domingo, 29 de enero de 2012

Neuronas espejo en el cerebro


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NEURONAS  ESPEJO:

“Mentes conectadas sin brujería”

Entrevista de Eduard Punset con Marco Iacoboni*

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«  Marco Iacoboni:
Hay que decir que, aunque el descubrimiento de las neuronas espejo sea reciente, si nos remontamos varios siglos atrás, veremos que, durante mucho tiempo, se ha querido descubrir cómo podemos entender la mente de los demás, y durante siglos varios pensadores y escritores han escrito sobre el tema. Cuando los leo, pienso que es como si supieran lo que eran las neuronas espejo o, cuanto menos, lo intuyeran. Hay una cita de Hume que dice que las mentes de los hombres son espejos unas de otras. Así pues, se puede llegar a este descubrimiento incluso mediante una buena comprensión de la psicología de la gente. Pero el descubrimiento en sí es realmente extraordinario, porque le dio un vuelco a la manera de concebir el cerebro de los neurocientíficos. Se sabía que el cerebro se divide en varios compartimentos: uno para el control motor, otro para la visión, otro para escuchar las cosas, otro para pensar en ellas… pero resulta que la misma neurona (el descubrimiento se hizo en el cerebro del mono) la misma neurona que se activa cuando el mono agarra una cosa se activa también cuando el mono está quieto y ve que alguien agarra algo.

Eduard Punset:
Sin que haya movimiento…

Marco Iacoboni:
¡Ninguno!

Eduard Punset:
El mono no se mueve, pero la neurona…

Marco Iacoboni:
…se activa. Y por eso las llamamos neuronas espejo, porque es como si el mono que ve a otro
haciendo algo estuviera contemplando su propia acción reflejada en un espejo. Así pues, realmente nos volvemos espejos de los demás mediante este mecanismo especular tan sencillo. ¿Y por qué es importante? Porque tras cada acción que hacemos, cuando yo agarro el libro, o tú el bolígrafo… existe una intención subyacente, un estado mental tras la acción. Así que, mediante este espejo de las acciones de los demás, podemos acceder a su mente, al estado mental que los condujo a actuar.


Eduard Punset:
Otro campo en el que las neuronas espejo entran en juego es el lenguaje. Mencionas el área de Broca que, al parecer, es la región principal para el lenguaje, ¿no? ¿Qué sucede con eso?
¿Hasta qué punto han sido útiles las neuronas espejo para que los humanos aprendieran a hablar?

Marco Iacoboni:
En primer lugar, cuando hablamos siempre utilizamos las manos. La gesticulación con las manos es muy importante para la comunicación. Sabemos que las neuronas espejo son importantes para controlar las manos y descodificar los movimientos de las manos de los demás. Así que, cuando te veo mover las manos mientras hablas conmigo, utilizo las neuronas espejo para interpretar lo que haces con las manos. La idea es que, incluso antes de que los seres humanos pudieran hablar, estas neuronas servían para la comunicación no verbal.
Porque los gestos se utilizan en la comunicación y, de nuevo, estas neuronas se activan cuando hago ciertas cosas, pero también cuando te veo hacerlas, así que crean una paridad, un canal de comunicación entre tú y yo. El caso es que evolucionaron y ayudaron incluso en el habla. De hecho, hicimos experimentos en el laboratorio que demuestran que las regiones cerebrales que se activan al hablar, en el lóbulo frontal, también se activan al escuchar a otras personas que hablan. Así que incluso estas regiones modernas que controlan la lengua y los labios al hablar entran en juego cuando te escucho hablar y yo no hablo: las regiones que controlan la lengua y los labios están tan activas como si estuviera hablando yo mismo.

Eduard Punset:
Hay otro tema que le preocupa a la gente… si las cosas son como sugieres, y si todo es en cierto modo tan automático (porque incluso si no media movimiento, incluso si hago un gesto con la mano, existe una neurona espejo en tu cerebro que te dice lo que estoy pensando…). Si todo es así… ¿Qué hay del libre albedrío? ¿Todavía hay espacio para el libre albedrío?

Marco Iacoboni:
¡Es una pregunta estupenda! En cierto modo, éste y otros descubrimientos de la neurociencia sugieren que nuestra noción del libre albedrío es un poco demasiado optimista. ¡No tenemos tanto libre albedrío como nos pensábamos! No obstante, sigo pensando que un poco sí tenemos, porque me parece que tenemos mecanismos de control en el cerebro… por ejemplo, ¿por qué no te imito todo el rato? Puedo evitarlo, puedo controlarlo. Así que, aunque creo que hay influencias sobre la conducta humana y aunque sabemos, por ejemplo, que la violencia en los medios de comunicación realmente está provocando conducta imitativa… y aunque me parece que las neuronas espejo participan en eso… al final se puede controlar, así que hay esperanza para el libre albedrío: ¡no somos robots que únicamente pueden hacer lo que ven!
Hay cierto grado de control. Pese a todo, en último término, todo esto significa que el libre albedrío no es completo. Lo que vemos y experimentamos determina la manera en la que nos comportamos.

Eduard Punset:
Yo entiendo que ustedes vean la relación entre, digamos, un estímulo exterior (bueno, yo estoy moviendo estos dedos con la pluma, ¿no?) y este estímulo exterior activa una neurona espejo en el cerebro de la persona que tengo enfrente.

Eso lo entiendo, pero es que luego viene algo mucho más complicado: a través de las neuronas espejo, se transmite, mediante la ínsula (que es una especie de estructura de conexión del cerebro), a las emociones; y las emociones en principio no parecían tener nada que ver con las neuronas espejo. Pero habéis descubierto que también pueden influir, a través de la ínsula, sobre la empatía, sobre si, por ejemplo, uno es capaz de empatizar con el sufrimiento de otra persona o no.

Marco Iacoboni:
¡Tienes toda la razón! De hecho, hemos publicado varios artículos que sugieren y demuestran que, en primer lugar, en lo referente al sistema neuronal, las regiones que contienen neuronas espejo del cerebro humano realmente se comunican con los centros cerebrales de las emociones, así que conectan con…

Eduard Punset:
El sistema límbico…

Marco Iacoboni:
Con el sistema límbico, sí. Y, en segundo lugar, la actividad en este sistema está correlacionada con la cantidad de empatía. Hay estudios que demuestran que los niños que imitan u observan las expresiones faciales presentan actividad en estas áreas, por supuesto y, cuanto más activas son dichas regiones, más empatía tienen los niños. Por tanto, existe un vínculo muy estrecho entre la actividad en estas regiones cerebrales y la tendencia a tener empatía… Básicamente, funciona del siguiente modo: yo te veo sonreír y mis neuronas espejo lo simulan, crean una especie de imitación interna en mi cerebro de la sonrisa en tu rostro, y luego envían estas señales al sistema límbico y siento lo que tú sientes»

*Entrevista de Eduard Punset con Marco Iacoboni, neurocientífico de la Universidad de California, Los Ángeles. Madrid, 8 de diciembre del 2009.

Vídeo del programa:
http://www.redesparalaciencia.com/2644/redes/2010/redes-56-mentes-conectadas-sin-brujeria
Transcripción de la entrevista:
http://www.redesparalaciencia.com/wp-content/uploads/2010/04/entrev56.pdf

Cartel para reflexionar



El tema de arriba lo copié del muro de Diana Victoria B...




Duquesa de Alba: "el tiempo, el implacable, el que pasó..."


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Time lapse de un minuto con imágenes, arriba.

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Boda otoñal, abajo:


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Reverencias entre soberbios


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Cuando los soberbios doblan la rodilla


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Meditar: observar nuestras mentes


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Acerca de la MEDITACIÓN

Extractos de “El estado creativo de la mente”, de Jiddu Krishnamurti.


Interlocutor: ¿Puede adquirirse la mente religiosa por la meditación?

Krishnamurti: Lo primero que hay que comprender es que no podéis adquirirla, no podéis obtenerla, no puede ella producirse por medio de la meditación. Ninguna virtud, ningún sacrificio, ninguna meditación, nada del mundo puede comprar esto. Para que eso sea, tiene que cesar totalmente este sentido de alcanzar, de realizar, de ganar, de comprar. No podéis utilizar la meditación. Aquello de que he estado hablando es meditación. La meditación no es un medio para algo. Descubrir en todos los momentos de la vida cotidiana qué es verdadero y qué es falso, es meditación. La meditación no es algo por cuyo medio escapáis, algo en lo que conseguís visiones y toda clase de grandes emociones ‑eso es autohipnosis, cosa sin madurez, pueril. Mas el vigilar todos los momentos del día, ver cómo opera vuestro pensamiento, ver funcionar el mecanismo de la defensa, ver los temores, las ambiciones, las codicias y envidias, vigilar todo esto, indagarlo todo el tiempo, eso es meditación, o parte de la meditación. Sin poner el buen cimiento no hay meditación, y poner el buen cimiento es estar libre de ambición, de codicia, de envidia y todas las cosas que hemos creado para nuestra autodefensa. No tenéis que acudir a nadie para que os diga qué es la meditación o para que os dé un método. Lo puedo descubrir muy sencillamente vigilándome, lo ambicioso que soy o que no soy. No me lo tiene que decir otro; lo sé. Arrancar la raíz, el tronco, el fruto de la ambición, verla y destruirla totalmente es absolutamente necesario. Como veis, queremos llegar muy lejos sin dar el primer paso. Y hallaréis que si dais el primer paso, ese es el último. No hay otro paso.


La meditación, que me propongo indagar con vosotros, tiene para mí una enorme importancia, mientras que tal vez para vosotros sea una palabra de esas que utiliza uno más bien ocasionalmente. Quizá para vosotros signifique un método para lograr un resultado, para llegar a alguna parte; y puede implicar la repetición de palabras y frases para calmar la mente, y la actitud de la súplica. Mas, para mí, la palabra ‘meditación’ tiene un significado extraordinario; y para penetrar en él plenamente, que es lo que pienso hacer, tenemos primero que comprender, creo, el poder que crea ilusión.

La mayoría de nosotros vivimos en un mundo de meras apariencias. Todas nuestras creencias son ilusiones; carecen de toda validez. Y para desnudar la mente de toda clase de ilusión y del poder de crearla, hace falta una percepción realmente clara, aguda, la capacidad de razonar bien, sin ninguna evasión, ninguna desviación.

Un cerebro que no tenga temor, que no se oculte tras secretos deseos, un cerebro que esté muy quieto, sin ningún conflicto, una mente así es capaz de descubrir lo verdadero, de descubrir si hay Dios. No me refiero a la palabra ‘Dios’, sino a lo que esa palabra representa, algo no medible en términos de palabras o de tiempo, si es que existe tal cosa. Para descubrir, por cierto tiene que terminar toda forma de ilusión y el poder de crearla. Y el despejar la mente de toda ilusión es, para mí, la vía de la meditación.

Creo que por la meditación se llega a un vasto campo de inmenso descubrimiento: no invención, no visiones, sino algo enteramente distinto que está de hecho más allá del tiempo, más allá de las cosas que han sido concebidas por la mente del hombre a través de siglos de búsqueda.

Si uno quiere realmente descubrir eso por sí mismo, tiene que poner la adecuada fundación, y el poner la acertada base es la meditación. Copiar un modelo, ir tras un sistema, seguir un método de meditación, todo eso es demasiado infantil, demasiado falto de madurez, es tan sólo imitación y no conduce a ninguna parte, aunque produzca visiones.

La correcta base para descubrir si existe una realidad detrás de las creencias que la propaganda ha impuesto sobre la mente de cada uno, solo se produce por el autoconocerse. El propio hecho de conocer acerca de uno mismo es meditación. Saber sobre sí mismo no es saber lo que uno debería ser; eso no tiene validez ni realidad, es simplemente una idea, un ideal. Pero comprender lo que es, el hecho efectivo de lo que uno es, de instante en instante, eso requiere que la mente se libere del condicionamiento.

Entiendo por ‘condicionamiento’, todas las imposiciones que ha hecho sobre nosotros la sociedad, la religión, a través de la propaganda, de la insistencia, de la creencia, del miedo, del cielo y el infierno. Incluye el condicionamiento de la nacionalidad, del clima, de la costumbre, de la tradición, de la cultura como francés, hindú o ruso, y las innumerables creencias, supersticiones, experiencias, que forman todo el trasfondo en que vive la conciencia y que se ha establecido por el propio deseo de estar seguro. Y la investigación de ese trasfondo y su destrucción es lo que constituye la colocación de la correcta base para la meditación.

Sin libertad, no podemos ir muy lejos; sólo deambulamos dentro de la ilusión, que no tiene sentido alguno. Si queremos descubrir si hay o no realidad, si queremos de veras ir hasta el fin mismo de ese descubrimiento ‑no meramente jugar con ideas, por muy agradables, intelectuales, razonables o aparentemente sanas que sean- tiene que haber primero libertad, liberación del conflicto. Y eso es sumamente difícil. Es bastante fácil eludir el conflicto; podemos seguir algún método, tomar una píldora, un sedante, una bebida, y ya no somos conscientes del conflicto. Pero para entrar a fondo en toda la cuestión del conflicto, hace falta atención.

Atención y concentración son dos cosas diferentes. La concentración es exclusión, estrechar la mente o el cerebro para enfocar aquello que se desea estudias, observar. Eso se comprende con bastante facilidad. Y la concentración excluyente crea distracciones ¿no es así? Cuando deseo concentrarme y la mente divaga sobre alguna otra cosa, esa otra cosa es una distracción, y por tanto hay un conflicto. Toda concentración implica distracción, conflicto y esfuerzo. Por favor, no os limitéis a seguir mis palabras, mis explicaciones, sino seguid en realidad vuestros propios conflictos, vuestras distracciones, vuestros esfuerzos. El esfuerzo implica conflicto ¿no es así?; y sólo hay esfuerzo cuando queréis ganar, alcanzar, evitar, seguir o negar.

Este, si puedo decirlo así, es un punto muy importante que hay que comprender: que la concentración es exclusión, resistencia, reducción del poder del pensamiento. La atención no es en absoluto el mismo proceso. La atención es inclusiva. Sólo podemos atender cuando la mente no tiene barreras. Es decir, puedo ver ahora los muchos rostros que tengo enfrente, escuchar las voces de afuera, oír el funcionamiento o no funcionamiento del ventilador eléctrico, ver las sonrisas, las cabezas que se mueven asintiendo; la atención incluye socio eso y más. Mientras que si meramente os concentráis, no podéis incluir todo eso; ello se convierte en distracción. En la atención no hay distracción; en ella puede haber concentración, pero ésta no es excluyente. En cambio la concentración excluye la atención. Quizá esto pueda ser algo nuevo para vosotros; pero si queréis experimentara por vosotros mismos, hallaréis que existe una cualidad de atención que puede escuchar, ver, observar, sin ningún sentido de identificación; hay un ver, un observar completo, y por lo tanto sin exclusión.

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Ayudar en vez de castigar

Por Thich Nhat Hanh 

…después de diez o quince minutos de meditar caminando y de observar de manera consciente, descubres que [la persona iracunda y enojada] en vez de castigo lo que necesita es ayuda. Y ésa es una buena percepción. Esa persona puede ser muy cercana a ti, quizá tu cónyuge o un miembro de tu familia. Si tú no la ayudas, ¿quién va a hacerlo?

Cuando alguien no sabe cómo manejar su propio sufrimiento, deja que se extienda a la gente de su alrededor. Cuando tú sufres, haces sufrir a la gente que te rodea. Es algo muy natural. Por eso, debemos aprender a manejar nuestro sufrimiento, para que no lo vayamos repartiendo por ahí. Cuando eres líder familiar, por ejemplo, sabes que el bienestar de los miembros de tu familia es muy importante. Como tienes compasión, no dejas que tu sufrimiento haga daño a los que te rodean. Practicas el aprendizaje de manejar tu sufrimiento, porque sabes que no es una cuestión individual; y que tu felicidad  tampoco lo es.

Cuando alguien está enojado y no sabe cómo manejar su ira, se siente impotente y sufre. Y también hace sufrir a los que le rodean. Al principio podemos sentir que la persona que se enoja se merece un castigo. Deseamos castigarla porque nos ha hecho sufrir. Pero después de diez o quince minutos de meditar caminando y de observar de manera consciente, descubrimos que en vez de castigo lo que necesita es ayuda. Y ésa es una buena percepción. Esa persona puede ser muy cercana a ti, quizá tu cónyuge o un miembro de tu familia. Si tú no la ayudas, ¿quién va a hacerlo?

Como sabes abrazar tu ira, ahora te sientes mucho mejor, pero ves que la otra persona sigue sufriendo. Ésta percepción te mueve a acercarte a ella de nuevo. Nadie más puede ayudarla, excepto tú. Ahora sientes un gran deseo de volver y ayudarla. Es una actitud totalmente distinta a la que antes tenías, ya no deseas castigarla. Tú ira se ha transformado en compasión. La práctica de ser consciente, conduce a la atención y a la percepción interior. 

La percepción es el fruto de la práctica; y puede ayudarnos a perdonar y a amar  a los demás. Practicar durante quince minutos o media hora el ser consciente; observando atentamente nuestras percepciones interiores, puede liberarnos de la ira y convertirnos en  persona afectuosas. Ésa es la fuerza del Dharma*, el milagro del Dharma.


*Dharma: Según la denominada “Ley de la causalidad” o de “causa y efecto” quiere decir que cosechamos lo que hemos sembrado y que lo que nos sucede tiene relación con los méritos de nuestras vidas.

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