viernes, 11 de mayo de 2012

La película Método Sedona.Parte 2 de 5.




Eliminar las emociones negativas con el Método Sedona

¿De dónde surge el Método?

Fue creado por Lester Levenson, un reconocido empresario y hombre de negocios que por décadas sufrió mala salud y una profunda infelicidad. Esto culminó en una trombosis coronaria: el terrible diagnóstico médico fue que sólo le quedaban dos semanas de vida. Lejos de dejarse llevar por el desconsuelo y la desesperación, decidió iniciar un profundo viaje de autorreflexión, para descubrir la causa verdadera de sus problemas.

En esta observación de su ser se dio cuenta que su mente era un cúmulo de creencias y emociones negativas: deseaba el mal a muchas personas y estaba enojado con el mundo. Reflexionó que quizá en esa actitud radicaba el origen de sus males y decidió hacer algo inmediato para cambiar. Después de algunos días descubrió que mientras más alejaba de su mente las ideas negativas se sentía mejor tanto física como emocionalmente.
Entonces se dedicó a estudiar de manera seria cómo funcionan el cuerpo y la mente, de qué manera interactúan y cómo afectan la realidad transitoria exterior. Su investigación lo llevó a la conclusión de que cada persona determina su realidad a partir de sus creencias y actitudes. Lester vivió 42 años más y tuvo la oportunidad de enseñar a otros este maravilloso método de autosuperación que le permitió librarse de la frustración, el enojo, la ira y la depresión.

Su filosofía

El principio básico del Método Sedona es sencillo: cuando estamos en sintonía con nuestro verdadero ser, cuando nos centramos en lo que somos y en nuestras creencias constructivas e integradoras, las energías creativas del universo hacen posible la realización de nuestras conformaciones mentales. Es decir, en el universo, tanto la energía como la inteligencia están disponibles en cantidades inagotables. Todos podemos tener acceso a ellas si logramos quitarnos de encima los condicionamientos y las creencias que son la causa principal de nuestra infelicidad.
Podemos ser mucho más felices si en lugar de ser materialistas, superamos la limitaciones físicas y mundanas y vemos las cosas desde un punto de vista más espiritual. Así podemos alcanzar una vida llena de amor hacia todos, en donde haya lugar para cada uno, para cada cosa, en cada día. De igual forma, si pensamos de manera creativa y amable, las consecuencias sólo serán positivas.

Hagámoslo

Empezamos por explorar nuestras emociones y ver de qué manera  influyen en nuestra vida: pensemos si en general lo hacen positivamente o si, por el contrario, la complican. Por ejemplo: la ira, la cólera y el enojo demandan un alto grado de energía negativa. Si frecuentemente caemos en ellas, estamos usando una energía destructiva que hace que otros sufran, además de atraernos retribuciones semejantes. La depresión es otra emoción que en general no nos permitimos expresar, y que nos corresponde identificar ... para poder erradicarla. Luego, preguntémonos si podemos dejar ir esas emociones y si queremos hacerlo: nuestra respuesta debe ser sincera y cierta. En caso de que las respuestas sean positivas, nos preguntamos cuándo queremos liberarnos de nuestras emociones adversas o conflictivas. Si con toda sinceridad contestamos “ahora”, respiramos hondo y las dejamos ir. Así de fácil.

No nos juzguemos
En esta primera etapa, no juzguemos si nuestras emociones y sentimientos son correctos o no. Por lo general reprimimos las emociones desagradables, pero esto sólo causa estrés y, en últimas consecuencias, diversas enfermedades. Primero reconocemos nuestras emociones y luego tratamos de dejarlas pasar, sin que se queden en nuestra mente y en nuestro cuerpo.
Si en la reflexión notamos que algo nos molesta, respiramos hondo y al exhalar tratamos de irnos sintiendo a gusto, hasta que logremos responder afirmativamente a las preguntas. Mientras más practiquemos esta disposición a “ponernos en contacto” con nosotros mismos aprenderemos más sobre cómo soltar lo que nos hace daño. La clave está en saber que los pensamientos provienen de las emociones, por eso si las cambiamos por afectos positivos, de amor, alegría, cuidado por los demás, y respeto, comprobaremos los beneficios en nuestra mente y nuestro cuerpo.
 
Si lo practicamos, aprenderemos cómo vivir más satisfechos, en forma más productiva, más apacible y con más amor.

En 4 pasos

1. Dejemos ir el coraje, la rabia y el rencor. Nos repetimos que no los queremos conservar y los sustituimos por otras creencias positivas -tolerancia, comprensión, entendimiento y aceptación sobre las relaciones y circunstancias establecidas.

2. Usemos nuestra mente. Aprendamos a emplear nuestra mente de manera creativa, para nuestro bien y el de otros. Es fundamental que nos concentremos en hacer eso el día de hoy, sin que nos distraigamos ni con el pasado ni con el futuro.

3. Aceptemos lo que la vida nos presenta. Recibir y aceptar lo que la vida nos pone enfrente a cada momento es una manera práctica y efectiva de dejar de "luchar" contra “todo”. Además, ayudará a que la intensidad de las emociones negativas se vaya atenuando.

4. Analicemos nuestras emociones. El primer paso es que siempre podamos reconocer cómo nos sentimos y qué circunstancias nos afectan internamente. Luego, tratemos de penetrar al fondo de nuestras emociones, sobre todo si son poderosas como el coraje, el dolor o la pena: miremos cómo son, cómo nos hacen sentir y de qué manera nos hacen daño. La comprensión y la aceptación son las únicas elecciones que nos permiten liberarnos de esos yugos con los eventos y relaciones cumplidas en la vida que ya sucedió.

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