domingo, 8 de septiembre de 2024

¿Qué tan inteligentes somos?


¿QUÉ TAN INTELIGENTES SOMOS?

Hugo Betancur

 

Lo que hacemos nos puede atraer un reconocimiento de otros y de nosotros mismos como personajes inteligentes si lo que alcanzamos representa bienestar, armonía, progreso -quizá reflejados en un aspecto afable, en una atención plena a lo que sucede en el presente, en un trato considerado, en un apetito sobrio y en un sueño tranquilo; en resumen, en la ausencia de ansiedad que nos distraiga y de depresión que nos abrume. (También como personajes inteligentes podemos manifestarnos conmocionados transitoriamente por las circunstancias, en un estado desapacible y de aflicción que podamos identificar y que estemos dispuestos a superar consciente y oportunamente).

Para afirmar esa imagen de inteligentes, nos corresponde asumir los acontecimientos y procesarlos en nuestras mentes como episodios inevitables de nuestro destino; también nos corresponde afrontar los cambios, los aprendizajes y las soluciones apremiantes que nos liberen de los conflictos y de las crisis o que nos permitan atravesarlos.

Es posible que la inteligencia* tenga como requisitos la comprensión y la compasión para no engancharnos en las contiendas ocasionadas por los sucesos y las pugnas humanas, donde nuestros egos exhiben su ambición, su destructividad y su endeble vanagloria.

Culturalmente, muchos conceptos han sido relacionados con la definición de la palabra “inteligencia”. Podemos considerarla como la capacidad de un ser humano de percibir en su mente la realidad que contempla o analiza con enfoques lógicos y coherentes que representen sus propiedades para que otros puedan aceptarla como cierta.

Nuestra observación debe acogerse a las cualidades de lo que enfocamos y a su entorno de manifestación -una mariposa que aletea en el campo expresa su libertad ilimitada y una que revolotea en una habitación cerrada no logra encontrar su salida hacia el amplio espacio exterior.

Respecto a otros seres humanos, una actitud de empatía con ellos y sus acciones nos permite describir o entender su estado psicológico y nos permite hacer un juicio ajustado a lo que son -procediendo así, logramos rebasar nuestras conjeturas inconsistentes y nuestras suposiciones erradas.

Podemos deducir que un ser humano inteligente elige la interpretación más plausible y útil para establecer sus relaciones y sus acciones, teniendo la premisa de no causar daño a otros y no exponerse a daños que estos le pudieran infligir cuando se sienten afectados.

 

Hugo Betancur (Colombia)

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*El término ‘inteligencia’ proviene de los vocablos latinos  intelligentia o intellēctus, derivados del verbo intellegere -compuesto de inter («entre») y legere («leer, escoger»)- y la definimos como  disposición a  comprender o percibir justamente.

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