por completo diferente de abordar las cosas;
consiste en estar totalmente alertas, de modo que la mente esté todo el tiendo
atenta sin quedar atrapada en el proceso de exclusión.
Traten de hacer lo que estoy diciendo, y
verán con cuánta rapidez la mente puede aprender. Uno puede oír un canto o un
sonido y permitir que la mente se llene por completo de ello sin que exista el
esfuerzo de aprender.
Después de todo, si saben cómo escuchar lo que
el maestro les está relatando acerca de algún hecho histórico, si pueden
escucharlo sin resistencia alguna porque la mente tiene espacio y silencio y,
por tanto, no está distraída, entonces estarán atentos no sólo al hecho
histórico sino también al posible prejuicio con que el maestro puede estar
trasmitiéndolo, así como a la propia respuesta interna de ustedes.
Les diré algo. Todos saben qué es el
espacio. Hay espacio en esta habitación. La distancia entre aquí y el lugar
donde se hospedan, entre el puente y la casa de uno, entre esta orilla del río
y la otra, todo eso es espacio.
Ahora bien, ¿hay asimismo espacio dentro de
nuestra mente? ¿O se halla tan atestada que no contiene espacio alguno en
absoluto? Si la mente tiene espacio, entonces en ese espacio hay silencio - y
de ese silencio proviene todo lo otro, porque entonces podemos escuchar,
podemos prestar atención sin resistencia alguna.
Por eso es muy importante disponer de
espacio en la mente. Si ésta no se halla atestada, ocupada incesantemente,
entonces puede prestar atención a ese perro que ladra, al sonido de un tren que
cruza el puente distante, y también puede estar totalmente atenta a lo que dice
la persona que aquí les habla. Entonces la mente es algo vivo, no está muerta.
Interlocutor: Ayer, después de la reunión,
vimos cómo observaba usted a dos niños aldeanos, típicamente pobres, que
jugaban junto a la orilla del camino. Nos gustaría saber qué sentimientos
surgían entonces en su mente.
Krishnamurti: Ayer en la tarde, algunos de
los estudiantes se encontraron conmigo en el camino, y poco después que los
dejé vi a los dos hijos del jardinero que estaban jugando. El interlocutor
quiere saber qué sentimientos experimenté mientras observaba a los niños.
Bien, ¿qué sentimientos tiene usted cuando
observa a los niños pobres? Es mucho más importante descubrir eso que lo que yo
pueda haber sentido. ¿O está usted siempre tan ocupado yendo a su hospedaje o a
su clase, que jamás los observa en absoluto?
Ahora bien, cuando observa a esas pobres
mujeres que llevan una pesada carga al mercado, o mira cómo los niños de la
aldea juegan en el barro sin tener casi ninguna otra cosa con qué jugar, esos
niños que no recibirán la educación que usted recibe, que no tienen una casa
digna donde vivir ni limpieza ni ropa ni comida suficiente y adecuada, cuando
observa todo eso, ¿cuál es su reacción? Es muy importante que descubra por sí
mismo cuál es su reacción. Le diré cuál fue la mía.
Esos niños carecen de un lugar apropiado
donde dormir; el padre y la madre están ocupados durante todo el día sin tener
nunca un período de vacaciones; los niños no conocen jamás lo que es ser
amados, cuidados; los padres nunca se sientan con ellos y les cuentan historias
acerca de la belleza de la tierra y de los cielos.
Y, ¿qué clase de sociedad es la que ha
producido estas circunstancias - una sociedad en la que hay personas
inmensamente ricas que tienen todo lo que pueden anhelar en la tierra, y al
mismo tiempo hay niños y niñas que no tienen nada? ¿Qué clase de sociedad es y
cómo se ha originado?
Ustedes podrán hacer revoluciones, romper
el patrón de esta sociedad, pero en la ruptura misma de un patrón ha nacido uno
nuevo que es otra vez la misma cosa en una forma distinta -los comisarios
políticos con sus casas especiales en el campo, los privilegios, los uniformes,
y así sucesivamente. Esto ha ocurrido después de toda revolución, la francesa,
la rusa, la china. Y, ¿es posible crear una sociedad en que toda esta
corrupción y miseria no existan? Podrá crearse sólo cuando usted y yo, como
individuos, rompamos con lo colectivo, cuando estemos libres de ambición y
sepamos qué significa amar. Esa fue, en un solo destello, toda mi reacción.
¿Pero prestó usted atención a lo que dije?
Interlocutor: ¿Cómo puede la mente escuchar
varias cosas al mismo tiempo?
Krishnamurti: No es de eso que he estado
hablando. Hay personas que pueden concentrarse sobre muchas cosas al mismo
tiempo - es una mera cuestión de adiestrar la mente. No me refiero a eso en
absoluto. Hablo de una mente que no ofrece resistencia, que puede escuchar
porque tiene el espacio y el silencio desde los cuales puede emanar todo
pensamiento.
Interlocutor: ¿Por qué nos gusta ser
perezosos?
Krishnamurti: ¿Qué hay de malo con la
pereza? ¿Qué hay de malo en sentarse tranquilamente y escuchar un sonido
distante que se aproxima más y más? ¿O en permanecer en la cama una mañana
observando a los pájaros en un árbol cercano, o una hoja aislada de las demás
que danza en la brisa cuando todas las otras están muy quietas? ¿Qué hay de
malo en eso? Condenamos la pereza porque pensamos que está mal ser perezoso;
averigüemos, pues, qué entendemos por pereza. Si usted se siente bien y, no
obstante, permanece en la cama después de cierta hora, algunas personas pueden
calificarlo de perezoso. Si no quiere jugar o estudiar porque le falta energía,
o por otras razones de salud, eso también puede ser tildado de pereza por
alguien. Pero, ¿qué es realmente la pereza?
Cuando la mente no está atenta a sus
reacciones, a sus propios movimientos sutiles, una mente así es perezosa
ignorante. Si usted no puede aprobar sus exámenes, si no ha leído muchos libros
y tiene muy poca información, eso no es ignorancia. La verdadera ignorancia es
no conocernos a nosotros mismos, no percibir cómo trabaja nuestra mente, cuáles
son nuestros motivos, nuestras respuestas.
De igual manera, hay pereza cuando la mente
está dormida. Y las mentes de casi todos nosotros están dormidas. Estamos
narcotizados por el conocimiento, por las Escrituras, por lo que Shankara o
algún otro han dicho.
Seguimos una filosofía, practicamos una
disciplina, y así nuestras mentes - que deberían ser ricas, plenas,
desbordantes como el río - se limitan, se embotan, se fatigan. Una mente así es
perezosa. Y una mente que es ambiciosa, que persigue un resultado, no está activa
en el verdadero sentido de la palabra; aunque pueda estar superficialmente
activa, impulsándose, trabajando todo el día para conseguir lo que quiere, por
debajo está agobiada por la desesperación, por la frustración.
Tenemos, pues, que estar muy atentos para descubrir si somos realmente
perezosos. Si la gente le dice que es usted perezoso, no lo acepte. Descubra
por sí mismo qué es la pereza. Un hombre que meramente acepta, rechaza o imita,
un hombre que, estando asustado, cava para sí un pequeño surco, un hombre así
es perezoso y, por lo tanto, su mente se deteriora, se desmoraliza por
completo.
Pero un hombre atento, alerta, no es
perezoso aun cuando pueda con frecuencia sentarse quietamente y observar los
árboles, los pájaros, las personas, las estrellas y el río silencioso.
Interlocutor: Usted dice que debemos
rebelarnos contra la sociedad, y al mismo tiempo dice que no debemos tener
ambición. El deseo de mejorar la sociedad, ¿no es una ambición?
Krishnamurti: He explicado muy detalladamente
qué entiendo por rebelión, pero usaré dos palabras diferentes para hacerlo mas
claro. Rebelarse dentro de la sociedad a fin de mejorarla un poquito, de
producir ciertas reformas, es como la rebelión de los prisioneros para mejorar
su vida dentro de los muros de la prisión; y una rebelión así no es rebelión en
absoluto, sólo es un motín. ¿Alcanza a ver la diferencia?
La rebelión dentro de la sociedad es como
el motín de los prisioneros que quieren una comida mejor, un mejor trato dentro
de la prisión; pero la rebelión que nace de la comprensión, es una ruptura
individual con la sociedad, y eso es revolución creativa.
Ahora bien, si usted como individuo rompe
con la sociedad, ¿está ese acto motivado por la ambición? Si lo está, entonces
no ha roto en absoluto, sigue estando dentro de la prisión, porque la base
misma de la sociedad es la ambición, el deseo de adquirir, la codicia.
Pero si usted comprende todo eso y produce
una revolución en su propia mente, en su corazón, entonces ya no es más
ambicioso, ya no está motivado por la envidia, la codicia, el ansia de poseer;
por lo tanto, estará enteramente fuera de una sociedad que se basa en esas
cosas. Entonces es un individuo creativo y en su acción estará la semilla de
una cultura diferente.
Existe, pues, una gran diferencia entre la
acción de la revolución creativa, y la acción de la revuelta o el motín dentro
de la sociedad. En tanto nos interesemos en la mera reforma, en decorar los
barrotes y muros de la prisión, no serenos creativos. La reforma siempre
necesita más reforma, y sólo trae más desdicha, más destrucción. Mientras que
la mente que comprende toda esta estructura de la codicia, de la ambición, y
rompe con ella está en una revolución constante. Es una mente expansiva,
creadora; por lo tanto, como una piedra que arrojan dentro de un estanque de
aguas tranquilas, su acción produce ondas, y esas ondas formarán una
civilización por completo diferente.
Interlocutor: ¿Por qué me aborrezco a mí
mismo cuando no estudio?
Krishnamurti: Escuchen la pregunta. ¿Por
qué me aborrezco a mí mismo cuando no estudio como se supone que debería
hacerlo? ¿Por qué me aborrezco cuando no soy agradable como debería serlo? En
otras palabras, ¿por qué no vivo a la altura de mis ideales?
Y bien, ¿acaso no sería mucho más sencillo
no tener ideales en absoluto? Si uno no tuviera ideales, ¿tendría entonces
razón alguna para aborrecerse? ¿Por qué dice entonces: “Tengo que ser amable,
tengo que ser generoso, tengo que prestar atención, tengo que estudiar”? Si
pudiera usted descubrir por qué, y estar libre de ideales, entonces tal vez
actuaría de un modo por completo diferente - cosa que voy a investigar en
seguida.
Entonces, ¿por qué tiene usted ideales? En
primer lugar, porque la gente le ha dicho siempre que si carece de ideales es
un joven inútil. La sociedad, ya sea de acuerdo con el patrón comunista o con
el patrón capitalista, dice: “Éste es el ideal”, y usted lo acepta, trata de
vivir a la altura de ese ideal, ¿no es así? Ahora bien, antes de que trate de
vivir a la altura de ningún ideal, ¿no debería averiguar si es necesario tener
ideales? Por cierto que eso tendría mucho más sentido. Ustedes tienen el ideal
de Rama y de Sita, y así muchos otros ideales que la sociedad les ha trasmitido
o que ustedes han inventado por sí mismos. ¿Sabe por qué los tiene? Porque
tiene miedo de ser lo que es.
Hagámoslo sencillo, no lo compliquemos.
Usted tiene miedo de ser lo que es - lo cual implica que le falta confianza en
sí mismo. Por eso trata de ser lo que la sociedad, lo que sus padres y su
religión le dicen que debe ser.
¿Por qué, entonces, tiene usted miedo de
ser lo que es? ¿Por qué no empieza con lo que es y no con lo que debería ser?
Sin comprender lo que usted es, no tiene sentido que trate de cambiar eso por
lo que piensa que debería ser. Por consiguiente, deseche todos los ideales. Yo
sé que a las personas mayores no les gustará esto, pero no importa. Abandone
todos los ideales, ahóguelos en el río, arrójelos al cesto de los papeles y
comience con lo que usted es. ¿Qué es usted?
Usted es perezoso, no quiere estudiar,
quiere jugar, quiere divertirse como todos los jóvenes. Comience con eso. Use
su mente para examinar qué quiere usted decir cuando habla de divertirse -
descubra qué es lo que realmente implica eso, no se atenga a lo que dicen sus
padres o sus ideales. Use su mente para descubrir por qué no desea usted
estudiar. Use su mente para averiguar qué quiere hacer en la vida - lo que
usted quiere hacer, no lo que la sociedad o algún ideal le dicen que haga.
Sí pone todo su ser en esta investigación,
entonces es usted un revolucionario. Entonces tiene confianza para crear, para
ser lo que es, y en ello existe una vitalidad siempre renovada. De lo
contrario, está siempre disipando su energía en tratar de ser como algún otro.
¿No lo ve? Es realmente algo extraordinario
que esté usted tan atemorizado de ser lo que es; porque la belleza radica en
que uno sea lo que es. Si usted ve que es perezoso que es necio, y si comprende
la pereza y se enfrenta cara a cara con la necedad, sin tratar de cambiarla en
alguna otra cosa, entonces descubrirá que en ese estado hay un alivio enorme,
una gran belleza, una gran inteligencia.
Interlocutor: Aunque realmente creáramos
una nueva sociedad rebelándonos contra la actual, esta creación de una sociedad
nueva, ¿no seguiría siendo otra forma de ambición?
Krishnamurti: Me temo que no escuchó usted
lo que dije. Cuando la mente se rebela dentro del patrón de la sociedad, una
rebelión semejante es como un motín en una prisión, y ésa es meramente una
forma de ambición más. Pero cuando la mente comprende la totalidad de este
proceso destructivo de la sociedad actual y se sale de él, su acción no es
ambiciosa.
Esta acción puede crear una nueva cultura,
un orden social mejor, un mundo distinto, pero la mente que ha comprendido no
se ocupa de esa creación. Su único interés es el de descubrir lo verdadero; y
es el movimiento de la verdad el que crea un mundo nuevo, no la mente que se
rebela contra la sociedad.
Jiddu Krishnamurti en español
El Propósito de la Educación
Capítulo 18 - La Mente Atenta
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