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ERROR, CONFLICTO, SEPARACION
Bajo una visión y disposición amorosa comprendemos que la vida es un
plano de experimentación para cada uno. Lo que consideramos error es una
apreciación sobre nuestras acciones y comportamientos y sobre lo que otros
hacen.
Podemos corregir todos los errores cuando nos damos cuenta de que había
alguna opción de acción más adecuada, o justa, o coherente con una relación
vital ecuánime.
La consideración esencial sobre los errores es que nos llevan al
conflicto, al sufrimiento, a la pugna con otros o a la disociación.
La corrección de los errores es una reparación, una restauración del
equilibrio y del entendimiento. El mantenimiento o la justificación de los
errores que afectan a otros es un estado de separación y de adversidad, una
disposición hacia la violencia.
El temor y la intimidación en nuestra relación con otros nos lleva a juzgar los errores propios y ajenos con excesiva dureza. Establecemos las culpas como extensiones de los errores, lo que nos lleva a discriminar a los demás y a alejarnos de ellos. Ponernos en paz, reconociendo y reparando nuestros errores y aceptando la vulnerabilidad de los otros, nos permite aceptar que la opción de equivocarnos es propia de la dinámica de la vida y de nuestra incidental ignorancia. Error y acierto son la dualidad posible en este mundo de ambigüedades y encrucijadas, y es inevitable la elección de uno u otro modo de acción.
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