Aprender y cambiar son conceptos interdependientes. Nuestros aprendizajes conllevan cambios y nuestros cambios conllevan aprendizajes. Aprender y cambiar son procesos activos de nuestras mentes.Todos los estados de conformidad y abandono impiden la expansion del conocimiento. Este es un espacio para divulgar reflexiones, ideas, imágenes y mensajes constructivos.
Pregunta de interlocutor: ¿Cómo puedo librarme del miedo, que influye en
todas mis actividades?
Krishnamurti:
¿Qué entendemos por miedo? ¿Miedo de qué? Hay diversos tipos de miedo, y no
necesitamos analizar cada uno. Pero podemos ver que el miedo surge cuando
nuestra comprensión de la vida de relación no es completa. Relaciones existen
no sólo entre personas sino entre nosotros y la naturaleza, entre nosotros y
los bienes, entre nosotros y las ideas; y mientras esas relaciones no sean
plenamente comprendidas, tiene que haber miedo. La vida es convivencia. Ser es
estar relacionado, y sin relaciones no hay vida. Nada puede existir en el
aislamiento; y mientras la mente busque aislamiento tiene que haber miedo. El
miedo, pues, no es una abstracción; sólo existe con relación a algo.
La pregunta es: "¿Cómo librarse del
miedo?" En primer término, cualquier cosa que sea vencida tiene que ser
subyugada una y otra vez. No es posible vencer, sobreponerse a un problema; el
problema puede ser comprendido, no vencido. Esos son dos procesos completamente
diferentes; y el proceso de vencer conduce a mayor confusión, a mayor miedo.
Resistir, dominar, batallar con un problema, o erigir contra él una defensa, es
sólo crear mayor conflicto. Si en lugar de ello podemos comprender el miedo,
penetrarlo plenamente paso a paso, explorar todo su contenido, el miedo jamás
volverá en forma alguna.
Como ya lo dije, el miedo no es una abstracción;
sólo existe en relación a algo. ¿Y qué entendemos por miedo? Al final de
cuentas, tenemos miedo de no ser, de no llegar a ser algo. ¿No es así? Ahora
bien, cuando existe el miedo de no ser, de no progresar, o el miedo a lo
desconocido, a la muerte, ¿puede ese miedo ser vencido por una determinación,
por una conclusión, por alguna opción? Es evidente que no. La mera supresión,
sublimación o substitución crea mayor resistencia, ¿verdad? El miedo no puede,
pues, ser vencido mediante forma alguna de disciplina, de resistencia. Este
hecho tiene que ser claramente percibido, sentido y experimentado; el miedo no
puede ser vencido por ninguna forma de defensa o de resistencia. Tampoco puede
uno librarse del miedo buscando una respuesta, o por medio de una simple
explicación intelectual o verbal.
Ahora bien: ¿de qué tenemos miedo? ¿Tenemos miedo
de un hecho o de una idea acerca del hecho? ¿Tenemos miedo de
la cosa, tal como es, o tenemos miedo de lo que creemos que es? Tomemos la
muerte como ejemplo. ¿Tenemos miedo del hecho de la muerte o de la idea de la
muerte? El hecho es una cosa, y la idea acerca del hecho es otra. ¿Tengo miedo
de la palabra "muerte" o del hecho en sí? Como tengo miedo del
vocablo, de la idea, nunca encaro, nunca comprendo el hecho, no estoy jamás en
relación directa con el hecho. Es tan sólo cuando estoy en completa comunión
con el hecho, que el miedo no existe. Mas si no estoy en comunión con el hecho,
entonces tengo miedo; y no hay comunión alguna con el hecho mientras yo tenga
una idea, una opinión, una teoría, acerca del hecho. Tengo que
ver con toda claridad. Si tengo miedo de la palabra, de la idea o del hecho. Si
estoy cara a cara con el hecho, nada hay que comprender al respecto: el hecho
está ahí, y puedo habérmelas con él. Mas si me da miedo la palabra, tengo que
entenderla, penetrar todo el proceso de lo que implica la palabra, el término.
Por ejemplo: uno tiene miedo de la soledad, miedo
del dolor y de la angustia de estar solo. Ese miedo, por cierto, existe porque
uno nunca ha considerado realmente la soledad, nunca ha estado en completa
comunión con ella. En cuanto uno se abre completamente al hecho de la soledad,
puede comprender lo que ella es; pero uno tiene una idea, una opinión acerca de
ella, basada en un conocimiento previo; y es esa idea, esa opinión, ese
conocimiento previo acerca del hecho, que crea el miedo. El
miedo, pues, es evidentemente el resultado de poner nombre, de aplicar un
término, de proyectar un símbolo que representa el hecho; es decir, el miedo no
es independiente de la palabra, del término.
Tengo una reacción, supongamos, ante la soledad:
digo que me da miedo no ser nada. ¿Tengo miedo del hecho en sí, o ese miedo se
despierta porque tengo un conocimiento previo del hecho? Ese conocimiento es la
palabra, el símbolo, la imagen. ¿Cómo puede haber miedo de un hecho? Cuando
estoy frente a frente a un hecho, en directa comunión con él, puedo mirarlo,
observarlo; no hay, por lo tanto, miedo del hecho. Lo que causa miedo es mi
aprensión acerca del hecho, de lo que el hecho pudiera ser o
hacer.
Es, pues, mi opinión, mi idea, mi conocimiento
respecto del hecho, lo que origina el miedo. Mientras demos más importancia a
la palabra que al hecho, mientras al hecho se le dé un nombre y con ello se lo
identifique o condene, mientras el pensamiento juzgue el hecho como observador,
tiene que haber miedo. El pensamiento es producto del pasado y sólo puede
existir gracias a las palabras, nombres, a los símbolos, a las imágenes, y
mientras el pensamiento considere o traduzca el hecho, tiene que existir el
miedo.
Es, pues, la mente la que crea el miedo, siendo la
mente el proceso de pensar. El pensar es "verbalización". No podéis
pensar sin palabras, sin símbolos, sin imágenes. Esas imágenes, que son los
prejuicios, el conocimiento previo, las aprensiones de la mente, se proyectan
sobre el hecho, y de ahí surge el miedo. Sólo se está libre del miedo cuando la
mente es capaz de considerar el hecho sin interpretarlo, sin ponerle un nombre,
un rótulo. Esto es sumamente difícil, porque los sentimientos, las reacciones,
las ansiedades que tenemos, son prontamente identificados por la mente y
reciben un nombre. El sentimiento de los celos es identificado por esa palabra.
Ahora bien: ¿es posible no identificar un sentimiento, captar ese sentimiento
sin ponerle nombre? Es el poner nombre al sentimiento lo que le da continuidad,
lo que le infunde vigor. No bien dais un nombre a eso que llamáis miedo, lo
fortalecéis; mas si podéis captar ese sentimiento sin denominarlo, veréis que
él se debilita. Por consiguiente, si uno quiere estar completamente libre del
miedo, es esencial que entienda todo el proceso de denominar, de proyectar
símbolos, de dar nombres a los hechos. Es decir, el estar libre del miedo sólo
es posible habiendo conocimiento propio. El conocimiento propio es el comienzo
de la sabiduría, y ésta es el fin del miedo.
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activar subtítulos en español dar clic sobre las letras “cc” en la parte
inferior del cuadro de video.
"A los treinta años
de vida, Byron Kathleen Reid sufrió una severa depresión que persistió por diez
años. Se pasó unos dos años confinada a su casa y permaneciendo la mayor parte
del tiempo en cama, obsesionada con la idea del suicidio –el escape violento de
su condición humana conflictiva y autosufrida.
"Sin embargo,
súbitamente, después de atravesar el drama de desesperación en su mente,
experimentó una reacción, un “insight” que dio inicio a los cambios profundos
para su vida.
"Se dio cuenta
que cuando pensaba que algo debería ser diferente de cómo era -“Mi marido
debería quererme más,” “Mis hijos deberían apreciarme”- ella sufría, y que cuando
no conformaba esas ideas restrictivas y demandantes se sentía en paz.
"Comprendió que lo
que causaba su depresión no era el mundo alrededor suyo, sino las creencias que
ella tenía respecto a ese mundo. En ese repentino despertar interior, Katie vio
que nuestro esfuerzo por encontrar la felicidad estaba enrevesado: en vez de
intentar cambiar el mundo para ajustarlo a nuestros pensamientos de cómo
“debería” ser, podemos cuestionar estos pensamientos y, mediante el encuentro
con la realidad como es, experimentar una libertad y un gozo
inimaginables.
"Katie desarrolló un
método sencillo y sin embargo poderoso de indagación, llamado The Work, que
pudiera posibilitar esta transformación. Como resultado, un ser humano
femenino, confundido, autocompasivo, en un drama de víctima y con
tendencias suicidas, empezó a manifestar su aceptación y comprensión hacia la
vida y sus manifestaciones cotidianas.
"Esta revelación de
Katie coincide con las últimas investigaciones de la psicología cognitiva. The
Work ha sido comparado con el diálogo socrático, las enseñanzas budistas y los
programas de doce pasos establecido para los “alcohólicos anónimos”.
"Sin embargo, Katie
desarrolló su propio método sin conocimiento alguno de religión ni psicología.
The Work se basa totalmente en la experiencia directa de una mujer respecto a
cómo creamos el sufrimiento y a cómo podemos liberarnos de sus yugos. Es
asombrosamente sencillo, accesible a personas de todas las edades y
procedencias, y no requiere más que pluma, papel y una mente abierta.
"Katie comprendió
desde un principio que aportar a las personas sus respuestas o percepciones era
de poco valor; en vez de eso, les ofrece un proceso mediante el cual las
personas pueden encontrar sus propias respuestas.
"Las primeras
personas que se sometieron a The Work reportaron que había transformado su
vida, y al poco tiempo Katie comenzó a recibir invitaciones para enseñar este
proceso al público en general. Desde 1986 ha presentado The Work ante cientos
de miles de personas en más de treinta países alrededor del mundo. Además de
eventos públicos, ha presentado su Trabajo a corporaciones, universidades,
escuelas, iglesias, prisiones y hospitales. El gozo y sentido de humor de Katie
inmediatamente desarman a la gente, y las revelaciones profundas y los
descubrimientos que experimentan los participantes redundan en eventos
emocionantes (siempre proveen pañuelos desechables en sus alocuciones ante el
público).
"Desde 1998, Katie
ha dirigido La Escuela para The Work, un currículo de nueve días de ejercicios
que ofrece varias veces al año en diferentes localidades en el mundo. La
Escuela está aprobada como proveedor de créditos para unidades de educación
continuada, y muchos psicólogos, consejeros, y terapeutas reportan que han
integrado The Work a sus prácticas.
"Katie también
dirige una “Limpieza Mental de Año Nuevo”, un programa de cinco días de
cuestionamiento continuo que tiene lugar al sur de California al final de
diciembre, y ofrece entrenamientos intensivos de fin de semana o
“mini-escuelas” en ciudades principales. También existen cintas de audio y
video de Katie facilitando The Work sobre una amplia gama de temas (sexo,
dinero, el cuerpo, la crianza de los hijos).
"En marzo de 2002,
Crown Harmony (traducción, editorial Urano, 2002) publicó el primer libro de
Katie, Amar lo Que es: cuatro preguntas que pueden cambiar tu vida, cuyo
co-autor, Stephen Mitchell es un reconocido autor y traductor. Amar lo que
es ya ha sido traducido a 16 idiomas.
LO QUE ES, ES
Únicamente sufrimos cuando asumimos un
pensamiento que está en desacuerdo con lo que es. Cuando la mente está
perfectamente clara, lo que es, es lo que queremos. Si quieres que la realidad
sea diferente de lo que es, podrías intentar enseñarle a ladrar a un gato y
obtendrías el mismo resultado. Puedes intentarlo una y otra vez, y al final, el
gato te mirará y volverá a decir: «Miau».
Desear que la realidad sea diferente de lo
que es, es un deseo imposible de satisfacer. Y aun así, si prestas atención>
advertirás que tienes pensamientos de este tipo docenas de veces al día: «La
gente debería ser más amable», «Debería enseñarse a los niños a comportarse
bien», «Mis vecinos deberían cuidar mejor su césped», «La cola del supermercado
debería avanzar más deprisa», «Mi mujer (o mi marido) debería estar de acuerdo
conmigo», «Debería estar más delgada (o ser más guapa o tener más éxito)».
Estos pensamientos constituyen distintas maneras de querer que la realidad sea
diferente de lo que es. Si te parece que esto suena deprimente, estás en lo
cierto.
Toda la tensión que sentimos se origina en
nuestras discusiones con lo que es. Personas aún no familiarizadas con The Work
me dicen a menudo: «Pero si renunciase a mi discusión con la realidad perdería
parte de mi poder. Si simplemente acepto la realidad, seré pasiva. Quizás
incluso pierda el deseo de actuar». Yo les contesto con una pregunta: «¿Tienes
la absoluta certeza de que eso es verdad?». «Ojalá no hubiese perdido mi
trabajo» o «He perdido mi trabajo; ¿qué puedo hacer ahora?»: ¿Qué es lo que te
da más poder?
The Work revela que lo que piensas que no
debería haber sucedido sí debería haber sucedido. Debería haber sucedido porque
así fue y ningún pensamiento del mundo puede cambiarlo. Eso no quiere decir que
lo toleres ni que lo apruebes. Sólo significa que eres capaz de ver las cosas
sin resistencia y sin la confusión de tu lucha interior. Nadie quiere que sus
hijos enfermen, nadie quiere ser víctima de un accidente de coche; pero cuando
estas cosas ocurren, ¿de qué forma podría ayudar discutir mentalmente con
ellas? Sabemos que no tiene sentido, y sin embargo, lo hacemos porque no
sabemos cómo dejar de hacerlo.
Soy una amante de lo que es, no porque sea
una persona espiritual, sino porque, cuando discuto con la realidad, sufro.
Podemos saber que la realidad está bien tal como es porque, cuando discutimos
con ella, sentimos tensión y frustración. No nos sentimos normales ni
equilibrados. Cuando dejamos de oponernos a la realidad, la acción se convierte
en algo sencillo, fluido, amable y seguro.
Ocúpate de tus propios asuntos
Sólo puedo encontrar tres
tipos de asuntos en el universo: los míos, los tuyos y los de Dios. (Para mí,
la palabra Dios significa «realidad». La realidad es Dios, porque gobierna.
Todo lo que escapa a mi control, al tuyo y al de cualquier otra persona es lo
que yo denomino «los asuntos de Dios».)
Buena parte de nuestras
tensiones proviene de vivir mentalmente fuera de nuestros asuntos. Cuando
pienso: «Necesitas encontrar un trabajo, quiero que seas feliz, deberías ser
puntual, necesitas cuidar mejor de ti mismo», me estoy inmiscuyendo en tus
asuntos. Cuando me preocupo por los terremotos, las inundaciones, la guerra o
la fecha de mi muerte, me estoy inmiscuyendo en los asuntos de Dios. Si
mentalmente estoy metida en tus asuntos o en los de Dios, el efecto es la
separación. Fui consciente de esto hace tiempo, en 1986. Cuando, por
ejemplo> me inmiscuía mentalmente en los asuntos de mi madre con
pensamientos del tipo: «Mi madre debería comprenderme», experimentaba de
inmediato un sentimiento de soledad. Y comprendí que siempre que me he sentido
herida o sola, he estado inmiscuida en los asuntos de otra persona.
Si tú estás viviendo tu
vida y yo estoy viviendo mentalmente tu vida, ¿quién está aquí viviendo la mía?
Los dos estamos ahí. Ocuparme mentalmente de tus asuntos me impide estar
presente en 3 los míos. Me separo de mí misma y me pregunto por qué razón mi
vida no funciona. Pensar que yo sé lo que es mejor para los demás es estar
fuera de mis asuntos. Incluso en nombre del amor, es pura arrogancia y el
resultado es la tensión, la ansiedad y el miedo. ¿Sé lo que es adecuado para
mí? Ese es mi único asunto. Permíteme trabajar en eso antes de tratar de
resolver tus problemas por ti.
Si comprendes los tres
tipos de asuntos lo bastante para ocuparte de los tuyos propios, este
conocimiento puede liberar tu vida de una manera que ni siquiera eres capaz de
imaginar. La próxima vez que sientas tensión o incomodidad, pregúntate de quién
son los asuntos en los que te ocupas mentalmente, ¡y quizás estalles en
carcajadas! Esa pregunta puede devolverte a ti mismo. Tal vez llegues a
descubrir que, en realidad, nunca has estado presente y que te has pasado toda
la vida viviendo mentalmente en los asuntos de otras personas. Y si practicas
durante un tiempo, quizá descubras que en realidad no tienes ningún asunto y
que tu vida funciona perfectamente por sí misma.
ENFRENTA TUS PENSAMIENTOS CON COMPRENSIÓN
Un pensamiento resulta
inofensivo a menos que nos lo creamos. No son nuestros pensamientos, sino
nuestro apego a ellos, lo que origina nuestro sufrimiento. Apegarse a un
pensamiento significa creer que es verdad sin indagar en él. Una creencia es un
pensamiento al que hemos estado apegados, a menudo durante años.
La mayoría de la gente
cree que «es» lo que sus pensamientos dicen que es. Un día advertí que no
estaba respirando: me estaban respirando. Entonces también advertí, con gran
sorpresa, que no estaba pensando: que, en realidad, estaba siendo pensada y que
pensar no es personal. ¿Te despiertas por la mañana y te dices: «Creo que hoy
no voy a pensar»? Es demasiado tarde: ¡ya estás pensando!
Los pensamientos
sencillamente aparecen. Provienen de la nada y vuelven a la nada, como nubes
que se mueven a través de un cielo vacío. Están de paso, no han venido para
quedarse. No son perjudiciales hasta que nos apegamos a ellos como si fueran
verdad. Nadie ha sido capaz, jamás, de controlar su pensamiento, aunque la
gente cuente la historia de cómo lo ha conseguido. No dejo que mis pensamientos
se marchen: me enfrento a ellos con comprensión. Son ellos los que me dejan
marcharme a mí.
Los pensamientos son como
la brisa o las hojas en los árboles o las gotas de lluvia que caen. Aparecen
del mismo modo, y a través de la indagación, podemos entablar amistad con
ellos. ¿Discutirías con una gota de lluvia? Las gotas de lluvia no son
personales, como tampoco lo son los pensamientos. Una vez que te has enfrentado
a un concepto doloroso con comprensión, la próxima vez que aparezca quizá te
resulte interesante. Lo que solía ser una pesadilla ahora es sólo algo
interesante. La siguiente vez que aparezca, tal vez te resulte divertido. Y la
siguiente vez, quizá ni siquiera lo adviertas. Este es el poder de amar lo que
es.
PON LA MENTE EN EL PAPEL
El primer paso de The
Work consiste en escribir tus juicios sobre cualquier situación estresante de
tu vida pasada, presente o futura: una persona que te desagrada o te preocupa,
una situación que te provoca enfado, miedo o tristeza, o alguien ante quien
sientes ambivalencia o confusión.
Escribe tus juicios tal
como los piensas. (Utiliza una hoja de papel en blanco; también puedes
encontrar en el sitio web http://www.thework.org, en la sección denominada «Do
The Work» [«Haz The Work»], una «Hoja de Trabajo para juzgar a tu prójimo»
[Judge-Your-Neighbour Worksheet] que puedes bajarte e imprimir.)
Durante miles de años,
nos han enseñado a no juzgar; pero, seamos sinceros, de todos modos lo hacemos
sin parar. La verdad es que todos tenemos siempre juicios en la cabeza. A
través de The Work tenemos permiso, finalmente, para expresar esos juicios, v
hasta «gritarlos», en el papel. Tal vez descubramos que es posible enfrentarse
incluso a los pensamientos más desagradables con un amor incondicional. Te
animo a que escribas sobre alguien a quien no hayas perdonado totalmente. Este
es el lugar más eficaz por dónde empezar. Aun cuando hayas perdonado a esa
persona en un 99 por ciento, no serás libre hasta que tu perdón sea completo.
Ese 1 por ciento que no has perdonado es precisamente el lugar en el que te has
atascado con el resto de tus relaciones (incluida la relación contigo mismo).
Si empiezas por dirigir
el dedo acusador hacia fuera, entonces el centro de atención no recaerá en ti.
Sencillamente te soltarás sin censurarte. Con frecuencia estamos bastante
seguros sobre lo que otras personas necesitan hacer, cómo deberían vivir
y con quién deberían estar. Cuando se trata de otras personas, tenemos una
visión clara, pero no sucede lo mismo con nosotros mismos. Al realizar The
Work, comprendes quién eres porque ves quiénes crees que otras personas son.
Con el tiempo, llegas a ver que todo lo que está fuera de ti es un reflejo de
tu propio pensamiento.
Eres el narrador de la
historia, el proyector de todas las historias, y el mundo es la imagen
proyectada de tus pensamientos.
Desde el principio de los
tiempos, la gente ha intentado cambiar el mundo a fin de ser feliz. Esto nunca
ha funcionado porque aborda el problema en el orden contrario. The Work nos
brinda un medio para cambiar el proyector -la mente- en lugar de lo proyectado.
Es como cuando hay un fragmento de polvo en la lente de un proyector. Creemos
que hay una imperfección en la pantalla e intentamos cambiar a quienquiera que
sea sobre quien recaiga la imperfección. Pero intentar cambiar las imágenes
proyectadas constituye un esfuerzo fútil. Una vez que comprendemos dónde está
la mota de polvo, podemos limpiar la lente. Esto constituye el fin del
sufrimiento y el principio de la dicha en el paraíso.
CÓMO ESCRIBIR EN LA HOJA DE TRABAJO
Te invito a que juzgues,
a que seas duro, infantil, mezquino. Escribe con la espontaneidad de un niño que
está triste, enfadado, confundido o asustado. No intentes ser sensato,
espiritual o amable.
Este es un momento para
ser totalmente sincero y no censurar tus sentimientos. Permite que se expresen
a sí mismos sin temor a las consecuencias o a las amenazas de castigo.
Seguidamente encontrarás un ejemplo de una <> ya escrita. En este ejemplo
he escrito sobre mi segundo marido, Paul (incluido aquí con su permiso). Estos
son los tipos de pensamientos que solía tener sobre él antes de que mi vida cambiase.
Te invito a que, a medida que leas, reemplaces el nombre de Paul por el de la
persona de que se trate en tu vida.
1.¿Quién provoca tu enfado o tu tristeza o te
decepciona? ¿Qué es lo que no te gustaba o todavía no te gusta de esta persona?
No me gusta (estoy enfadada con, o triste, asustada, confundida, etc., a causa
de) (nombre) Paul porque no me escucha. Estoy enfadada con él
porque no me valora. No me gusta Paul porque discute por todo lo que
digo.
2.¿Cómo quieres que cambie? ¿Qué quieres que
haga? Quiero que (nombre) Paul me brinde toda su atención. Quiero que me ame
completamente Quiero que esté de acuerdo conmigo Quiero que haga más ejercicio.
3.¿Qué es lo que debería o no debería hacer,
ser, pensar o sentir? (Nombre) Paul no debiera ver tanta televisión. Debería
dejar de fumar. Debería decirme que me ama. No debería ignorarme.
4.¿Necesitas algo de esa persona? ¿Qué tiene
que darte o hacer para que seas feliz? Necesito que (nombre) Paul me
escuche. Necesito que deje de mentirme. Necesito que comparta sus sentimientos
conmigo y que esté emocionalmente disponible. Necesito que sea amable y tierno
y que tenga paciencia.
5.¿Qué piensas de esa persona? Haz una lista.
(Nombre) Paul no es sincero Es temerario e infantil. Se cree que para él no
valen las reglas. No es nada compasivo y nunca está disponible. Es un
irresponsable.
6.¿Qué es lo que no quieres experimentar
nunca más con esa persona, cosa o situación? No quiero nunca más o me niego a vivir
con Paul si no cambia. No quiero volver a discutir nunca más con él. No quiero
que me vuelva a mentir jamás.
INDAGACIÓN: LAS CUATRO PREGUNTAS Y LA
INVERSIÓN
1. ¿Es eso verdad?
2. ¿Tienes la absoluta
certeza de que eso es verdad?
3. ¿Cómo reaccionas
cuando tienes ese pensamiento?
4. ¿Quién serías sin ese
pensamiento?
Responde a estas cuatro
preguntas y luego invierte tus respuestas. Ahora, utilizando las cuatro
preguntas, investiguemos la primera afirmación del punto 1 del ejemplo: No
me gusta Paul porque no me escucha. A medida que leas, piensa en alguien a
quien todavía no hayas perdonado del todo.
1. ¿Es eso verdad? Pregúntate: «¿Es verdad que Paul no me
escucha?». Permanece en calma. Si realmente quieres saber la verdad, la
respuesta a esa pregunta aparecerá. Permite que la mente haga la pregunta y
espera a que emerja la respuesta.
2. ¿Tienes la absoluta
certeza de que eso es verdad? Considera
estas preguntas: «¿Tengo la absoluta certeza de que es verdad que Paul no me
escucha? ¿Puedo saber realmente si una persona está escuchando o no? ¿Acaso en
ocasiones aunque parezca que no estoy escuchando sí lo estoy haciendo?».
3. ¿Cómo reaccionas
cuando tienes ese pensamiento? ¿Cómo
reaccionas cuando piensas que Paul no te escucha? ¿Cómo le tratas? Haz una
lista. Por ejemplo: «Le lanzo "mi mirada". Le interrumpo. Le castigo
no prestándole atención. Empiezo a hablar más rápido y más fuerte e intento
forzarlo a que me escuche». Continúa haciendo tu lista, y a medida que vayas
profundizando en tu interior, observa cómo te tratas a ti misma en esa
situación y cómo te sientes. «Me encierro en mí misma. Me aíslo. Como y duermo
mucho y me quedo mirando la televisión durante días. Me siento deprimida y
sola.» Advierte todos los efectos que provoca pensar: «Paul no me escucha».
4. ¿Quién serías sin ese
pensamiento? Ahora considera quién serías si no fueses
capaz de pensar: «Paul no me escucha». Cierra los ojos e imagina que él no te
está escuchando. Imagínate que no tienes el pensamiento de que Paul no te
escucha (ni siquiera el de que debería escucharte).
Tómate el tiempo que
necesites. ¿Qué es lo que ves? ¿Cómo te sientes?
Haz la inversión. La afirmación original: «No me gusta Paul
porque no me escucha», al invertirla, podría transformarse en: «No me gusto a
mí misma porque no escucho a Paul». ¿Es eso verdad para ti? ¿Escuchas a Paul
cuando piensas que él no te escucha? Busca otros ejemplos de cómo no escuchas.
Otra inversión que podría ser igual de verdadera, o incluso más, es: «No me
gusto porque no me escucho a mí misma». Cuando estás pensando en lo que Paul
debería hacer, ¿te estás escuchando a ti misma? ¿Pones en espera tu propia vida
cuando crees que él debería estar escuchando? ¿Puedes oír cómo le hablas a Paul
cuando crees que debería escucharte?`
Tras haber reflexionado
sobre estas inversiones, continúa haciendo una indagación típica con la
siguiente afirmación del punto 1 de la Hoja de Trabajo de ejemplo -Estoy
enfadada con él porque no me valora-, y después haz lo mismo con el resto
de las afirmaciones que aparecen en esa hoja.
Juzgar a tu prójimo;
luego, escribir.
Hacer cuatro preguntas;
después, invertir.
Tu turno: la Hoja de
Trabajo
Ahora sabes lo suficiente
para tratar de realizar The Work. En primer lugar, escribe tus pensamientos en
un papel. Todavía no ha llegado el momento de indagar con las cuatro preguntas;
eso lo haremos más adelante. Escoge una persona o una situación y escribe sobre
ella utilizando frases cortas y sencillas. Acuérdate de dirigir el dedo
acusador hacia fuera. Puedes escribir a partir de tu situación actual o
desde el punto de vista que tenías a los cinco o a los veinticinco años. Por
favor, no escribas sobre ti todavía.
1. ¿Quién provoca tu
enfado o tu tristeza o te decepciona? ¿Qué es lo que no te gustaba o todavía no
te gusta de esta persona?
(Recuerda: sé duro,
infantil y mezquino.) No me gusta (estoy enfadado con, o triste o confundido
por) (nombre) porque
____________________________________________
2. ¿Cómo quieres que
cambie? ¿Qué quieres que haga?
Quiero que (nombre)
__________________
3. ¿Qué es lo que debería
o no debería hacer, ser, pensar o sentir?
(Nombre) debería (no
debería) ________
4. ¿Necesitas algo de esa
persona? ¿Qué tiene que darte o hacer para que seas feliz?
(Finge que es tu
cumpleaños y que puedes pedir absolutamente todo lo que quieras. ¡Adelante!)
Necesito que (nombre)
________
5. ¿Qué piensas de esa
persona? Haz una lista.
(No seas racional ni
amable.) (Nombre) es ____________
6. ¿Qué es lo que no
quieres experimentar nunca más con esa persona, cosa o situación?
No quiero nunca más o me
niego a _______
TU TURNO: LA INDAGACIÓN
Una a una, somete cada
afirmación de tu «Hoja de Trabajo para juzgar a tu prójimo» a la prueba de las
cuatro preguntas, y después invierte la afirmación con la que estés trabajando.
(Si necesitas ayuda, puedes volver a consultar el ejemplo de Paul que he dado
en este mismo capítulo.)
A lo largo de este
proceso, explora la apertura a otras posibilidades que están más allá de lo que
crees saber. Comprobarás que no hay nada más excitante que descubrir la mente
desconocida.
Es como zambullirse en el
agua. Continúa haciendo la pregunta y espera. Permite que sea la respuesta
quien te encuentre. Yo lo llamo «el corazón que recibe a la mente»: la
polaridad más benévola de la mente (el corazón) recibiendo a la polaridad que
está confundida porque no ha sido investigada. Cuando la mente pregunte
sinceramente, el corazón responderá. Quizás empieces a experimentar
revelaciones sobre ti y tu mundo capaces de transformar tu vida entera, para
siempre. Observa la primera afirmación que has escrito en el punto 1 de tu Hoja
de Trabajo.
AHORA,
HAZTE LAS SIGUIENTES PREGUNTAS:
1. ¿Es eso verdad?
Para mí, la realidad es
lo que es verdad. La verdad es cualquier cosa que está delante de ti, cualquier
cosa que realmente está sucediendo. Te guste o no, ahora está lloviendo. «No
debería estar lloviendo» es simplemente un pensamiento.
En realidad, el «debería»
y el «no debería» no existen. Son sólo pensamientos que imponemos a la
realidad. Sin los «debería» y «no debería», podemos ver la realidad tal como
es, y esto nos hace libres para actuar de una manera efectiva, lúcida y
sensata. Tómate el tiempo que necesites. The Work consiste en descubrir lo que
es verdad en lo más profundo de tu interior. Ahora estás escuchando tus respuestas,
no las de otras personas ni tampoco cualquier otra cosa que hayan podido
enseñarte. Esto puede resultar muy perturbador, porque estás entrando en lo
desconocido.
A medida que continúes
sumergiéndote más profundamente, permite que la verdad que está en tu interior
salga a la superficie a fin de responder a la pregunta. Sé amable mientras
llevas a cabo tu indagación. Permite que la experiencia te embargue
completamente.
2. ¿Tienes la absoluta
certeza de que eso es verdad?
Si la respuesta a la primera
pregunta es sí, pregúntate: «¿Tengo la absoluta certeza de que eso es verdad?».
En muchos casos, la afirmación sólo parece ser verdad. Claro que lo parece. Tus
conceptos se basan en una vida entera de creencias que no has investigado.
Tras despertarme a la
realidad en el año 1986, en muchas ocasiones advertí que la gente, en las
conversaciones, los medios de comunicación y los libros hacía afirmaciones como
estas: «En el mundo no hay suficiente comprensión», «Hay demasiada violencia»,
«Deberíamos amarnos más los unos a los otros». Son historias que yo también
solía creer. Parecían ser afirmaciones sensibles, amables y humanitarias pero
cuando las escuchaba, advertía que creer en ellas me provocaba tensión y me
impedía sentirme sosegada interiormente.
Por ejemplo, cuando
escuchaba la historia: «La gente debería ser más afectuosa», surgían en mí las
preguntas: «¿Tengo la absoluta certeza de que eso es verdad? ¿Puedo realmente
saber por mí misma, en mi interior, que la gente debería ser más afectuosa? Aun
cuando el mundo entero me diga que así debería ser, ¿es realmente verdad?». Y
para mi sorpresa, cuando escuché mi voz interior, vi que el mundo es lo que es,
nada más y nada menos. En lo referente a la realidad, no hay ningún «debería
ser». Sólo hay lo que es, de la manera que es y en este mismo momento. La
verdad es anterior a cualquier historia. Y cualquier historia, antes de la
investigación, nos impide ver lo que es verdad. Finalmente, podía indagar sobre
cualquier historia potencialmente incómoda:
«¿Tengo la absoluta
certeza de que eso es verdad?». Y la respuesta, como la pregunta, constituía
una experiencia: No. Permanecía aferrada a esa respuesta: solitaria, tranquila,
libre. ¿Cómo no iba a ser la respuesta correcta? Toda la gente que conocía y todos
los libros decían que la respuesta debería ser sí, pero yo llegué a comprender
que la verdad no puede ser dictada por nadie, porque tiene una existencia
propia. En presencia de ese no interior, comprendí que el mundo es siempre como
debe ser, me opusiese a él o no. Y llegué a aceptar la realidad con todo mi
corazón. Amo el mundo, sin condiciones.
Si tu respuesta continúa
siendo sí, bien. Si piensas que tienes la absoluta certeza de que eso es
verdad, lo adecuado es pasar a la tercera pregunta.
3. ¿Cómo reaccionas
cuando tienes ese pensamiento?
Con esta pregunta
empezamos a advertir la causa y el efecto interiores. Te das cuenta de que,
cuando crees en el pensamiento, experimentas una sensación incómoda, una
perturbación cuya intensidad puede variar desde un tenue malestar hasta el
miedo o incluso el pánico. Después de que las cuatro preguntas me descubriesen,
reparaba en pensamientos como: «La gente debería ser más afectuosa» y observaba
que me provocaban un sentimiento de desasosiego.
Me daba cuenta de que,
antes del pensamiento, sentía paz. Mi mente estaba tranquila y serena. Así era
yo sin mi historia. Entonces, en la quietud de la conciencia, empecé a observar
los sentimientos que provenían de mi apego a ese pensamiento. Y en esa quietud
pude ver que el resultado de creer en ese pensamiento era un sentimiento de
desasosiego y tristeza.
Cuando me pregunté:
«¿Cómo reacciono cuando tengo ese pensamiento, cuando creo que la gente debería
ser más afectuosa?», comprobé que no sólo experimentaba una sensación de
incomodidad (esto era obvio), sino que también reaccionaba elaborando imágenes
mentales. Para demostrarme que ese pensamiento era verdad, me iba volando un
mundo que no existía Había reaccionado viviendo en un cuerpo lleno de tensión y
viéndolo todo a través de unos ojos temerosos; era una sonámbula, alguien
sumido en una pesadilla interminable. El remedio consistía sencillamente en
investigarlo.
Adoro la tercera
pregunta. Una vez que la respondes por ti mismo, una vez que comprendes la causa
y el efecto de un pensamiento, todo el sufrimiento empieza a desenmarañarse.
4. ¿Quién serías sin ese
pensamiento?
Esta es una pregunta muy
poderosa. Imagínate en presencia de la persona sobre la que has escrito cuando
está haciendo lo que tú crees que no debería hacer. Ahora cierra los ojos
durante uno o dos minutos, respira profundamente e imagina quién serías si no
fueses capaz de tener ese pensamiento. ¿De qué manera cambiaría tu vida en la
misma situación pero sin ese pensamiento? Mantén los ojos cerrados y observa a
esa persona sin tu historia. ¿Qué es lo que ves? ¿Cómo te sientes con ella sin
tu historia? ¿Cómo la prefieres: con o sin tu historia? ¿Qué resulta más
amable? ¿Qué resulta más apacible?
Para muchas personas, la
vida sin sus historias es literalmente inimaginable. No tienen ninguna
referencia. Por esa razón, una respuesta común a esta pregunta es: «No lo sé».
Otras personas responden diciendo: «Sería libre», «Tendría paz» o «Sería una
persona más afectuosa». Tú podrías decir: «Estaría lo bastante lúcido para
comprender la situación y actuar con eficacia».
Sin nuestras historias no
sólo somos capaces de actuar con eficacia y sin miedo, sino que también nos
convertimos en un amigo que sabe escuchar. Somos personas que viven felizmente
su vida. La apreciación y la gratitud se han convertido para nosotros en algo
tan natural como respirar. La felicidad es el estado natural de alguien que
sabe que no hay nada que saber y que ya tiene todo lo que necesita aquí y
ahora.
HAZ LA INVERSIÓN
Con este propósito,
escribe de nuevo tu afirmación. En primer lugar, escríbela como si la hubieses
escrito sobre ti. Donde has puesto el nombre de la persona sobre la que estás
hablando, pon el tuyo. En lugar de «él» o «ella», escribe «yo». Por ejemplo: «Paul
debería ser amable conmigo» se convierte en: «Yo debería ser amable conmigo
misma» y «Yo debería ser amable con Paul».
Otro tipo de inversión es
la de 180 grados. Con ella conseguimos el extremo opuesto: «Paul no debería ser
amable conmigo». No debería serlo porque no lo es (en mi opinión). No es una
cuestión de moralidad, sino que sencillamente es verdad. Quizá llegues a
descubrir tres, cuatro o incluso más inversiones posibles para una sola
afirmación. O tal vez sólo haya una que sea verdadera para ti.
Considera si la
afirmación invertida es tan verdadera como (o incluso más verdadera que) la
original. Por ejemplo, la inversión «Yo debería ser amable conmigo misma»
parece tan verdadera como (o más verdadera que) la afirmación original, porque
cuando pienso que Paul debería ser amable conmigo, me enfado y me lleno de
resentimiento, y de este modo, me provoco mucha tensión nerviosa. Esto no es
ser amable con uno mismo. Si fuese amable conmigo misma, no tendría que estar
esperando la amabilidad de los demás. «Yo debería ser amable con Paul»: esta
inversión también es, al menos, tan verdadera como la afirmación original.
Cuando pienso que Paul debería ser amable conmigo y me enfado y me lleno de
resentimiento, lo trato secamente, en especial en mi mente. Mejor empezar por
mí misma y actuar como me gustaría que actuase Paul. En cuanto a «Paul no
debería ser amable conmigo», eso es, con toda seguridad, más cierto que lo
opuesto. No debería ser amable porque no lo es. Esa es la realidad.
La inversión es una parte
de The Work muy poderosa. Mientras pienses que la causa de tu problema está
«ahí fuera» - mientras pienses que cualquier persona o cualquier cosa es la
responsable de tu sufrimiento-, la situación es irremediable. Significa que te
sitúas para siempre en el papel de víctima, que estás sufriendo en el paraíso.
De modo que empieza a llevar la verdad a casa y a liberarte. La indagación
combinada con la inversión es el camino más rápido para llegar a comprendernos
a nosotros mismos.
LA INVERSIÓN PARA LA AFIRMACIÓN DEL PUNTO 6
Esta inversión Hoja de
Trabajo es un poco distinta a las demás. Substituimos «No quiero... nunca
más...» por «Estoy dispuesto a„.» y «Estoy deseoso de...». Por ejemplo, «No
quiero discutir nunca más con Paul», al invertirse queda así: «Estoy dispuesta
a discutir con Paul de nuevo» y «Estoy deseosa de discutir con Paul de nuevo».
El objeto de esta
inversión es el de aceptar toda la vida. Decir y querer decir: «Estoy dispuesto
a...» da lugar a la apertura, la creatividad y la flexibilidad. Cualquier
resistencia que puedas haber sentido se suaviza y esto te permite
iluminarte, en lugar de seguir aplicando desesperadamente la fuerza de
voluntad, o la mera fuerza, para erradicar esa situación de tu vida. Decir y
querer decir: «Estoy deseoso de... » es una manera de abrirte activamente a lo
que la v ida despliega ante ti. Es bueno reconocer que los mismos sentimientos
o la misma situación pueden suceder de nuevo, aunque sólo sea en tus
pensamientos.
Cuando comprendes que el
sufrimiento y el malestar son la llamada para iniciar la indagación,
probablemente empieces a esperar con ilusión los sentimientos molestos. Tal vez
incluso los consideres amigos que vienen a enseñarte que todavía no has
investigado el camino con la suficiente meticulosidad. Ya no es necesario
esperar a que la gente o las situaciones cambien a fin de experimentar la paz y
la armonía. The Work es la manera más directa de orquestar tu propia felicidad.
PREGUNTAS Y RESPUESTAS
P. Me cuesta trabajo
escribir acerca de otros. ¿Puedo escribir acerca de mí mismo?
R. Si quieres conocerte,
sugiero que escribas acerca de otra persona. Enfoca The Work hacia fuera al
principio, y quizá llegues a ver que todo lo de allá fuera es un reflejo
directo de tu propio pensamiento. Todo se trata de ti. La mayoría de nosotros
hemos estados apuntando nuestra crítica y nuestros juicios hacia nosotros
mismos durante años, y no hemos solucionado nada con ello. Juzgar a otra
persona, hacer las preguntas, e invertir la aseveración es el camino más corto
a la comprensión y la autorrealización.
P: ¿Cómo puedes decir que
la realidad es buena? ¿Qué hay de las guerras, las violaciones, la pobreza, la
violencia y el abuso sexual y el maltrato de los niños? ¿Los toleras?
R: ¿Cómo podría tolerar
todo eso? Sencillamente advierto que sí creo que no debería existir, sufro.
Esas cosas existen hasta que dejen de hacerlo. ¿Puedo poner fin a mi guerra
interior? ¿Puedo dejar de violarme a mí misma y violar a los demás con
pensamientos abusivos? Si no soy capaz de hacerlo, continúo en mí misma
precisamente lo que quiero acabar en el mundo. Comienzo poniendo fin a mi
propio sufrimiento, mi propia guerra. Es el trabajo de una vida.
P: Entonces, lo que dices
es que debo aceptar la realidad tal como es y no luchar con ésta. ¿Estoy en lo
correcto?
R: The Work no determina
lo que alguien debe o no debe hacer. Sencillamente preguntamos: ¿Cómo afecta tu
vida luchar contra la realidad? ¿Cómo se siente? Este Trabajo explora la causa
y el efecto del apego a pensamientos dolorosos, y mediante esa investigación
encontramos nuestra libertad. Sencillamente dictaminar que no debemos luchar
contra la realidad sólo agrega otra “historia”, otra filosofía o religión a la
realidad. Nunca ha funcionado.
P: Parece que aceptar
siempre la realidad sea como no querer nunca nada. ¿No es más interesante
querer cosas?
R: Mi experiencia es que
yo siempre quiero algo. ¡No sólo es interesante, es extático! Los que quiero es
lo que es. Lo que amo es lo que ya tengo. Cuando quiero lo que tengo, no hay
separación entre el pensamiento y la acción; se mueven juntos sin conflictos.
Siempre que experimentes alguna carencia, escribe tu pensamiento e indaga. En
mi opinión, la vida nunca se queda corta y no requiere un futuro. Todo lo que
necesito se me proporciona siempre y no tengo que hacer nada para conseguirlo.
No hay nada más estimulante que amar lo que es.
P: Supón que no tengo un
problema con las personas. ¿Puedo escribir acerca de cosas tales como mi
cuerpo?
R: Sí. Haz The Work sobre
cualquier área de tu vida que produce estrés. A medida que te familiarices con
las cuatro preguntas y la inversión, puedes escoger temas como el cuerpo, la
enfermedad, la profesión o hasta Dios. Luego, experimenta usando la frase “mi
pensamiento” en vez del tema cuando hagas las inversiones.
Ejemplo: “Mi cuerpo debería ser fuerte y saludable”
“ Mi pensamiento debería ser fuerte y saludable” ¿No es lo que verdaderamente
quieres? ¿Una mente balanceada y saludable? ¿Alguna vez el cuerpo enfermo ha
sido el problema? O ¿son tus pensamientos acerca del cuerpo enfermo los que
causan el problema y el estrés? Investiga. Deja que el médico se ocupe de tu
cuerpo, mientras tú te ocupas de tu pensamiento. Tengo un amigo que no puede
mover su cuerpo y ama su vida. La libertad no requiere de un cuerpo sano.
Libera tu mente.
P: ¿Cómo puedo aprender a
perdonar a alguien que me hizo mucho daño?
R: Juzga a tu enemigo,
escribe tus afirmaciones, hazte las cuatro preguntas e invierte las
afirmaciones. Comprueba por ti mismo que el perdón significa descubrir que lo
que creíste que había sucedido no sucedió. Si no ves que no hay nada que
perdonar, es que realmente no has perdonado. Nadie ha herido nunca a nadie.
Nadie ha hecho nunca nada terrible. No hay nada terrible salvo tus pensamientos
no investigados sobre lo que ocurrió. De modo que, siempre que sufras, indaga,
examina los pensamientos que estás teniendo y libérate. Sé un niño. Empieza por
la mente que todo lo desconoce. Lleva esa ignorancia hasta la libertad. - _
P: ¿Es la indagación un
proceso de pensamiento? Y si no es eso, ¿qué es?
R: La indagación parece
ser un proceso de pensamiento, pero, en realidad, es un medio para deshacer pensamientos.
Cuando comprendemos que, de todos modos, no somos nosotros quienes los pensamos,
los pensamientos pierden su poder sobre nosotros. Los pensamientos
sencillamente aparecen en nuestra mente. No son personales. A través de The
Work, en vez de evadir o reprimir los pensamientos, aprendemos a recibirlos con
los brazos abiertos."