miércoles, 20 de diciembre de 2023

Jiddu Krishnamurti. EL TEMOR:


Jiddu Krishnamurti

 

TEMOR, PLACER Y DOLOR

 

Una mente que no se haya librado del temor vive en las tinieblas, en la confusión, en el conflicto. La mente prisionera del temor tiene que ser violenta, y toda la estructura psicológica, así como la vida sociológica de un ser humano, se basa en el principio del placer, temor, y la persona es, pues, agresiva, violenta. Usted puede tener ideologías y principios de no violencia, pero carecen de todo sentido. Como dijimos el otro día, son tontas y no tienen sentido alguno todas las ideologías, ya sean de los comunistas, de las iglesias o de una persona seria. Lo que tiene sentido es comprender el miedo, y para comprenderlo, tiene uno que comprender también, muy profundamente, la naturaleza del placer. El placer implica dolor, los dos no están separados, son las dos caras de una misma moneda. Para comprender el placer tiene uno que darse cuenta de sus sutilezas.

¿Ha observado usted alguna vez cómo hablan las personas cuando tienen un poco de poder, cuando están a la cabeza de alguna organización tonta, estúpida? Truenan como Dios porque tienen algo de poder. Eso indica que, para ellos, el placer ha llegado a ser cosa de importancia extraordinaria. Y, si son un poco intelectuales o famosos, ¡cómo cambian sus maneras, ¡cómo andan, qué otro es su punto de vista!

De modo que donde haya placer hay dolor, que inevitablemente conduce al miedo, no sólo miedo de cosas grandes, como la muerte, como el miedo de un intenso aislamiento solitario, el miedo de no existir en absoluto. Pero también en niveles superficiales, el miedo de lo que piense un vecino sobre usted, cómo le considera el jefe de la oficina, miedo del marido o de la esposa, y el miedo de no vivir ajustado a las imágenes que uno se ha formado sobre sí mismo. Hay temor, no sólo de lo desconocido, sino de lo conocido. Y todo este temor se resuelve, no por la represión, no por la negación, sino comprendiendo toda la estructura del placer, el dolor y el temor. Para esa comprensión hace falta darse cuenta, como cuando se está mirando usted a sí mismo, mirándose como en un espejo; porque sin autoconocimiento, es decir, sin conocer sobre mismo, nunca pueden tener fin el placer y el temor.

Conocerse a sí mismo es conocer una cosa muy compleja y viva, es como un movimiento, un constante moverse, moverse y seguir moviéndose. Para conocerse usted mismo, para observar, tiene que tener una mente en la que no haya sentido de comparación, juicio, condena ni justificación. Después de todo, siendo la vida un inmenso movimiento viviente, no ha de estar limitada a las propias idiosincrasias o fantasías, ni a sus demandas —aunque éstas también forman parte de ese movimiento— y si limita usted ese movimiento a la particular forma de sus demandas e inclinaciones, entonces siempre seguirá en conflicto.

Una mente que haya comprendido la naturaleza del placer y del temor, ya no es violenta y puede, por lo tanto, vivir en paz consigo misma y con el mundo.

Tal vez podamos, por medio de preguntas, hablar juntos sobre lo que hemos discutido esta mañana.

Pregunta: ¿Como podemos confiar en el que habla, de modo que sepamos que lo que está diciendo es verdadero? Y ¿cómo podemos tener confianza en él, de modo que sepamos que nos conduce acertadamente?

KRISHNAMURTI: ¿Es que estamos hablando sobre dirección y confianza? Como sabe usted, hemos tenido conductores de toda clase, políticos y religiosos. ¿No está usted harto de los que dirigen? ¿No los ha lanzado usted por la borda a ese río, de modo que ya no os dirija nadie más, nunca? ¿O es que todavía, tras estos dos millones de años, está usted buscando un conductor? Pues los conductores destruyen al seguidor, y los seguidores destruyen al que dirige. ¿Por qué ha de confiar usted en nadie?

El que habla no reclama fe de usted, no se establece como autoridad, porque una autoridad de cualquier clase —especialmente en el campo del pensamiento, de la comprensión— es la cosa más destructiva y dañosa. No estamos, pues, hablando de dirección, de tener fe en el que dirige o en el que habla. Decimos que cada uno de nosotros, como ser humano, tiene que ser su propio conductor, maestro, discípulo, todo en sí mismo. Todo lo demás ha fallado, las iglesias, los jefes políticos, los jefes bélicos, esas personas que quieren producir una sociedad maravillosa; no lo han hecho. Ello depende, pues, ahora de usted, y de usted como ser humano, en quien está toda la humanidad, es su responsabilidad. Por eso, tiene usted que responsabilizarse, conocerse en su forma y en su fondo de cómo piensa, de lo que dice, de cómo la dice, de los motivos por los que busca sus placeres, etc.

Pregunta: ¿Cuál es la relación entre el placer y el temor?

KRISHNAMURTI: ¿No la conoce usted? ¿Quiere una explicación de eso? Cuando puedo conseguir mi placer, ¿qué pasa? ¿No lo ha observado usted? Quiero algo que va a darme enorme placer; ¿qué ocurre cuando me veo frustrado, cuando se me niega? Hay antagonismo, violencia, sentido de frustración, todo lo cual es una forma del temor.

Vamos, pues, a estudiar esta cuestión del placer y el temor. Quiero algo que va a darme mucho placer. Quiero llegar a ser famoso, tener posición, prestigio; luego, eso se me niega; ¿Qué ocurre? O bien cuando se ha negado usted el placer de beber, de fumar o del sexo, o lo que sea, ¿ha observado usted por qué batallas pasa, qué pena, qué ansiedad, qué antagonismo, odio? Todo ello es una forma del temor, ¿no es así? Me da miedo de no conseguir lo que quiero. ¿No le da a usted miedo, habiendo escalado durante muchos años una particular forma de ideología, cuando esa ideología se derrumba, arranca de usted por la lógica o por la vida? ¿No le da a usted miedo de estar solo? La creencia en esa ideología le ha dado a usted satisfacción y placer, y cuando se le arrebata, se queda usted como encallado, con las manos vacías, y empieza el temor, hasta que encuentra otra forma de creencia, otro placer. Es muy sencillo, y, por ser tan sencillo, nos negamos a ver su sencillez, queremos que sea muy complejo. Cuando su esposa se desvía de usted, ¿no se siente celoso, no se irrita, no aborrece usted. al hombre que la ha atraído? Y ¿qué es todo eso sino temor de perder lo que nos ha dado mucho placer, compañía, cierta seguridad, dominio, y todo lo demás?

Sabido que es dificilísimo mirar las cosas con sencillez, porque tenemos mentes muy complejas; hemos perdido la cualidad de la sencillez. No me refiero a la sencillez en las ropas, en el alimento, en todas esas cosas sin sentido ni madurez, cultivadas por los santos, sino a la sencillez de una mente que puede mirar directamente las cosas, que puede mirar, sin temor alguno, hacia sí misma tal como es en realidad, sin ninguna distorsión, de modo que cuando miente usted ve que miente, no lo tapa, no escapa de ello, no encuentra excusas. Cuando siente usted miedo, sepa que lo siente, tenga claridad sobre su temor.

Domingo 16 de julio de 1967.

 

De “TEMOR, PLACER Y DOLOR”

Jiddu Krishnamurti (1895-1986)

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