domingo, 27 de enero de 2013

Gangaji: "¿De qué se trata tu vida?".

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LA INVITACIÓN


Por Gangaji*

 

Te doy la bienvenida a indagar; te doy la bienvenida a tu siempre más profundo, siempre más fresco descubrimiento.

 

Es posible descubrir que la esencia de tu ser es consciencia silenciosa. La verdad sobre quién eres es más profunda y está más cerca que la historia que te cuentas sobre quién eres. Y es posible descubrir directamente esa verdad sobre ti en este momento, sea un momento de exaltación o un momento horrible. No hay nada que tenga que cambiar o permanecer igual. El resultado esencial de este descubrimiento es una dicha y realización absolutas. Estoy aquí para apoyarte en este descubrimiento, de la misma forma que mi maestro me apoyó a mí, a través de la indagación hacia la verdad de quién eres. La consciencia silenciosa, que es quién eres en realidad, no está en contra de ninguna dualidad. Eres la fuente de la dualidad y la fuente de la resolución de la dualidad. La consciencia silenciosa que eres incluye todas las historias, todos los pensamientos, todos los ruidos, todas las acciones, todas las emociones y todas las circunstancias. Está presente antes de cualquier cosa, durante la existencia de cualquier cosa y después de que cualquier cosa haya ocurrido.

 

La historia sobre ti está cambiando y mutando constantemente. La verdad de ti no cambia nunca. Con suficiente trabajo y poder se puede convertir en una historia muy buena. Pero la historia de quien eres nunca te va a llenar porque no es la verdad de quién eres. La verdad está siempre presente por debajo de cualquier narración que pueda estar ocurriendo. Indagar en la verdad es indagar en lo que no está dicho, en lo que no está creado, y que está siempre presente , independientemente de una historia buena o mala, una historia de éxito o una historia de fracaso.

 

Cuando dejas completamente de esperar una historia mejor, o mejores emociones, o mejores circunstancias, entonces la mente está abierta a indagar hacia aquello que está presente, ahora y siempre, y en paz de manera natural.

 

Realmente no hay forma de que vivas una vida plena hasta que descubras la verdad sobre ti. Puedes vivir con un sentido y propósito, pero si ese propósito es simplemente una parte de la narración de la historia de tu vida, te continuarás perdiendo la realización más profunda. Un propósito auténtico es más grande que quién crees que eres, y dentro de él hay dicha y paz.

 

Una vida plena o realizada tiene tanto un aspecto práctico como trascendental; de hecho es donde lo práctico y lo trascendental se encuentran. Trascendentalmente, eres conciencia inmortal, eres vida consciente. Cuando tu personalidad se va, cuando tu historial personal se va, permaneces como Vida en sí misma. Y prácticamente, cuando tú como forma individual te das cuenta de ti mismo como algo que no está limitado por ninguna forma, tu vida particular se enriquece profunda y dulcemente. Es, de manera natural, un reflejo de significado y propósito.

 

Te invito a que pares de imaginar quién eres, a que pares de imaginar qué es la iluminación, y a que pares de imaginar qué es la realización. A que pares de imaginar cómo será tu futuro, y a que pares de imaginar cómo fue tu pasado. A estar aquí, simplemente como consciencia, presente, indagando sobre lo que siempre está aquí. Cuando la respuesta a esa indagación viene a través de una experiencia directa en lugar de con la definición de una historia personal, la realización no conlleva ningún esfuerzo. El propósito que se desprende de esa realización es natural y sorprendente.

 

Te doy la bienvenida a indagar; te doy la bienvenida a tu siempre más profundo, siempre más fresco descubrimiento. 



Publicado en:
http://www.gangaji.es/

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*Gangaji

 

Gangaji, cuyo nombre original era Merle Antoinette (Toni) Robertson, nació en Texas en 1942, pasando su infancia y parte de su juventud en el estado de Mississippi (EE.UU.). Después de graduarse en la Universidad de Mississippi en 1964, se casó y tuvo una hija. En 1972 se trasladó a San Francisco, donde empezó a explorar los niveles más profundos de su ser.

 

Como muchos de sus contemporáneos, buscó la satisfacción y la plenitud en las relaciones, en su carrera profesional, en la maternidad, en el activismo político y en la práctica espiritual.

 

En su búsqueda personal de la verdad tomó el voto del Bodhisattva, practicó meditación Zen y Vipassana, y ayudó a dirigir un centro de meditación budista y trabajó también como acupuntora.

 

Sus éxitos profesionales, personales y políticos no lograron eliminar el vacío interior que sentía, un profundo y persistente anhelo de realización. La respuesta a su petición de ayuda le llegó inesperadamente en 1990, junto al río Ganges, en la India. Allí encontró a quien sería su maestro, Sri Poonjaji (H.W.L. Poonja), un discípulo de Sri Ramana Maharshi. En ese encuentro con su maestro, a quien amorosamente llama Papaji, descubrió la verdadera plenitud que había estado buscando toda su vida. Él le mostró la forma de reconocer a su verdadero Ser.

 

"El extraordinario evento en esta vida fue encontrar a Papaji. Hasta entonces había estado buscando lo trascendental o lo extraordinario por todos lados, pero después de encontrarme con Papaji, empecé a buscar lo extraordinario en cualquier momento".

Actualmente Gangaji viaja continuamente por todo el mundo dando charlas en las que comparte con sus oyentes su directa experiencia del mensaje esencial que recibió de Papaji. A través de la autoindagación, tal como la enseñaron Ramana Maharshi y Papaji, ella muestra el camino de la libertad a cuantos quieran oírla.


Publicado en:

http://www.advaitainfo.com/maestros/gangaji.html

 

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viernes, 25 de enero de 2013

LO QUE NO PUDO SER; LO QUE FUE. Por Hugo Betancur. Reflexiones.


LO QUE NO PUDO SER; 
LO QUE FUE.
Por Hugo Betancur

Nuestros pensamientos son expresiones del movimiento de nuestras mentes y provienen de un archivo de datos e impresiones que hemos asumido. Interpretamos los procesos de la existencia según nuestras experiencias y según las de otros limitados al estado de nuestra personalidad.
Cuando meditamos seriamente sobre nuestras acciones y relaciones con la visión del corazón –la disposición a comprender-, podemos conocernos y conocer a otros, si ese es nuestro propósito. Los enfoques racionales son solo una fragmentación de lo que llamamos realidad porque provienen de nuestras creencias particulares. Si logramos mirar el mundo desde la posición de los demás, tendremos su perspectiva y sus percepciones, distintas a las nuestras.
Podemos ser atentos observadores mientras debutamos en los escenarios de la vida e interactuamos según las condiciones del presente o podemos ser actores distraídos empeñados en representar los papeles aprendidos en el pasado y en recitar una y otra vez los guiones memorizados –nuestro programa y nuestros fijos proyectos de vida.

Si nos desempeñamos como actores que repetimos nuestros libretos, nuestros procesos de reacción serán monótonos y previsibles: el engranaje mecánico puesto en marcha y controlado por nuestras mentes estancadas, y funcionando con nuestra energía y una precaria información para desempeñarnos en nuestras relaciones de todos los días.
Nuestras mentes fluyen construyendo ideas e imágenes adecuadas a lo que somos. Otros pueden tomarse una impresión de cada uno de nosotros cuando observan nuestros comportamientos por las emociones y sentimientos que expresamos en nuestras relaciones.
Muchas veces nos quedamos pasmados cavilando sobre lo que no pudo ser. Revisamos nuestros viejos planes y expectativas y repasamos los dramas en que fuimos protagonistas infortunados, llevados a la deriva por un cruel destino que nos dejó su huella de amargura y sufrimiento.
Cargamos esos recuerdos como una valiosa posesión durante largas jornadas a través del tiempo de nuestras vidas y hacemos recuentos minuciosos que terminan por aburrir o abrumar a nuestros amigos y parientes; sin embargo, no obtenemos alegría ni satisfacción con esa representación psicológica de mártires: las historias tristes solo nos atraen evocaciones autocompasivas y grises; los cementerios solo guardan despojos y los museos solo conservan retazos de situaciones ya transcurridas y evanescentes.
Todo lo que fue dejó alguna evidencia que podemos relacionar con eventos y personajes. Lo que no pudo ser lo podemos explicar como no sucedido: faltan las evidencias porque no lo experimentamos y no fue posible: un gran amor, la adquisición de algo material, la ejecución de alguna acción o la conquista de algún objetivo perseguido.
Ante nuestras vivencias decidimos nuestras actitudes y sentimientos para asimilar los acontecimientos en que participamos: elegimos la aceptación inteligente y fluida o elegimos el rechazo y la resistencia.
La aceptación nos lleva a la paz y al entendimiento de que todo lo que pasa tiene una causa y un propósito.
El rechazo nos  lleva al conflicto y al sufrimiento, lo que no modifica los sucesos atravesados y nos convierte en viajeros tormentosos y quejumbrosos.
La vida es un conjunto de circunstancias que nos permiten experimentar todas las opciones de la dualidad bajo identidades diferentes. En algún instante del tiempo los cuerpos han de morir. El altivo monarca abandona su trono inevitablemente para regresar vestido de mendigo a confundirse con la gente menuda que hizo posible su reinado; y el mendigo se despoja de su atuendo andrajoso para ponerse los trajes suntuosos de soberano y recorrer a su antojo las dependencias del palacio –todo esto ocurre para que cada uno conozca  los papeles cumplidos por los otros y la manera como se sintió sacudido por los procesos de su efímera existencia.
El sufrimiento es un yugo que asumimos. Cuando nos damos cuenta que no es grato ni útil y que llena de confusión nuestras vidas, podemos dejarlo atrás junto con nuestras interpretaciones particulares, nuestras recriminaciones, nuestras culpas, nuestras condenas, nuestros odios y nuestros sentimientos de separación. Dejamos entonces de sentirnos víctimas de otros y asumimos nuestra autonomía; nos liberamos de nuestros juicios extremos y de sus consecuencias.
Desde nuestras creencias, cada uno de nosotros decide qué sucesos van a afectarnos y cómo nos van a afectar. En cualquier momento podemos cambiar de elección cuando alcanzamos una visión consciente sobre la inevitabilidad de los hechos vivenciados.
Nuestro mayor obstáculo para cambiar el enfoque sobre los eventos proviene de nuestro ego caprichoso con sus presunciones de orgullo, de “dignidad herida” y de dominio o control sobre las acciones y decisiones de los demás.
Como escribí antes, la comprensión nos permite modificar nuestra mentalidad y nuestras creencias: al unísono, nuestro corazón busca las razones de nuestra mente y nuestra mente busca las razones del corazón, lo que nos permite ver “lo que es” y lo que fue, y dejar a un lado “lo que no pudo ser”, para que las tramas de la crónica vivida nos muestren su coherencia y sus intrincados nexos de aprendizaje y de libre albedrío.

Hugo Betancur (Colombia)


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domingo, 20 de enero de 2013

GANGAJI: "Abierto, desprotegido y libre". Video con reflexiones de esta maestra.


RESPONSABILIDAD Y VIGILANCIA

Por Gangaji*

 

“Cuando hablo de vigilancia y responsabilidad, estoy hablando de la capacidad de asumir la responsabilidad de la gracia que ha aparecido dentro de la forma de vida individual llamada "tú". No estoy hablando de un deber o una obligación. No estoy hablando de llevar un peso a cuestas o de un castigo. Vigilancia es la capacidad de asumir la responsabilidad de dónde está nuestra atención en el momento y asumir la responsabilidad cuando habitualmente se va al pasado y al futuro.

En general, estamos entrenados para no asumir responsabilidad. Estamos entrenados para saber quiénes somos y lo que es la realidad a través de nuestras definiciones, a través de las definiciones de los demás, a través de parámetros culturales, parámetros religiosos, e incluso parámetros espirituales. Nos limitamos cuando nos apoyamos indirectamente en el conocimiento de nosotros mismos, mediante pensamientos predeterminados.

Cuando conocí a Papaji, él me dijo que parara. Cuando dejé entrar ese parar, me di cuenta que se refería a detener cualquier hábito de definirme a mí misma. Se refería a dejar de crear y recrearme a mí misma. Qué tarea tan monumental, y sin embargo tan absolutamente inmediata y simple. La verdad de lo que somos es revelada con frescura cuando asumimos la responsabilidad de su descubrimiento directo.

Nuestra responsabilidad como una forma particular de vida de la conciencia que nos anima, de la vida misma, está en movimiento. ¡Qué gracia que podemos ser responsables de la vida que está presente en nosotros y fuera de nosotros, de la vida silenciosa que es la fuente de toda nuestra vida. Como la fuente de todos los pensamientos, la conciencia está presente de forma natural antes de todo pensamiento, durante cualquier pensamiento y después de todo pensamiento.

Nuestras vidas pueden ser una prueba viviente de nuestra capacidad de responsabilidad. Cuando la mente pensante se reafirma y los hábitos de sufrimiento vuelven a recuperar nuestra lealtad, siempre podemos asumir la responsabilidad de estar atentos a los hábitos de la mente. En nuestra toma de conciencia de los hábitos narrativos internos, podemos asumir la responsabilidad de parar la narrativa y descubrir lo que está presente. Podemos asumir la responsabilidad de internamente encontrarnos con lo que habitualmente evitamos, con lo que luchamos, o con lo que se oculta de nosotros mismos.

Podemos reconocer cuando dirigimos nuestra atención a defender un punto de vista particular o una definición como si fuera la realidad. Vamos a tener puntos de vista, por supuesto - es una parte del ser humano - pero cuando los abrazamos como si fuera la realidad y decidimos que nuestra realidad entra en conflicto con la realidad de otros, nos olvidamos de reconocer que son simplemente diferentes puntos de vista - múltiples, infinitos puntos de vista - todos derivados de la misma conciencia.

Si estás dispuesto a tomar un instante para retirar la atención de cualquiera que sea tu diálogo interno, a retirar energía de cualquiera que sea el último punto de vista acerca de tu sufrimiento, se hace inmediatamente obvio lo que está aquí, la plenitud, la riqueza y el amor de uno mismo como vida consciente.

Si hay una conversación en curso sobre el dolor y el sufrimiento, entonces puedes asumir responsabilidad sobre el objeto de tu atención. ¿Dónde está tu atención? El dolor puede no desaparecer, pero si giras tu atención a la mismísima atención, descubrirás que la amplitud de la conciencia tiene espacio para todos los sentimientos y sensaciones. La plenitud del amor, la plenitud del Ser está siempre disponible, independientemente de las circunstancias.

Vigilancia es la llamada de toda una vida, y nuestra responsabilidad está en responder a esa llamada. La auténtica responsabilidad anula todas las excusas que nos mantienen como una víctima del pensamiento. Si te sientes víctima de los pensamientos y de los patrones habituales de reacción, entonces te invito a descubrir cómo la victimización se mantiene en su lugar. ¿Qué hábito de la mente estás complaciendo? Al reconocer los frutos de la vigilancia, la voluntad de ser "cazado" y ser humilde es alegria. La idea de que "mi vida se inicia cuando ya no tengo que estar mas vigilante" o "no tendré que estar atento cuando llegue a un determinado punto", es en realidad la negación de la oportunidad del momento presente para la vigilancia.

Al esperar poner fin a la necesidad de vigilancia, ¿qué queremos? ¿Qué emoción acompaña a esa esperanza? ¿Dónde está? ¿Vas a asumir la responsabilidad de abrir la emoción plenamente, según retiras todos los diálogos internos asociados con ella? ¿Vas a encontrarte con lo que está aquí sin esperar o conocer el resultado de ese encuentro?

Podemos naturalmente mantener una vigilancia profunda, auténtica, toda una vida, ante la llama de la conciencia. Ser responsable de la vigilancia honra aquello que da su inteligencia a cada una de nuestras formas particulares de vida, la propia capacidad de pensar e imaginar. La vigilancia es saborear los honores de la fuente por encima de los pensamientos y las fantasías que nacen de esa fuente.

Cuando reconocemos que de alguna manera hemos negado nuestra responsabilidad, podemos traerla de vuelta al centro del despertar de nuestra alma. Entonces nos hacemos responsables de nuestro continuo despertar y de nuestros inevitables errores. Podemos ver que ignorar nuestros errores o defendernos de ellos es irresponsable.

Responsabilidad y vigilancia requieren atención plena, pero no requieren energía, y no requieren esfuerzo. La rendición del esfuerzo - de lo que se está haciendo, de lo que está siendo alcanzado, o rechazado, u ocultado de lo que se está pensando - nos revela el fuego de la conciencia como el terreno que siempre está presente.

¿Dónde está tu atención en este preciso momento? Si estás atendiendo a los pensamientos, deja que estas palabras sean un faro para regresar a casa, a ti mismo. ¡Qué bendición que tu vida puede ser la vigilia viviente de lo que es el fundamento de su vida.”

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Fuente: De las serie “Con Gangaji”, Noviembre 2010

Publicado en:

http://www.gangaji.org/index.php?modules=content&op=espanol


*Gangaji

 

Gangaji, cuyo nombre original era Merle Antoinette (Toni) Robertson, nació en Texas en 1942, pasando su infancia y parte de su juventud en el estado de Mississippi (EE.UU.). Después de graduarse en la Universidad de Mississippi en 1964, se casó y tuvo una hija. En 1972 se trasladó a San Francisco, donde empezó a explorar los niveles más profundos de su ser.

 

Como muchos de sus contemporáneos, buscó la satisfacción y la plenitud en las relaciones, en su carrera profesional, en la maternidad, en el activismo político y en la práctica espiritual.

 

En su búsqueda personal de la verdad tomó el voto del Bodhisattva, practicó meditación Zen y Vipassana, y ayudó a dirigir un centro de meditación budista y trabajó también como acupuntora.

 

Sus éxitos profesionales, personales y políticos no lograron eliminar el vacío interior que sentía, un profundo y persistente anhelo de realización. La respuesta a su petición de ayuda le llegó inesperadamente en 1990, junto al río Ganges, en la India. Allí encontró a quien sería su maestro, Sri Poonjaji (H.W.L. Poonja), un discípulo de Sri Ramana Maharshi. En ese encuentro con su maestro, a quien amorosamente llama Papaji, descubrió la verdadera plenitud que había estado buscando toda su vida. Él le mostró la forma de reconocer a su verdadero Ser.

 

"El extraordinario evento en esta vida fue encontrar a Papaji. Hasta entonces había estado buscando lo trascendental o lo extraordinario por todos lados, pero después de encontrarme con Papaji, empecé a buscar lo extraordinario en cualquier momento"

 

Actualmente Gangaji viaja continuamente por todo el mundo dando charlas en las que comparte con sus oyentes su directa experiencia del mensaje esencial que recibió de Papaji. A través de la autoindagación, tal como la enseñaron Ramana Maharshi y Papaji, ella muestra el camino de la libertad a cuantos quieran oírla.

 

Publicado en:

 

http://www.advaitainfo.com/maestros/gangaji.html

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Otras ideas de vida en:

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http://es.scribd.com/hugo_betancur_3

 

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