domingo, 1 de septiembre de 2024

¿Qué podemos perdonar?


¿QUÉ PERDONAMOS?

Hugo Betancur

 

Probablemente debamos perdonar los veredictos de culpa que hemos decretado contra otros por sus acciones: reprobamos sus comportamientos considerando que nos han hecho daño, que han afectado nuestros intereses y expectativas, que han defraudado nuestras creencias y normas.

Muchas veces nos empecinamos en mantener vigentes esas culpas y los hechos que las motivaron y nos declaramos adversarios de los autores y los eventos. Llevamos esas cargas agobiantes mientras nuestras existencias van declinando y mientras retraemos obsesivamente los recuerdos adversos con una persistencia enfermiza y dolida.

En toda relación suceden eventos protagonizados por los personajes que participan -son solo eventos donde cada uno realiza su acto según las condiciones temporales y según su idiosincrasia*.

Podemos deducir que los ejecutantes eligen qué hacer según las opciones disponibles para cada situación y convergencia -en la vida pasa algo similar a lo que sucede en una partida de ajedrez donde los contrincantes mueven las piezas en el tablero limitados a escoger solamente las jugadas posibles.

El perdón es un retorno a la cordura. Nos permite deshacer los yugos que nos hemos impuesto siguiendo los sistemas de creencias disociadores que heredamos o elaboramos y nos permite también deshacer la soberbia y vanagloria de la importancia personal.

Para que podamos establecer el perdón en nuestras mentes debemos comprender que todo lo que ocurre son eventos de la historia común, tan intempestivos e inevitables como el derrumbe de una ladera de montaña donde la presencia de  corrientes de agua subterráneas y la falta de árboles socavan la firmeza del terreno.

Aquellos que juzgamos con sentimientos de ataque y de rechazo sólo hicieron lo que era posible para su personalidad y las circunstancias de sus vidas.

Nuestros juicios sobre ellos y sobre los sucesos experimentados son tan inútiles y arbitrarios como nuestros lamentos y nuestras amarguras: son sólo dramas de llanto y autocompasión con que nos embelesamos en nuestros duelos rituales y nuestras fantasías sobre la felicidad subjetiva que imaginamos y que no nos fue prodigada porque los concurrentes no podían darnos ese presente exigido o reclamado.

Cuando juzgamos a otros los sometemos a la lógica** de nuestras creencias y desdeñamos las limitaciones y el libre albedrío de su personalidad.

A quien elabora la culpa le corresponde decidir la absolución.

En el interior de cada uno de nosotros está la comprensión y no afuera.

 

Hugo Betancur (Colombia)

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*IDIOSINCRASIA: “Conjunto de los rasgos y el carácter distintivos de un individuo o comunidad”, según definición de la RAE para esta palabra.

** LÓGICA: “La palabra lógica, del griego "λογική - λογικός" (logikê-logikós), a su vez de logos: razón. Ciencia que enseña a raciocinar con exactitud”.

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