ANTHONY DE MELLO:
Acerca del Ego
Recuerda la clase de sentimiento que experimentas cuando alguien te
elogia, cuando te ves aprobado, aceptado, aplaudido... Y compáralo con el
sentimiento que brota en tu interior cuando contemplas la salida o la puesta
del sol, o la naturaleza en general, o cuando lees un libro o ves una película
que te gustan de veras. Trata de revivir este último sentimiento y compáralo
con el primero, el producido por el hecho de ser elogiado. Comprende que este
primer tipo de sentimiento proviene de tu propia 'glorificación' y 'promoción'
y es un sentimiento mundano, mientras que el segundo proviene de tu propia
realización y es un sentimiento anímico.
Veamos otro contraste: recuerda la clase de sentimiento que experimentas
cuando obtienes algún éxito, cuando consigues algo que anhelabas, cuando
'llegas arriba', cuando vences en una partida, en una apuesta o en una
discusión. Y compáralo con el sentimiento que te invade cuando disfrutas
realmente con tu trabajo, cuando de veras te absorbe por entero la tarea que
desempeñas. Y observa, una vez más, la diferencia cualitativa que existe entre
el sentimiento mundano y el sentimiento anímico.
Y todavía otro contraste más: recuerda lo que sentías cuando tenías
poder, cuando tú eras el jefe y la gente te respetaba y acataba tus órdenes, o
cuando eras una persona popular y admirada. Y compara ese sentimiento mundano
con el sentimiento de intimidad y compañerismo que has experimentado cuando has
disfrutado a tope de la compañía de un amigo o de un grupo de amigos con los
que te has reído y divertido de veras.
Una vez hecho lo anterior, trata de comprender la verdadera naturaleza
de los sentimientos mundanos, es decir. Los sentimientos de autobombo y
vanagloria, que no son naturales, sino que han sido inventados por tu sociedad
y tu cultura para hacer que seas productivo y poder controlarte. Dichos
sentimientos no proporcionan el sustento y la felicidad que se producen cuando
contemplas la naturaleza o disfrutas de la compañía de un amigo o de tu propio
trabajo, sino que han sido ideados para producir ilusiones, emoción... y vacío.
Trata
luego de verte a ti mismo en el transcurso de un día o de una semana y piensa
cuántas de las acciones que has realizado y de las actividades en que te has
ocupado han estado libres del deseo de sentir esas emociones e ilusiones que
únicamente producen vacío, del deseo de obtener la atención y la aprobación de
los demás, la fama, la popularidad, el éxito o el poder.
Fíjate
en las personas que te rodean. ¿Hay entre ellas alguna que no se interese por
esos sentimientos mundanos? ¿Hay una sola que no esté dominada por dichos
sentimientos, que no los ansíe, que no emplee, consciente o inconscientemente,
cada minuto de su vida en buscarlos? Cuando consigas ver esto, comprenderás
cómo la gente trata de ganar el mundo y cómo, al hacerlo pierde su vida. Y es
que viven unas vidas vacías, monótonas, sin alma...
Propongo
a tu consideración la siguiente parábola de la vida: un autobús cargado de
turistas atraviesa una hermosísima región llena de lagos, montañas, ríos y
praderas. Pero las cortinas del autobús están echadas, y los turistas, que no
tienen la menor idea de lo que hay al otro lado de las ventanillas, se pasan el
viaje discutiendo sobre quién debe ocupar el mejor asiento del autobús, a quién
hay que aplaudir, quién es más digno de consideración... Y así siguen hasta el
final del viaje.
Otros textos en:
Otros temas de vida en:
Este blog:
No hay comentarios:
Publicar un comentario