Jiddu Krishnamurti:
De "LA LIBERTAD PRIMERA Y ÚLTIMA"
Capítulo 11. El temor
Pregunta de interlocutor: ¿Cómo puedo librarme del miedo, que influye en
todas mis actividades?
Krishnamurti:
¿Qué entendemos por miedo? ¿Miedo de qué? Hay diversos tipos de miedo, y no
necesitamos analizar cada uno. Pero podemos ver que el miedo surge cuando
nuestra comprensión de la vida de relación no es completa. Relaciones existen
no sólo entre personas sino entre nosotros y la naturaleza, entre nosotros y
los bienes, entre nosotros y las ideas; y mientras esas relaciones no sean
plenamente comprendidas, tiene que haber miedo. La vida es convivencia. Ser es
estar relacionado, y sin relaciones no hay vida. Nada puede existir en el
aislamiento; y mientras la mente busque aislamiento tiene que haber miedo. El
miedo, pues, no es una abstracción; sólo existe con relación a algo.
La pregunta es: "¿Cómo librarse del
miedo?" En primer término, cualquier cosa que sea vencida tiene que ser
subyugada una y otra vez. No es posible vencer, sobreponerse a un problema; el
problema puede ser comprendido, no vencido. Esos son dos procesos completamente
diferentes; y el proceso de vencer conduce a mayor confusión, a mayor miedo.
Resistir, dominar, batallar con un problema, o erigir contra él una defensa, es
sólo crear mayor conflicto. Si en lugar de ello podemos comprender el miedo,
penetrarlo plenamente paso a paso, explorar todo su contenido, el miedo jamás
volverá en forma alguna.
Como ya lo dije, el miedo no es una abstracción;
sólo existe en relación a algo. ¿Y qué entendemos por miedo? Al final de
cuentas, tenemos miedo de no ser, de no llegar a ser algo. ¿No es así? Ahora
bien, cuando existe el miedo de no ser, de no progresar, o el miedo a lo
desconocido, a la muerte, ¿puede ese miedo ser vencido por una determinación,
por una conclusión, por alguna opción? Es evidente que no. La mera supresión,
sublimación o substitución crea mayor resistencia, ¿verdad? El miedo no puede,
pues, ser vencido mediante forma alguna de disciplina, de resistencia. Este
hecho tiene que ser claramente percibido, sentido y experimentado; el miedo no
puede ser vencido por ninguna forma de defensa o de resistencia. Tampoco puede
uno librarse del miedo buscando una respuesta, o por medio de una simple
explicación intelectual o verbal.
Ahora bien: ¿de qué tenemos miedo? ¿Tenemos miedo
de un hecho o de una idea acerca del hecho? ¿Tenemos miedo de
la cosa, tal como es, o tenemos miedo de lo que creemos que es? Tomemos la
muerte como ejemplo. ¿Tenemos miedo del hecho de la muerte o de la idea de la
muerte? El hecho es una cosa, y la idea acerca del hecho es otra. ¿Tengo miedo
de la palabra "muerte" o del hecho en sí? Como tengo miedo del
vocablo, de la idea, nunca encaro, nunca comprendo el hecho, no estoy jamás en
relación directa con el hecho. Es tan sólo cuando estoy en completa comunión
con el hecho, que el miedo no existe. Mas si no estoy en comunión con el hecho,
entonces tengo miedo; y no hay comunión alguna con el hecho mientras yo tenga
una idea, una opinión, una teoría, acerca del hecho. Tengo que
ver con toda claridad. Si tengo miedo de la palabra, de la idea o del hecho. Si
estoy cara a cara con el hecho, nada hay que comprender al respecto: el hecho
está ahí, y puedo habérmelas con él. Mas si me da miedo la palabra, tengo que
entenderla, penetrar todo el proceso de lo que implica la palabra, el término.
Por ejemplo: uno tiene miedo de la soledad, miedo
del dolor y de la angustia de estar solo. Ese miedo, por cierto, existe porque
uno nunca ha considerado realmente la soledad, nunca ha estado en completa
comunión con ella. En cuanto uno se abre completamente al hecho de la soledad,
puede comprender lo que ella es; pero uno tiene una idea, una opinión acerca de
ella, basada en un conocimiento previo; y es esa idea, esa opinión, ese
conocimiento previo acerca del hecho, que crea el miedo. El
miedo, pues, es evidentemente el resultado de poner nombre, de aplicar un
término, de proyectar un símbolo que representa el hecho; es decir, el miedo no
es independiente de la palabra, del término.
Tengo una reacción, supongamos, ante la soledad:
digo que me da miedo no ser nada. ¿Tengo miedo del hecho en sí, o ese miedo se
despierta porque tengo un conocimiento previo del hecho? Ese conocimiento es la
palabra, el símbolo, la imagen. ¿Cómo puede haber miedo de un hecho? Cuando
estoy frente a frente a un hecho, en directa comunión con él, puedo mirarlo,
observarlo; no hay, por lo tanto, miedo del hecho. Lo que causa miedo es mi
aprensión acerca del hecho, de lo que el hecho pudiera ser o
hacer.
Es, pues, mi opinión, mi idea, mi conocimiento
respecto del hecho, lo que origina el miedo. Mientras demos más importancia a
la palabra que al hecho, mientras al hecho se le dé un nombre y con ello se lo
identifique o condene, mientras el pensamiento juzgue el hecho como observador,
tiene que haber miedo. El pensamiento es producto del pasado y sólo puede
existir gracias a las palabras, nombres, a los símbolos, a las imágenes, y
mientras el pensamiento considere o traduzca el hecho, tiene que existir el
miedo.
Es, pues, la mente la que crea el miedo, siendo la
mente el proceso de pensar. El pensar es "verbalización". No podéis
pensar sin palabras, sin símbolos, sin imágenes. Esas imágenes, que son los
prejuicios, el conocimiento previo, las aprensiones de la mente, se proyectan
sobre el hecho, y de ahí surge el miedo. Sólo se está libre del miedo cuando la
mente es capaz de considerar el hecho sin interpretarlo, sin ponerle un nombre,
un rótulo. Esto es sumamente difícil, porque los sentimientos, las reacciones,
las ansiedades que tenemos, son prontamente identificados por la mente y
reciben un nombre. El sentimiento de los celos es identificado por esa palabra.
Ahora bien: ¿es posible no identificar un sentimiento, captar ese sentimiento
sin ponerle nombre? Es el poner nombre al sentimiento lo que le da continuidad,
lo que le infunde vigor. No bien dais un nombre a eso que llamáis miedo, lo
fortalecéis; mas si podéis captar ese sentimiento sin denominarlo, veréis que
él se debilita. Por consiguiente, si uno quiere estar completamente libre del
miedo, es esencial que entienda todo el proceso de denominar, de proyectar
símbolos, de dar nombres a los hechos. Es decir, el estar libre del miedo sólo
es posible habiendo conocimiento propio. El conocimiento propio es el comienzo
de la sabiduría, y ésta es el fin del miedo.
De Jiddu Krishnamurti
En "La Libertad Primera y Última
Capítulo 11. El temor"
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