EL CUMPLIMIENTO DE NUESTROS SUEÑOS
Hugo Betancur
Los
vendedores de ilusiones de la cultura planetaria, que ha sido denominado
positivista por consideración de sus gurús, han desparramado el concepto de que
podemos hacer realidad todos los sueños que concibamos. Esto probablemente es
una fantasía de sus mentes, que tiene una aplicación incierta en nuestras
existencias.
La
realización de nuestros planes y proyectos requiere que cumplamos unos
requisitos y unas condiciones básicas. Como ejemplo, si queremos desempeñarnos
en áreas artísticas debemos tener talentos y vocación que nos permitan
representar los papeles correspondientes a sus oficios -los pintores deberán
tener afinidad con la composición, los
colores, el retrato de los ambientes, las formas y los personajes; los músicos
deberán tener destreza para la composición, la elaboración de los compases, la
construcción progresiva de sus partituras en el pentagrama; los bailarines
deberán tener cuerpos agiles y versátiles y gracia de movimientos adecuándose
al ritmo de la música en su ejecución. Es posible que la pintura de paisajes y personajes le sea vedada a un ciego, lo mismo que la
composición musical a un sordo de nacimiento.
Sólo
podemos cumplir, alcanzar o conseguir lo que hemos llamado nuestros sueños si
tenemos la voluntad de emprenderlos y los instrumentos y aptitudes para
realizarlos o adquirirlos –me refiero a cargos o empleos, a profesiones o
graduaciones académicas, a proyectos o aventuras, a la adquisición de cosas.
Nuestros
ideales sobre las personas, raramente se cumplen. Es lo más justo que puede
ocurrir. Si logramos tener los padres ideales, es posible que no logremos
desempeñarnos como hijos ideales. Si logramos acceder a nuestra pareja ideal,
tal vez nuestros exigentes egos nos impidan retribuirle recíprocamente las
cualidades y atributos que soñamos que tuviera. Algo parecido podría suceder
con nuestros amigos y allegados en los trabajos que ejerzamos: podrían tener
comportamientos y virtudes excepcionales que contrastaran con nuestro desempeño
narcisista y desdeñoso.
Si
nuestros sueños sobre las personas fueran posibles, tendríamos un mundo caótico
y desajustado de amos y sirvientes, de dueños ambiciosos y esclavos.
Probablemente los seres humanos elegidos como nuestros ideales serían
consumidos por nuestra voracidad y por las ambiciones exclusivistas de nuestros
egos.
Si pudiéramos
acceder al cumplimiento de nuestros sueños sobre la infinidad de cosas y
actividades humanas deseables sin los requisitos de nuestros talentos, nuestros
méritos y nuestras acciones para deshacer los obstáculos, los aprendizajes y
las dificultades, quizá tendríamos un mundo de soñadores satisfechos, envanecidos,
despistados y ajenos al orden natural de la vida.
Hugo
Betancur (Colombia).
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