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Jiddu Krishnamurti. Extractos de "El libro de la vida":
SEGUIR EL CURSO DEL SUFRIMIENTO
¿Qué
es el sufrimiento?... ¿Qué significa? ¿Qué es lo que está sufriendo? No por qué
hay sufrimiento, no cuál es la causa del sufrimiento, sino qué es lo que de
hecho ocurre. No sé si ve la diferencia. Entonces, estoy simplemente alerta al
sufrimiento, no como algo separado de mí, no como un observador que observa el
sufrimiento; éste forma parte de mí, esto es, la totalidad de mí está
sufriendo. Entonces soy capaz de seguir el curso del sufrimiento, ver hacia
dónde conduce. Ciertamente, si hago eso, el sufrimiento se abre y se da a
conocer, ¿no es así? Entonces veo que he puesto énfasis en el «yo», no en la
persona que amo y que se ha ido. Ella sólo actuaba como una manera de ocultar
mi propia miseria, mi soledad, mi infortunio. Como no soy esto o aquello,
esperaba que ella lo fuese. Eso se acabó; me siento abandonado, perdido, solo.
Sin ella, nada soy. Por eso lloro. No porque ella se haya ido, sino porque yo
he sido abandonado. Yo estoy solo.
...
Hay innumerables personas para ayudarme a escapar: miles de las así llamadas
personas religiosas, con sus creencias y dogmas, esperanzas y fantasías ‑«es el
karma, es la voluntad de Dios»-, usted sabe, todas ofreciéndome una salida.
Pero si puedo permanecer con el sufrimiento, sin apartarlo de mí, sin tratar de
circunscribirlo o negarlo, ¿qué ocurre entonces? ¿Cuál es el estado de mi mente
cuando sigue de ese modo el movimiento del sufrir?
26 de
julio; La libertad primera y última
COMPRENSIÓN ESPONTÁNEA
Jamás
decimos: «Veamos qué es eso que sufre». Uno no puede verlo recurriendo al
esfuerzo, a la disciplina. Debe mirar con interés, con comprensión espontánea.
Entonces verá que la cosa que llamamos sufrimiento, dolor, la cosa que
evitamos, así como la disciplina, todo eso se ha desvanecido. En tanto no tengo
relación con la cosa como algo independiente de mí, no hay problema; tan pronto
establezco una relación con ella como algo exterior a mí mismo, surge el
problema. Mientras trato al sufrimiento como si fuera algo exterior ‑sufro
porque he perdido a mi hermano, porque no tengo dinero, por esto o aquello-
establezco con el sufrimiento una relación ficticia. Pero si soy esa cosa, si
veo el hecho, entonces toda la cosa se transforma, tiene un significado
diferente. Entonces hay atención plena, atención integrada, y aquello que es
observado en su totalidad, es comprendido y disuelto; por lo tanto, no hay miedo
y, en consecuencia, la palabra dolor no existe.
27 de
julio; La libertad primera y última
EL CENTRO DEL SUFRIMIENTO
Cuando
usted ve algo muy hermoso, una bella montaña, una bella puesta del sol, una
sonrisa cautivadora, un rostro encantador, ese hecho le causa un impacto y
usted se queda aturdido, silencioso; ¿jamás le ha ocurrido? Cuando eso sucede,
uno estrecha al mundo entre sus brazos. Pero eso es algo que llega a su mente
desde fuera, y yo hablo de la mente que no está aturdida por un impacto, sino
que desea mirar, observar. Ahora bien, ¿puede usted observar sin toda esta
irrupción súbita del condicionamiento? A una persona que sufre le explico en
palabras que el dolor es inevitable, que es el resultado de la realización
personal, etc. Cuando se han terminado por completo todas las explicaciones,
sólo entonces puede usted mirar, y eso implica que no está mirando desde un
centro. Cuando mira desde un centro, sus facultades de observación son
limitadas. Si me agarro a un poste y no me quiero mover de allí, hay una
tensión, hay dolor. Cuando desde el centro miro dentro del sufrimiento, lo que
hay es sufrimiento. Mi incapacidad de observar es la que da origen al dolor. No
puedo observar si pienso, funciono y miro desde un centro, como cuando digo:
«No debo sentir dolor, debo descubrir por qué sufro, debo escapar». Cuando
observo desde un centro, ya sea ese centro una conclusión, una idea, una
esperanza, la desesperación o alguna otra cosa, esa observación es muy
restringida, muy estrecha, muy trivial; y eso engendra dolor.
28 de
julio; Obras Completas de J. Krishnamurti - Voy XII
UNA INMENSIDAD MÁS ALLÁ DE TODA
MEDIDA
¿Qué
ocurre cuando uno pierde a alguien a causa de la muerte? La reacción inmediata
es una sensación de parálisis, y cuando uno sale de ese estado de conmoción,
existe lo que llamamos dolor. Ahora bien, ¿qué significa esa palabra dolor? El
compañerismo, las palabras de dicha, los paseos, las muchas cosas gratas que
uno hizo y esperaba hacer junto a esa persona, todo esto le es arrebatado en un
segundo, y uno se queda vacío, desnudo, solo. Eso es lo que uno objeta, contra
eso se rebela la mente: quedarse súbitamente consigo misma, totalmente sola,
vacía, sin apoyo alguno. Ahora bien, lo que importa es vivir con ese vacío,
simplemente vivir con él, sin ninguna reacción, sin racionalizarlo, sin escapar
de él acudiendo a médiums, a la teoría de la reencarnación y a todo ese tonto
desatino; vivir con ese vacío y hacerlo con la totalidad del ser. Y si usted
penetra en ello paso a paso, encontrará que hay una terminación del dolor, una
terminación real, no verbal, no la terminación superficial que llega a través
del escape, de la identificación con un concepto o del compromiso con una idea.
Entonces encontrará que no hay nada que proteger, porque la mente está por
completo vacía y ya no reacciona en el sentido de intentar llenar ese vacío; y
cuando todo el dolor ha llegado de este modo a su fin, habrá usted emprendido
otro viaje, un viaje sin comienzo ni final. Hay una inmensidad que está más
allá de toda medida, pero uno no puede penetrar en ese mundo si no hay una
terminación total del dolor.
29 de
julio; Obras Completas de J. Krishnamurti - Vol. XIII
VIVIR CON EL DOLOR
Todos
experimentamos dolor. ¿No experimenta usted dolor en una u otra forma? ¿Y desea
saber acerca de él? Si lo desea, puede analizarlo y explicar por qué sufre.
Puede leer libros sobre el tema, o ir a la iglesia, y pronto sabrá algo acerca
del dolor. Pero no estoy hablando de eso; hablo de la terminación del dolor. El
conocimiento no pone fin al dolor. La terminación del dolor empieza cuando nos
endentamos a los hechos psicológicos que tienen lugar dentro de nosotros, y
estamos alerta por completo, de instante en instante, a todas las implicaciones
de esos hechos. Esto significa no escapar jamás del hecho de que uno sude, no
racionalizarlo nunca ni ofrecer opinión alguna al respecto, sino vivir
completamente con ese hecho.
Vea,
vivir con la belleza de aquellas montañas y no acostumbrarse a ellas, es muy
difícil [...]. Uno ha contemplado esas montañas, ha oído el torrente, ha visto
las sombras avanzando lentamente a través del valle, día tras día; ¿no ha
notado usted con cuánta facilidad se acostumbra uno a todo ello? Usted dice:
«Sí, es bellísimo, y sigue de largo. Vivir con la belleza, o vivir con algo
desagradable y no habituarse a ello, requiere una energía enorme, una
percepción alerta que impida a su mente embotarse. De igual manera, el
subimiento embota la mente si usted tan sólo se acostumbra a él; y casi todos
nos acostumbramos a él. Pero usted no necesita acostumbrarse al dolor. Puede
vivir con el dolor, investigarlo, comprenderlo, pero no con el fin de conocer
acerca de él.
Usted
sabe que el dolor está ahí; es un hecho, y no hay nada más que conocer. Usted
tiene que vivir con el dolor.
30 de
julio; Obras Completas de J. Krishnamurti - Vol. XIII
ESTAR EN COMUNIÓN CON EL DOLOR
La
mayoría de nosotros no está en comunión con nada. No estamos en comunión
directa con nuestros amigos, con nuestra esposa, con nuestros hijos [...].
Para
comprender, pues, el dolor, uno debe amarlo, ¿no es así? Es decir, debe estar
en comunión directa con él. Si usted quiera comprender algo ‑a su vecino, a su
esposa, o a alguna relación-, si quiere comprender algo completamente, debe
estar cerca de ello. Debe llegar a ello sin reparo alguno, sin prejuicio,
condena ni repulsión; debe mirarlo, ¿verdad? Si yo quiero comprenderlo a usted,
no debo tener prejuicios a su respecto, debo ser capaz de mirarlo, no a través
de las barreras, de las pantallas de mis prejuicios y condicionamientos. Tengo
que estar en comunión con usted, lo cual implica que debo amarlo. De igual
manera, si quiero comprender el dolor, debo amarlo, debo estar en comunión con
él. No puedo hacerlo porque estoy escapando del dolor mediante explicaciones,
teorías, esperanzas, postergaciones, todo lo cual constituye el proceso de
verbalización. Así pues, las palabras me impiden estar en comunión con el
dolor. Las palabras ‑palabras de explicaciones, racionalizaciones, que siguen
siendo palabras, un proceso mental- impiden que entre en comunión directa con
el dolor. Pero sólo cuando estoy en comunión con el dolor puedo comprenderlo.
31 de
julio; Obras Completas de J. Krishnamurti - Vol. VI
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