DIECISIETE PASOS PARA SER MÁS FELIZ
Neale Donald
Walsh
1. Pon fin
a la Teología de la Separación. Trabaja
tu propia vida y tu sistema personal de creencias para eliminar todo
pensamiento de separación de Dios. Libérate de esa teología, sin más.
La Teología de la Separación es una teología que se empeña en que nosotros estamos «aquí» y Dios está «allá». Su doctrina nos dice que Dios nos separó de Él en castigo por nuestros pecados, y que nuestra tarea consiste ahora en volver a Dios, lo cual sólo es posible si Dios lo permite; y sólo lo hará si obedecemos sus mandamientos. Nuestra Patología de la Separación sólo se curará cuando nuestra Teología de la Separación se sustituya por una Teología de la Unidad. Debemos llegar a entender que toda la vida es Una….Es el comienzo de una creación nueva, del hacer realidad la próxima versión, la más grandiosa, de la visión más grande que hayas tenido nunca de Quién Eres. La vida es la expresión de la Unidad Misma. Dios es la expresión de la Unidad Misma. La Vida y Dios son Uno. La Unidad es Dios y la vida. Cuando hemos entendido esto, vemos a Dios en todos y en todo. Incluso en nuestros yos divinos. Vemos claramente que somos Dios diosando. Es decir, Dios en el acto de recrearse a sí mismo… Toda vida es divina, y cuando tratemos a toda vida como divina, lo cambiaremos todo. Pues ¿cómo es posible que un solo aspecto, que una sola Individualización de la Divinidad sea completamente feliz mientras alguna otra Individualización sea completamente infeliz? La respuesta es que no es posible. Y así nos elevaremos unos a otros, para que todos podamos vivirnos a nosotros mismos siendo «más felices que Dios».
2. Mantente en contacto con quien eres. Recuerda que
tú no eres tu cuerpo sino un alma que realiza con el cuerpo un viaje de gozo.
Recuerda que tu alma es una parte eterna de Dios. Recuerda que Dios y tú sois
Uno. … Entiende que, por ser Quien Eres, nada puede hacerte daño, y no
necesitas nada para ser absolutamente feliz en este cuando/donde de tu
existencia eterna. Lo que te digo aquí es que te veas a ti mismo como a un Ser
Espiritual con cuerpo, con la misión sagrada de la autorrealización y de la
autocreación. Empieza por darte cuenta de Quién Eres de Verdad; después,
re-créate a ti mismo en la próxima versión, la más grandiosa, de la visión más
grande que hayas tenido nunca de ese Quien Eres. Tu tarea diaria, que no es tan
difícil como puede parecer al principio, es la siguiente: Recuerda tu
identidad, retén tu identidad, recrea tu identidad.
3. Da a los demás todas las vivencias que buscas tú. El
modo más rápido y más fácil de retener tu identidad es poner a los demás en
contacto con la suya. El modo más rápido para tener cualquier vivencia es hacer
que los demás tengan la misma vivencia. Si quieres vivir tu Yo Divino y tu
identidad verdadera, haz que otro viva su Yo Divino y su identidad verdadera.
Devuelve a las personas a ellas mismas. Esto lo puedes hacer de cien maneras,
en mil vidas, en un millón de momentos. Si quieres vivir cualquier cosa en tu
propia vida, haz que otro la viva en la suya. Si quieres vivir el amor, haz que
otro sea amado. Si quieres conocer la abundancia, haz que otro tenga abundancia.
Si quieres conocer el éxito, haz que otro alcance el éxito. Si quieres conocer
el poder, haz poderoso a otro. Si quieres conocer la paz, haz que otro esté en
paz. Lo que estoy diciendo aquí es que por donde mejor empieza la Creación
Personal es en otro. Enfócate primero en el otro, siempre en el otro, no
empieces nunca por el Yo, y lo que quiera vivir el Yo se hará realidad
multiplicado por siete. Cualquier cosa que quieras crear para ti mismo, créala
para otro. Esta es la forma más poderosa de la Energía de Atracción.
4. Ten claro que nada de lo que ves es real. Vivimos
en el mundo de la ilusión. Entenderás tu relación verdadera con todo lo que te
rodea cuando te consideres a ti mismo como un ilusionista que contempla sus
propios trucos. Diviértete, como se divierte un buen ilusionista, pero no
olvides ni por un instante que todo es una ilusión. Lo que es más importante,
no olvides que eres tú el que estás creando la ilusión. Por tanto, procura no
perderte en ella.
5. Decide que tú no eres tu «historia». Para vivir
lo que está pasando de una manera que mantenga tu felicidad, lo más probable es
que tengas que abandonar tu historia. Tu «historia» son todos los datos que has
recogido acerca de lo que te ha pasado en tu vida, y la realidad que te has
fabricado acerca del tipo de persona que eres tú y que son las demás personas,
y de cómo os hicisteis así todos… La felicidad no la encontrarás nunca en tu
historia; sólo la encontrarás en tu decisión más nueva y más grandiosa acerca
de ti mismo y de los demás. Esto puede significar tener que decirte a ti mismo,
respecto de muchas cosas que han sucedido: «Eso fue “entonces”; y esto es
“ahora”». Ninguna de esas cosas ejerce ninguna relación sobre lo que está
sucediendo en este momento. …Es importante que entiendas que tu mente
subconsciente no conoce la diferencia entre el Entonces y el Ahora. Guarda
todos los datos en un lugar donde no existe el tiempo. Por eso te puedes
despertar una noche cubierto de sudor frío por haber soñado con una cosa que
pasó hace veinte años. Tu mente subconsciente (que, dicho sea de paso, controla
la mayor parte de los sistemas de tu cuerpo) no sabe que lo que estás
recordando no está sucediendo en realidad. Reaccionar es ni más ni menos que lo
que la misma palabra indica. Es actuar (accionar) otra vez como actuaste antes.
Éste es un camino que conduce con toda seguridad a la infelicidad, pues la
felicidad máxima se encuentra en la creación, no en la reacción. Lo que estoy
diciendo aquí es que lo que te está invitando a hacer la vida es a vivirte a ti
mismo y vivir el momento que estás viviendo en cualquier cuando/donde
determinado, tal como tú quieres vivirte a ti mismo, y no como solías vivirte a
ti mismo. Se te invita a que renuncies a tu identidad anterior, a que abandones
tus ideas viejas acerca de ti mismo, y a que te figures que la vida ha vuelto a
comenzar para ti ahora mismo, al menos en lo que respecta a las decisiones más
importantes respecto de quién eres y de cómo te van las cosas. En algunos
círculos, a esto se le llama volver a nacer.
6. Ten sólo preferencias. Muchas personas se hacen
infelices a sí mismas simplemente porque les resulta imposible aceptar la vida
tal como se está presentando aquí mismo, ahora mismo. Nada les parece lo
bastante bueno y nada está bien del todo. Como en el cuento de la princesa y el
guisante, estas personas no pueden sentirse cómodas de ninguna manera con su
situación ni sus circunstancias, con su entorno o con sus compañías. Nada
funciona, nada es lo bastante bueno, lo bastante rápido, lo bastante grande.
Son unas personas que siempre encontrarán el motivo para no ser felices del
todo, mientras exista eso que llamamos tiempo meteorológico. No son capaces de
celebrar lo que es, sino que necesitan, más bien, quejarse de lo que no es.
Celebrar o quejarse: ésta es la opción de cada momento. Si eliges lo primero en
vez de lo segundo, tu vida podrá llenarse de sonrisas para siempre. Verás,
existe una manera de ser más felices que Dios, y consiste en no exigir que nada
sea diferente en ningún sentido de como es ahora mismo. Esto no significa que
no aspires nunca a cambiar nada. Sí que significa que no bases tu felicidad en
si se está produciendo o no ese cambio. Es una cuestión de dejar de vivir la
vida a base de adicciones y pasar a vivirla a base de preferencias. Siempre
podrás saber si tienes adicción a algo, en vez de simplemente preferirlo,
observando si la falta de ese algo te hace perder la felicidad. La idea para la
vida consiste en convertir tus adicciones en preferencias. Encontré por primera
vez este concepto en el libro extraordinario de Ken Keyes “Hacia la expansión
de la conciencia”. Recomiendo a todos este libro de visión profunda. Las
adicciones se transforman en preferencias por el sencillo método de observar
sinceramente cuánto te perderías de verdad si no tuvieras lo que crees que
quieres y que necesitas aquí mismo y ahora mismo. Suele ser con frecuencia
mucho menos de lo que te piensas. Lo que estoy diciendo aquí es que, mientras
se esté viviendo la vida, siempre habrá algo que celebrar. Ver el vaso medio
lleno, más que medio vacío, es algo más que un aforismo soso. Es la clave de la
felicidad perdurable. Si sales de tu historia el tiempo suficiente para echar
una mirada a la vida con sinceridad y para darle una oportunidad, advertirás
que la vida te está presentando ahora mismo y casi a cada momento todo lo que
necesitas para estar satisfecho y en paz. Lo único que tienes que hacer para
vivirlo así es cambiar tus requisitos para este momento presente. El cambio de
requisitos es muy sencillo, en realidad. No es más que una cuestión de cambiar
de opinión acerca de lo que necesitas ahora mismo. La verdad es que no
necesitas nada en especial. La «Necesidad» es una de las Diez Ilusiones de los
Seres Humanos. No es real. A ti te puede parecer un desafío asumir esta idea
dentro de tu realidad vital, pero quizá no te cueste tanto esfuerzo ver que la
mayoría de las cosas que te parecía que no podías vivir sin ellas no las
necesitabas en realidad. Habrás encontrado una manera no sólo de existir sin
esas cosas, sino de sonreír, reír y ser feliz sin ellas. El «Requisito» es otra
de las Diez Ilusiones de los Seres Humanos (puedes ver la lista completa, con
su explicación, en el Apéndice). Es la ilusión de que existe algo que debes
tener absoluta y necesariamente para poder vivir. Pero no hay nada que debas
tener aparte de lo que ya tienes ahora mismo, que es el Yo tal como es en
realidad. No puedes morir, y tu vida no puede terminar, porque tú eres la vida
misma manifestada. Cuando hayas entendido esto, ya no temerás a la muerte, y
entonces ya no temerás a la vida. Tampoco volverás a sentir una necesidad
apremiante y visceral de nada en particular. Esto lo cambia todo.
7. Ve la perfección. Velo todo tal como es: el
suceso perfecto, que viene en el momento perfecto para proporcionarte la oportunidad
perfecta de expresar de la manera perfecta aquello que es la Perfección Misma.
En su relación personal contigo, la perfección es el Yo que has elegido ser y
que ahora optas por demostrar y vivir. Ésta es una cosa que la mayoría de la
gente no es capaz de admitir y que se niega a reconocer; pero es la verdad
acerca de ti; y Dios lo sabe. Lo que he aprendido yo a consecuencia de mis
tratos directos con Dios es que yo soy íntegro, Completo y Perfecto tal como
soy. Y tú también lo eres. Esto se aplica igualmente al sabio y al pecador, al
ángel y al canalla. En el mundo de Dios no hay pecadores ni canallas. Sólo hay
Individualizaciones de la Divinidad, algunas de las cuales han olvidado Quiénes
Son de Verdad. En cada uno de los momentos dorados del Ahora tenemos la
oportunidad de aprovechar ese momento, y todo lo que encierra y ofrece, para
recordar Quiénes Somos de Verdad; y, a continuación, para demostrarlo. La vida
nos otorga los dones de la eternidad y del infinito para que podamos conocernos
a nosotros mismos en nuestras propias vivencias… y para que, después, nos
recreemos a nosotros mismos de nuevo en la próxima versión, la más grandiosa,
de la visión más grande que hayamos tenido nunca de Quiénes Somos. Éste es el
proceso que llamamos evolución. Éste es Dios diosando. Lo que estoy diciendo
aquí es que no juzgues ni condenes a las personas ni los sucesos que te pone
delante la vida, sino que mantengas la conciencia plena de que tú, tú mismo, te
los has atraído, para que puedas cumplir todas las posibilidades de la vida, su
promesa y su propósito.
8. Sáltate el drama. Recuerda que nada tiene más significado que
el que tú le atribuyas. Repítelo mentalmente, en silencio, en
cualquier momento de estrés o de alteración: Nada tiene más significado que el
que yo le atribuyo. Es una variante de las palabras de Shakespeare que acabamos
de citar, y la primera vez que las vi expresadas de este modo fue en Un curso
de milagros. Estas diez palabras pueden cambiar toda tu manera de vivir la
vida. Pueden frenar en seco el drama. Pueden partir por la mitad la confusión y
la angustia emocional. De hecho, pueden llegar a eliminarlos por completo.
Apréndete de memoria esas diez palabras y utilízalas a modo de mantra cuando te
parezca que se te está estropeando el día… o la carrera profesional, o la vida
de pareja, o cualquier otra cosa que hayas preparado y trabajado con tanta
dedicación. Recuerda que en muchos casos en que parece que se nos está
estropeando la vida, lo que pasa es que se nos está arreglando por primera vez.
Cuando yo me alteraba por las cosas cuando era niño, mi madre me decía: «¿Qué
importancia crees que tendrá esto cuando tengas noventa años?». Esto me tranquilizaba
un poco, evitando que cayera en excesos emocionales que no eran buenos para
nadie, y mucho menos para mí. «Si crees que dentro de noventa años vas a estar
sentado en tu mecedora, en el porche de tu casa, preocupado por esto,
preocúpate ahora. Si crees que entonces vas a estar alterado por esto, altérate
ahora. Si no lo crees, déjalo sin más.» Esto es lo que me decía mi madre. Me
encanta esta palabra, «déjalo». Respira hondo y relájate. Lo que estoy diciendo
aquí es que no te precipites a ponerte en modo de «reacción» en cuanto aparezca
una energía negativa. Trabaja duro contigo mismo para quedarte en el espacio de
«creación». Date cuenta de que lo que estás viendo puede ser simplemente el
funcionamiento de la Ley de los Opuestos, que ejerce su efecto en el Proceso de
la Creación Personal. Adopta una postura de agradecimiento siempre que puedas.
. . y no dudes en servirte del humor para alcanzar esa postura. Yo he
descubierto que el mejor es el humor con el que te ríes de ti mismo. Es lo
mejor de todo, sin discusión. Para acabar con los reveses y el drama
innecesario de mi vida, todo lo que tengo que hacer es reírme de mí mismo. Es
una excelente medicina.
9. Entiende la tristeza. No es lo mismo la
tristeza que la infelicidad. ¿Captas la diferencia? Tu tristeza no tiene por
qué hacerte infeliz. Tu tristeza, como señal de tu situación en tu camino
evolutivo, puede servirte de confirmación interior de la profundidad de tus
sentimientos y, por tanto, de quién eres como persona y como ser espiritual.
Cuando alguien te haga daño, permítete sentir tristeza. Y sobre todo cuando
haces daño a otra persona, permite que tu arrepentimiento vaya acompañado de
tristeza. Otórgate a ti mismo el don de la tristeza, y verás cómo sanas más
deprisa de todas las vivencias que te inspirarían la tentación de olvidarte de
tu identidad plena. Lo que estoy diciendo aquí es que tu tristeza acerca de
cualquier cosa no debe impedirte ser más feliz que Dios, más feliz de lo que
fuiste antes. La felicidad es acumulativa. Cuanto más la sientes, mayor se
hace.
10. Deja de discutir con la vida. Una gran
proporción de la falta de felicidad que sentimos en nuestras vidas es
consecuencia de nuestros juicios de valor. Tendemos a juzgarlo todo. A las
personas que nos rodean, las circunstancias que presentan éstas, los hechos del
momento y, naturalmente, a nosotros mismos. Hay personas que no pierden una
sola oportunidad de adoptar su postura de juicio de valor. Es casi como si
estuvieran juzgando la vida misma. Constantemente. Lo que resulta especialmente
interesante acerca de la mayoría de los juicios humanos es que la gente ni
siquiera se basa en una medida objetiva para llegar a sus conclusiones. En
general, aplican una vivencia anterior, sus ideas propias, su propia
«historia», como base para tomar una decisión sobre otra persona. Naturalmente,
nunca se les ocurre que bien podrían ser sus propias vivencias, sus ideas, su
«historia», las que estén algo desviadas. He observado esto con el
distanciamiento suficiente para llegar a la conclusión de que probablemente yo
mismo lo esté haciendo así. Por eso me he esforzado mucho en sustituir los
juicios a los demás por la reflexión sobre mí mismo. Cuando siento la tentación
de juzgar a los demás, miro dentro de mí para determinar cuándo obré yo de esa
manera en mi vida; cuándo produje yo esos resultados en mi vida; cómo es
posible que yo cometiera tales errores en mi vida. De pronto, me llega una
oleada de compasión que barre los juicios de valor y que hace imposible una
condena por mi parte. Lo que estoy diciendo aquí es que en un corazón que tiene
amor no hay lugar para los juicios de valor. Pero recuerda que juzgar no es
discernir, y observar no es juzgar. Saber discernir es muy saludable, y hacer
observaciones es muy natural. Una observación dice: «Esto es así». Un juicio de
valor dice: «Esto no debe ser así». Sobre todo, no te juzgues a ti mismo; pues
Dios no te juzgará jamás. No; ni ahora ni nunca. Esta es la verdad que está
detrás de la verdad. Esta es la verdad que no se puede pronunciar. Esta es la
blasfemia de entre las blasfemias. El Juicio y la Condena se cuentan entre las
Diez Ilusiones de los Seres Humanos. Sencillamente, no son reales.
11. Abandona todas las expectativas. Nada
representa un obstáculo mayor para la felicidad duradera (o incluso para la
felicidad a corto plazo) que las expectativas. Abandónalas ahora mismo y no
vuelvas a albergarlas jamás, acerca de nada ni de nadie. Olvídate de cómo crees
que «deben ser» las cosas. En el universo no existe el «debe ser». El «debe
ser» es una invención humana que no tiene nada que ver con la realidad última.
Debes saber que los giros y los desvíos que nos apartan del camino que creíamos
que íbamos a seguir no son rodeos en absoluto, sino que son el camino más
rápido que conduce de donde estamos a donde queremos estar. De lo contrario, no
lo seguiríamos. Confía en que Dios sabe lo que hace. Debes saber que la vida
siempre está conspirando a tu favor. Entiende que las expectativas no son más
que la idea que tienes acerca de algo, y que esta idea no tiene ni puede tener
en cuenta el tejido complejo de los viajes vitales que todos emprendemos de
manera secuencial y simultánea, en la vivencia cocreativa y colectiva del Alma
Única expresada a través de los Muchos. Dicho de otro modo, aquí pasan más
cosas de las que se aprecian a simple vista. Hay más de un programa de trabajo.
El objetivo es único, pero el proceso es múltiple. Si eres consciente de ello
constantemente, descubrirás que el hecho de aferrarte a las expectativas sólo
sirve para encrespar el Plan Perfecto y su representación en el escenario de la
vida por todos los actores. Lo que estoy diciendo aquí es que las expectativas
marcan un límite al modo en que defines la perfección, y que este límite
constriñe tu creación de la perfección misma. Por tanto, no esperes nada y
acepta todo lo que recibas. Acoge todo lo que se presente. Ama lo que es.
12. Ten compasión contigo mismo. No te consideres «malo» por ninguna vivencia negativa con que te encuentres ahora (aunque tengas la sensación de que «te lo mereces» o de que«tú te lo has buscado»; de hecho, sobre todo si tienes esta sensación). En vez de ello, ten compasión con tu propio Yo y sabe que Dios te ha dotado del poder interior necesario para cambiarte a ti mismo, para cambiar tus motivos, tus conductas, tus circunstancias externas y tu vida misma, de aquí a un instante. Recuerda siempre que tú no eres tu pasado; que tú no eres quien eras ayer, ni siquiera quien eras hace un momento. Que cada nuevo día, cada nueva hora, cada nuevo momento, señalen un nuevo comienzo. Aunque estés en el último momento de tu vida, no será demasiado tarde para declarar tu próxima identidad, la más grandiosa, y para asumirla. Lo que estoy diciendo aquí es que la transformación es una cosa instantánea-momentánea, que tenemos abierta y disponible a cada segundo. La vida comienza de nuevo cuando tú lo dices. Por eso, sé delicado contigo mismo acerca de ti mismo. Perdónate con un beso tus (supuestos) defectos, debilidades y faltas, y recuerda siempre lo siguiente: si te vieras a ti mismo tal como te ve Dios, sonreirías mucho.
13. Di tu verdad en cuanto la conozcas. La mayor
lección que he aprendido en mi vida está relacionada con la verdad. No existe
la Verdad Absoluta en el sentido objetivo; pero sí existe la verdad subjetiva;
existe lo que es verdad para ti; y esto tiene una importancia extraordinaria
para tu vida. Aspira a vivir de manera auténtica; aspira a ser plenamente tú
mismo; pues cuando vives enseñando sólo la mitad de ti, dando a conocer sólo la
mitad de ti, expresando sólo la mitad de ti, es cuando tienes garantizada la
infelicidad. Con razón, pues la verdad eleva el espíritu, la verdad libera la
mente, la verdad abre el corazón y la verdad enciende la pasión y libera el
amor del alma.
14. Observa las energías, atrapa las vibraciones. Observar
las energías que te rodean. Escuchar las energías. Percibir las vibraciones.
Éstos son los tres niveles de la recepción. Puedes recibir energías viéndolas,
oyéndolas y sintiéndolas. La energía que ves se llama luz. La energía que oyes
se llama sonido. La energía que sientes se llama sentimiento. El sentimiento es
el lenguaje del alma. Presta atención a las energías de la vida. Las estás
recibiendo y enviando a cada instante. ¿Están en resonancia las energías que envías
con las energías que recibes? La felicidad es el estado de resonancia más
elevado. Esta noticia es muy interesante, pues significa que la felicidad no es
algo que nos caiga del cielo, sino que es algo que podemos crear. Para crear
felicidad te basta con crear resonancia entre tu interior y tu exterior. Por
ejemplo, puedes conjuntar la energía de la ropa que te pones con el estado de
ánimo en que te encuentras hoy. De hecho, esto lo haces de manera automática.
Puedes conjuntar la energía de los alimentos que comes con la energía de tu
cuerpo en cualquier momento dado. Estos ejemplos son sencillos. Aprende a
escucharte a ti mismo. Siente las vibraciones de quien eres, y no hagas nada ni
estés con nadie de una manera importante si las vibraciones no concuerdan. Yo
soy incapaz de ir a ver una película, ni de escuchar música, ni de comer algo,
ni de ponerme ropa, ni siquiera de decir palabras ni de albergar pensamientos
con los que no esté en resonancia. Estas cosas las sientes. Puedes pasar la
mano por encima de unos alimentos y sentir, literalmente, si te sientan bien
ahora mismo. Puedes sentir a la gente, los espacios, los colores y… sentirlo
todo, si prestas atención. Presta atención a tu vivencia exterior y presta
atención a tu vivencia interior. Asegúrate de estar en resonancia con las
personas, con los lugares y con las cosas que te rodean. Y escucha.
Simplemente, escucha. Escuchar es un gran arte. ¿Sabes que puedes hacer felices
a las personas con sólo escucharlas? ¿Sabes que te puedes hacer feliz a ti
mismo a base de escuchar a los demás? Escuchar es una de las maneras más ricas
de realizar el amor. Está cargada de gratificaciones, cargada de gozo. Intenta
absorber todo lo que está pasando en tu espacio. Después, mira a ver si hay
concordancia. Y si no hay concordancia, rehúye ese espacio. Lo que estoy
diciendo aquí es que, cuando sigues este paso, tienes muchas más posibilidades
de ser feliz. No hace falta «seguir la corriente» para poder «llevarse bien».
Presta atención a la energía, capta las vibraciones, y si está en resonancia
con Quien Eres y con Quien Eliges Ser, fusiónate con ella y cocrea con ella.
Pero si la energía y las vibraciones no están sincronizadas con Quien Eres y
con Quien Eliges Ser, apártate de ellas. No de manera brusca, ni grosera, ni
con juicios de valor, sino con suavidad, con dulzura, con delicadeza, con
amabilidad… y con decisión. No cambies de opinión diciéndote: «Bueno, esto lo
puedo aguantar…». Cambia tu vivencia. Prestar atención a las energías y a las
vibraciones de la vida te puede hacer cambiar tu alimentación, tus hábitos de
lectura, lo que ves en televisión y en el cine, tu manera de vestir, tu manera
de hablar… hasta te puede hacer cambiar de compañías. Da la bienvenida a estos
cambios. Son los primeros pasos del viaje a la dicha.
15. Sonríe. Esto puede parecer una tontería, pero
es uno de los recursos más poderosos que me he encontrado en mi vida. Sonríe
cinco veces al día sin ningún motivo especial. Y, desde luego, y claro está,
sonríe en seguida, ampliamente, cuando sí tengas algún motivo para sonreír. Hay
personas que no sonríen nunca, o muy rara vez. No son capaces de sonreír ni
siquiera cuando todos los presentes se están riendo a carcajadas. Estas
personas pueden ser simplemente tímidas, o pueden tener un dolor profundo. Pero
lo importante es saber que la sonrisa es capaz de curar estas dos dolencias. La
sonrisa no tiene por qué ser un mero acto reflejo. La sonrisa puede ser un acto
deliberado e intencionado. Cuando lo es, se convierte en un acto de creación y,
por tanto, en una herramienta poderosa. Sonríe con facilidad y comparte con
facilidad tu sonrisa con los demás. Iluminarás tu corazón, e iluminarás también
el lugar donde estés. Hace años encontré un libro estupendo: “Sonríe, aunque no
tengas motivo”, de Lee L. Jampolsky. Léelo; lo encontrarás maravilloso. Lo que
estoy diciendo aquí es que ¡hay que sonreír más! La sonrisa cambia,
verdaderamente, las vibraciones de tu cuerpo. Modifica fisiológicamente la
química de tu ser. Libera endorfinas de efecto salutífero. ¿Lo sabías? Lo dice
la ciencia médica, y es verdad.
16. Canta. Si lo anterior te pareció soso, ¡a ver qué te parece esto! Canta. Quiero que me prometas que vas a cantar una vez al día por lo menos. Prométemelo. Lo cambiará todo. No puedes cantar con mala disposición. Y no puedes mantener una mala disposición mientras cantas. ¡Canta todas las mañanas en la ducha! ¡Canta en el coche!. Canta bajito al oído de tu persona amada. Canta en voz alta en el parque. ¡Mira cómo se ilumina lo que te rodea! ¡Mira cómo aparecen las sonrisas! ¿Crees que alguien puede resistirse a una persona que está cantando? ¿Crees que puede resistírsele el mundo? Cantar conecta la mente con el corazón y el corazón con la mente. De manera que canta. ¡Te reto a que lo hagas! Lo que estoy diciendo aquí es que las herramientas y los recursos con los que podemos crear la felicidad son muy sencillos, tienen una sencillez elegante. Y los tenemos delante. ¿De qué estamos hablando aquí? De dar. Observar. Escuchar. Sentir. Sonreír. Cantar. ¡Dios mío, son cosas que no nos cuestan nada!
17. Sabe
lo que debes hacer cuando las cosas están verdaderamente mal . Está claro que hay ocasiones en que
las cosas están verdaderamente mal. Eso no se puede cambiar ni con todo el
pensamiento positivo del mundo. Las cosas son lo que son. No puedes taparlas,
ni fingir, ni convertir una cosa en lo que no es. Qué hacer, qué hacer… En
primer lugar, no te resistas a lo que está pasando. A lo que te resistes,
persiste. Te va a parecer raro, pero… bendícelo. Bendice a todas las personas y
todos los hechos que te están desilusionando, que te están asediando, que te
están asaltando como flechas lanzadas desde lejos.
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