viernes, 30 de diciembre de 2011

La rueda de la vida, por Elisabeth Kübler-Ross





"La Rueda de la Vida", libro de Elisabet Kübler-Ross.
Esta excepcional mujer y ser humano supo desde muy joven que su misión en esta vida era   aliviar el sufrimiento de los enfermos terminales. Aprendió sobre sus pacientes a través de su experiencia médica y llegó a una conclusión fundamental: “Morir es tan natural como nacer y crecer, pero el materialismo de nuestra cultura ha convertido este último acto de desarrollo en algo aterrador”.
A los setenta y dos años de una vida dura e intensa, la autora decidió escribir sus memorias para compartir con otros los pasos importantes de su prodigiosa existencia, desde su infancia en Suiza hasta las cátedras de las mejores universidades estadounidenses.

INTRODUCCIÓN

« “Cuando hemos realizado la tarea que hemos venido a hacer en la Tierra, se nos permite abandonar nuestro cuerpo, que aprisiona nuestra alma al igual que el capullo de seda encierra a la futura mariposa. Llegado el momento, podemos marcharnos y vernos libres del dolor, de los temores y preocupaciones; libres como una bellísima mariposa, y regresamos a nuestro hogar, a Dios.” De una carta a un niño enfermo de cáncer.
[Etapas de la vida ejemplarizadas en características de animales:]
« “EL RATÓN” (infancia). Al ratón le gusta meterse por todas partes, es animado y juguetón, y va siempre por delante de los demás. “EL oso” (edad madura, primeros años). El oso es muy comodón y le encanta, hibernar. Al recordar su mocedad, se ríe de las correrías del ratón. “EL BÚFALO” (edad madura, últimos años). Al búfalo le gusta recorrer las praderas. Confortablemente instalado, repasa su vida y anhela desprenderse de su pesada carga para convertirse en águila. “EL ÁGUILA” (años finales). Al águila le entusiasma sobrevolar el mundo desde las alturas, no a fin de contemplar con desprecio a la gente, sino para animarla a que mire hacia lo alto.  »

« LA CASUALIDAD NO EXISTE.

« Tal vez esta introducción sea de utilidad. Durante años me ha perseguido la mala reputación. La verdad es que me han acosado personas que me consideran la Señora de la Muerte y del Morir. Creen que el haber dedicado más de tres decenios a investigar la muerte y la vida después de la muerte me convierte en experta en el tema. Yo creo que se equivocan. La única realidad incontrovertible de mi trabajo es la importancia de la vida.
« Siempre digo que la muerte puede ser una de las más grandiosas experiencias de la vida. Si se vive bien cada día, entonces no hay nada que temer. Tal vez éste, que sin duda será mi último libro, aclare esta idea. Es posible que plantee nuevas preguntas e incluso proporcione las respuestas. Desde donde estoy sentada en estos momentos, en la sala de estar llena de flores de mi casa en Scottsdale (Arizona), contemplo mis 70 años de vida y los considero extraordinarios.
« Cuando era niña, en Suiza, jamás, ni en mis sueños más locos —y eran realmente muy locos—, habría pronosticado que llegaría a ser la famosa autora de “Sobre la muerte y los moribundos”, una obra cuya exploración del último tránsito de la vida me situó en el centro de una polémica médica y teológica. Jamás me habría imaginado que después me pasaría el resto de la vida explicando que la muerte no existe.
Según la idea de mis padres, yo tendría que haber sido una simpática y devota ama de casa suiza. Pero acabé siendo una tozuda psiquiatra, escritora y conferenciante del suroeste de Estados Unidos, que se comunica con espíritus de un mundo que creo es mucho más acogedor, amable y perfecto que el nuestro.
« Creo que la medicina moderna se ha convertido en una especie de profeta que ofrece una vida sin dolor. Eso es una tontería. Lo único que a mi juicio sana verdaderamente es el amor incondicional. Algunas de mis opiniones son muy poco ortodoxas. Por ejemplo, durante los últimos años he sufrido vanas embolias, entre ellas una de poca importancia justo después de la Navidad de 1996. Mis médicos me aconsejaron, y después me suplicaron, que dejara el tabaco, el café y los chocolates. Pero yo continúo dándome esos pequeños gustos. ¿Por qué no? Es mi vida. Así es como siempre he vivido. Si soy tozuda e independiente, si estoy apegada a mis costumbres, si estoy un poco desequilibrada, ¿qué más da? Así soy yo. De hecho, las piezas que componen mi existencia no parecen ensamblarse bien.
« Pero mis experiencias me han enseñado que no existen las casualidades en la vida. Las cosas que me ocurrieron tenían que ocurrir. Estaba destinada a trabajar con enfermos moribundos. Tuve que hacerlo cuando me encontré con mi primer paciente de sida.
« Me sentí llamada a viajar unos 200.000 kilómetros al año para dirigir seminarios que ayudaban a las personas a hacer frente a los aspectos más dolorosos de la vida, la muerte y la transición entre ambas. Más adelante me sentí impulsada a comprar una granja de 120 hectáreas en Virginia, donde construí mi propio centro de curación e hice planes para adoptar a bebés infectados por el sida.
« Aunque todavía me duele reconocerlo, comprendo que estaba destinada a ser arrancada de ese lugar idílico. En 1985, después de anunciar mi intención de adoptar a bebés infectados por el sida, me convertí en la persona más despreciada de todo el valle Shenandoah, y aunque pronto renuncié a mis planes, un grupo de hombres estuvo haciendo todo lo posible, excepto matarme, para obligarme a marcharme. Disparaban hacia las ventanas de mi casa y mataban a tiros a mis animales. Me enviaban mensajes amenazadores que me hicieron desagradable y peligrosa la vida en ese precioso paraje.
Pero aquél era mi hogar, y obstinadamente me negué a hacer las maletas. Viví casi diez años en la granja de Head Waters en Virginia. La granja era justo lo que había soñado, y para hacerla realidad invertí en ella todo el dinero ganado con los libros y conferencias. Construí mi casa, una cabaña cercana y una alquería. Construí también un centro de curación donde daba seminarios, reduciendo así el tiempo dedicado a mi ajetreado programa de viajes. Tenía el proyecto de adoptar a bebés infectados por el sida, para que disfrutaran de los años de vida que les quedaran, los que fueran, en plena naturaleza.
« La vida sencilla de la granja lo era todo para mí. Nada me relajaba más después de un largo trayecto en avión que llegar al serpenteante camino que subía hasta mi casa. El silencio de la noche era más sedante que un somnífero. Por la mañana me despertaba la sinfonía que componían vacas, caballos, pollos, cerdos, asnos, hablando cada uno en su lengua. Su bullicio era la forma de darme la bienvenida. Los campos se extendían hasta donde alcanzaba mi vista, brillantes con el rocío recién caído. Los viejos árboles me ofrecían su silenciosa sabiduría. Allí se trabajaba de verdad. El contacto con la tierra, el agua y el sol, que son la materia de la vida, me dejó las manos mugrientas. Mi vida, mi alma, estaba allí.
« Entonces, el 6 de octubre de 1994 me incendiaron la casa. Se quemó toda entera, hasta el suelo, y fue una pérdida total para mí. El fuego destruyó todos mis papeles. Todo lo que poseía se transformó en cenizas. Atravesaba a toda prisa el aeropuerto de Baltimore a fin de coger un avión para llegar a casa cuando me enteré de que estaba en llamas. El amigo que me lo dijo me suplicó que no fuera allí todavía. Pero toda mi vida me habían dicho que no estudiara medicina, que no hablara con pacientes moribundos, que no creara un hospital para enfermos de sida en la cárcel, y cada vez, obstinadamente, yo había hecho lo que me parecía correcto y no lo que se esperaba que hiciera. Esa vez no sería diferente.
« Todo el mundo sufre contratiempos en la vida. Cuanto más numerosos son más aprendemos y maduramos. El viaje en avión fue rápido. Muy pronto ya estaba en el asiento de atrás del coche de un amigo que conducía a toda velocidad por los oscuros caminos rurales.
Desde varios kilómetros de distancia distinguí nubes de humo y lenguas de fuego que se perfilaban contra un cielo totalmente negro. Era evidente que se trataba de un gran incendio. Cuando ya estábamos más cerca, la casa, o lo que quedaba de ella, casi no se veía entre las llamas. Aquélla era una escena digna del infierno. Los bomberos dijeron que jamás habían visto algo semejante. Debido al intenso calor no pudieron acercarse a la casa hasta la mañana siguiente.
« Esa primera noche busqué refugio en la alquería, que no se hallaba lejos de la casa y estaba habilitada para acoger a mis invitados. Me preparé una taza de café, encendí un cigarrillo y me puse a pensar en la tremenda pérdida que representaban para mí los objetos carbonizados en ese horno ardiente que en otro tiempo fuera mi casa. Era algo aniquilador, pasmoso, incomprensible. Entre lo que había perdido estaban los diarios que llevaba mi padre desde que yo era niña, mis papeles y diarios personales, unos 20.000 historiales de casos relativos a mis estudios sobre la vida después de la muerte, mi colección de objetos de arte de los indios norteamericanos, fotografías, ropa, todo.
« Durante 24 horas permanecí en estado de conmoción. No sabía cómo reaccionar, si llorar, gritar, levantar los puños contra Dios, o simplemente quedarme con la boca abierta ante la férrea intromisión del destino. La adversidad sólo nos hace más fuertes. Siempre me preguntan cómo es la muerte. Contesto que es maravillosa. Es lo más fácil que vamos a hacer jamás. La vida es ardua. La vida es una lucha. La vida es como ir a la escuela; recibimos muchas lecciones. Cuanto más aprendemos, más difíciles se ponen las lecciones. Aquélla era una de esas ocasiones, una de las lecciones. Dado que no servía de nada negar la pérdida, la acepté. ¿Qué otra cosa podía hacer? En todo caso, era sólo un montón de objetos materiales, y por muy importante o sentimental que fuera su significado, no eran nada comparados con el valor de la vida.
« Yo estaba ilesa, mis dos hijos, Kenneth y Barbara, ambos adultos, estaban vivos. Unos estúpidos habían logrado quemarme la casa y todo lo que había dentro, pero no podían destruirme a mí. Cuando se aprende la lección, el dolor desaparece. Esta vida mía, que comenzara a muchos miles de kilómetros, ha sido muchas cosas, pero jamás fácil. Esto es una realidad, no una queja. He aprendido que no hay dicha sin contratiempos. No hay placer sin dolor. ¿Conoceríamos el goce de la paz sin la angustia de la guerra? Si no fuera por el sida, ¿nos daríamos cuenta de que el mundo está en peligro? Si no fuera por la muerte, ¿valoraríamos la vida? Si no fuera por el odio, ¿sabríamos que el objetivo último es el amor?
« Me gusta decir que “Si cubriéramos los desfiladeros para protegerlos de los vendavales, jamás veríamos la belleza de sus formas”. Reconozco que esa noche de octubre de hace dos años fue una de esas ocasiones en que es difícil encontrar la belleza. Pero en el transcurso de mi vida había estado en encrucijadas similares, escudriñando el horizonte en busca de algo casi imposible de ver. En esos momentos uno puede quedarse en la negatividad y buscar a quién culpar, o puede elegir sanar y continuar amando. Puesto que creo que la única finalidad de la existencia es madurar, no me costó escoger la alternativa. Así pues, a los pocos días del incendio fui a la ciudad, me compré una muda de ropa y me preparé para afrontar cualquier cosa que pudiera ocurrir a continuación. En cierto modo, ésa es la historia de mi vida.  »

Podemos acceder a libros de Elizabeth Kübler-Ross en:

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Enfermedad y mente en conflicto


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jueves, 29 de diciembre de 2011

Elisabeth Kübler-Ross: Cinco etapas del duelo






ETAPAS  DEL  PROCESO  DE  DUELO

Por Elisabet Kübler-Ross


Elisabeth Kübler-Ross identificó cinco etapas del duelo de los padres cuando uno de sus hijos muere -extensivas a otras pérdidas afectivas y materiales-:

1) Negación y aislamiento: la negación nos permite amortiguar el dolor ante una noticia inesperada e impresionante de pérdida; nos permite recobrarnos. Es una defensa provisoria y pronto será sustituida por una aceptación parcial: “no podemos mirar al sol todo el tiempo”.

2) Ira: la negación es sustituida por la rabia, la envidia y el resentimiento; surgen todos los “¿por qué?”  Es una fase difícil de afrontar para los padres en duelo y para todos los que los rodean; esto se debe a que la ira se desplaza en todas las direcciones, aún injustamente.

Suelen quejarse por todo; interpretan las situaciones negativamente, juzgan adversamente. Luego pueden responder con dolor y lágrimas, culpa o vergüenza.

La familia y quienes los rodean no deben tomar esta ira como algo personal del doliente dirigido contra ellos, para no reaccionar en consecuencia con más ira, lo que fomentará la conducta hostil del doliente.

3) Negociación: ante la dificultad de afrontar la difícil realidad, agregando el enojo subjetivo con la gente y con Dios, surge  en los dolientes la fase donde se manifiesta el propósito de intentar llegar a un acuerdo para tratar de superar la vivencia  traumática.

4) Depresión: cuando las personas se dan cuenta de lo infructuosa que se torna su negación de la pérdida, se debilitan, adelgazan, aparecen otros síntomas y predomina en ellas una profunda tristeza.

Es un estado, en general, temporario y preparatorio para la aceptación de la realidad en que es contraproducente intentar animar a los dolientes y sugerirles mirar las cosas por el lado positivo: esto es, a menudo, una expresión de las propias necesidades de quien intenta consolar, que son ajenas a l os dolientes. Esto puede ser interpretado como que “no deberían pensar en su duelo” y sería absurdo decirles que no estén tristes.

Si se les permite expresar su dolor, les será más fácil la aceptación final y estarán agradecidos de que se les acepte sin repetirles constantemente que no estén tristes. Es una etapa en la que necesitan mucha comunicación verbal porque tienen mucho para compartir. Tal vez les transmitimos más afecto y apoyo acariciándoles las manos o simplemente permaneciendo en silencio a su lado. En esos momentos, la excesiva intervención de los que los rodean para animarlos, les dificultarán su proceso de duelo.

Una de las cosas que causan mayor turbación en los padres es la discrepancia entre sus deseos y disposición y lo que esperan de ellos quienes los rodean.

5) Aceptación: quien ha pasado por las etapas anteriores en las que pudo expresar sus sentimientos -su envidia por los que no sufren este dolor, la ira, el malestar por la pérdida del hijo ,y la depresión- contemplará el próximo devenir con más tranquilidad.

No hay que confundirse y creer que la aceptación es una etapa feliz: en un principio está casi desprovista de sentimientos. Comenzamos  a sentir una cierta paz, podemos experimentar bienestar estando solos o acompañados, vamos superando la necesidad de hablar del propio dolor… La vida se va imponiendo.

Esperanza: es el estado de ánimo que nos sostiene y nos da fortaleza cuando pensamos que podemos estar mejor: nos permite promover el deseo de que  todo nuestro dolor tenga algún sentido; nos permite poder sentir que la vida aún espera algo importante y trascendente de cada uno.

Cuando buscamos  y encontramos una misión por cumplir, esto representa un gran estímulo que alimenta la esperanza.
  

miércoles, 28 de diciembre de 2011

INTER-EXISTENCIA: Interrelación, de lo simple a lo vasto


INTER-EXISTENCIA

 

Thich Nhat Hanh



En esta hoja de papel que sostienes entre tus manos flota una nube.

Sin nubes no hay lluvia, y sin lluvia los árboles no pueden crecer; sin árboles, no podemos elaborar papel.

La nube es esencial para que exista el papel. Si la nube no está allí, la hoja de papel tampoco puede estarlo, de modo que la nube y el papel inter-existen.

Si miramos más profundo en esta hoja de papel, podemos ver cómo en ella brilla el Sol. Si no hay luz solar, el bosque no crece. De hecho, nada puede crecer sin ella. Ni siquiera nosotros podemos crecer sin sol. Por tanto, sabemos que en esta hoja de papel también brilla el Sol; el papel y el Sol inter-existen.

Y si seguimos mirando, veremos al leñador que cortó el árbol y lo llevó al molino para convertirlo en papel. Y veremos el trigo.

Sabemos que el leñador no puede sobrevivir sin su pan cotidiano, y por tanto el trigo del que hizo su pan también está contenido en esta hoja de papel. Y también están presentes los padres del leñador.

Si profundizamos todavía más, veremos que nosotros también estamos en ella, porque cuando observamos una hoja de papel ésta forma parte de nuestra percepción. Por tanto, en esta hoja de papel está todo.

No puedes encontrar una sola cosa que no esté en ella: el tiempo, el espacio, la tierra, la lluvia, los minerales del suelo, la luz del sol, la nube, el río, el calor. Todo coexiste con esta hoja de papel. «Ser» es «inter-existir».

Tú no puedes existir por tu cuenta, aislado. Debes inter-existir con todo lo demás. Esta hoja de papel existe porque existe todo lo demás. Aun siendo tan fina como es, esta hoja de papel contiene en su interior todo lo que hay en el universo.

 

Publicado en la revista Resurgence, número 241, marzo/Abril 2007

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lunes, 26 de diciembre de 2011

Cómo relacionarnos






CÓMO RELACIONARNOS

De “Conversaciones con Dios”1

« ¿Cuándo aprenderé lo suficiente sobre las relaciones como para que las mías vayan sobre ruedas? ¿Hay alguna manera de ser feliz en las relaciones? ¿Acaso deben suponer constantemente una prueba?

« No tienes nada que aprender sobre las relaciones. Únicamente has de manifestar lo que ya sabes.

« Hay una manera de ser feliz en las relaciones y: consiste en utilizarlas para el fin que les es propio, y no para el que tú les has designado.

« Las relaciones son una prueba constante; constantemente invitan a crear, expresar y experimentar las más elevadas facetas de ti mismo, las mayores visiones de ti mismo, las más magnificas versiones de ti mismo. En ninguna otra parte puedes realizar esto de un modo más inmediato, efectivo e inmaculado que en las relaciones. En realidad, si no fuera por las relaciones no podrías realizarlo en absoluto.

« Sólo a través de tus relaciones con otras personas, lugares y acontecimientos puedes existir (como una cantidad cognoscible, como algo identificable) en el universo. Recuérdalo: en ausencia de algo distinto, tú no eres. Eres únicamente lo que eres en relación a otra cosa que no es. Así es en el mundo de lo relativo, a diferencia del mundo de lo absoluto, en el que Yo habito.

« Cuando entiendes esto con claridad, cuando lo comprendes en profundidad, entonces bendices intuitivamente todas y cada una de tus experiencias, todo encuentro humano, y especialmente las relaciones personales humanas, pues las ves como algo constructivo en su más alto sentido. Ves que pueden utilizarse, que deben utilizarse, que se utilizan (lo quieras o no), para construir Quién Realmente Eres.

« Esta construcción puede ser una magnífica creación de tu propio designio consciente, o una estricta configuración de los acontecimientos. Puedes elegir ser una persona que sea producto simplemente de lo que haya acontecido, o de lo que hayas elegido ser y hacer en función de lo que haya acontecido. Es en esta última forma en la que la creación del Yo se realiza.

« Bendice, por tanto, toda relación, y considera cada una de ellas como especial y constitutiva de Quién Realmente Eres y ahora eliges ser.

« Ahora bien, tu pregunta alude a las relaciones humanas individuales de tipo romántico, cosa que entiendo. De modo que permíteme referirme, específicamente y por extenso, a las relaciones amorosas humanas, ¡ese asunto que sigue dándote tantas preocupaciones!

« Cuando las relaciones amorosas humanas fracasan (en realidad, las relaciones nunca fracasan, excepto en el sentido estrictamente humano de que no producen el resultado que quieres), es porque se habían iniciado por una razón equivocada.

« (Por supuesto, “equivocado” es un término relativo, que significa algo opuesto a lo que es “correcto”, sea lo que sea. Resultaría más exacto, en vuestro lenguaje, decir “las relaciones fracasan - cambian - más a menudo cuando se han iniciado por razones no totalmente beneficiosas o que conduzcan a su supervivencia”.)

« La mayoría de la gente inicia las relaciones con las miras puestas en lo que puede sacar de ellas.

« El objetivo de una relación es decidir qué parte de ti mismo quisieras ver “descubierta”; no qué parte de la otra persona puedes capturar y conservar.

« Sólo puede haber un objetivo para las relaciones, y para toda la vida: ser y decidir Quien Realmente Sois.

« Resulta muy romántico decir que tú no eras “nada” hasta que llego esa otra persona tan especial; pero no es cierto. Y, lo que es peor, supone una increíble presión sobre esa persona, forzándole a ser toda una serie de cosas que no es.

« Al no querer “desengañarte”, trata con gran esfuerzo de ser y hacer esas cosas, hasta que ya no puede más. Ya no puede completar el retrato que te has forjado de él o de ella. Ya no puede desempeñar el papel que se le ha asignado. Surge el resentimiento. Y después la cólera.

« Finalmente, para salvarse a sí misma (y la relación), esa otra persona especial empieza a recuperar su auténtico yo, actuando más de acuerdo con Quien Realmente Es. Y en ese momento es cuando dices que “realmente, ha cambiado”.

« Resulta muy romántico decir que, ahora que esa otra persona especial ha entrado en tu vida, te sientes completo. Pero el objetivo de la relación no es tener a otra persona que te complete, sino tener a otra persona con la que compartir tu completitud.

« He aquí la paradoja de todas las relaciones humanas: no necesitáis a una determinada persona para experimentar plenamente Quienes Sois, y... sin otro, no sois nada.

« Aquí radica a la vez el misterio y el prodigio, la frustración y la alegría de la experiencia humana. Requiere un conocimiento profundo y una total voluntad vivir en esta paradoja de un modo que tenga sentido. Y observo que muy pocas personas lo hacen.

« La mayoría de vosotros iniciáis vuestras relaciones en los primeros años de madurez, con esperanza, plenos de energía sexual, el corazón abierto de par en par y el alma alegre e ilusionada.

« En algún momento entre los cuarenta y los sesenta años (y para la mayoría más pronto que tarde), renunciáis a vuestro más magnífico sueño, abandonáis vuestra más alta esperanza, y os conformáis con vuestras menores expectativas; o con nada en absoluto.

« El problema es sumamente básico, sumamente sencillo; y, sin embargo, trágicamente mal interpretado: vuestro más magnífico sueño, vuestra más alta idea y vuestra más acariciada esperanza se había referido a vuestro amado otro, en lugar de a vuestro amado Yo. La prueba de vuestras relaciones se había referido al hecho de hasta qué punto el otro se ajustaba a vuestras ideas, y en qué medida considerabais que vosotros os ajustabais a las suyas. Sin embargo, la única prueba auténtica se refería al hecho de hasta qué punto vosotros os ajustabais a las vuestras.

« Las relaciones son sagradas porque proporcionan la más grandiosa oportunidad en la vida -en realidad, la única oportunidad- de crear y producir la experiencia de tu más elevado concepto de ti mismo. Las relaciones fracasan cuando las consideras la más grandiosa oportunidad de crear y producir la experiencia de tú más elevado concepto de otro.

« Si dejas que, en una relación con otra persona, cada uno se preocupe de Sí mismo: de lo que Uno mismo es, hace y tiene; de lo que Uno mismo quiere, pide, obtiene; de lo que Uno mismo busca, crea, experimenta… todas las relaciones servirán magníficamente a este propósito, y a quienes participen en ellas.

« Deja que, en la relación con otra persona, cada uno se preocupe, no del otro, sino sólo y únicamente de Sí mismo.

« Parece una enseñanza extraña, ya que os han dicho que en la forma más elevada de relación uno se preocupa únicamente del otro. Pero Yo te digo esto: es el hecho de centrarte en el otro - de obsesionarte con el otro - lo que hace que las relaciones fracasen.

«¿Qué es el otro? ¿Qué hace? ¿Qué tiene? ¿Qué dice, quiere o pide? ¿Qué piensa, espera o planea?

« El Maestro entiende que no importa lo que el otro sea haga, tenga, diga, quiera o pida. No importa lo que el otro piense, espere o planee. Sólo importa lo que hagas en relación con ello.

« La persona que más ama es la persona que está más centrada en Sí misma.

« Esa es una enseñanza radical...

« No si la observas con atención. Si no te amas a ti mismo, no puedes amar a otro. Mucha gente comete el error de tratar de amarse a Sí mismo a través de amar a otro. Por supuesto, no se dan cuenta de lo que hacen. No se trata de un esfuerzo consciente, sino de algo que se da en la mente, a un nivel muy profundo, en lo que llamáis el subconsciente. Piensan: “Si puedo amar a otros, ellos me amarán a mí. Entonces seré alguien digno de ser amado, y, por lo tanto, Yo me amaré a mí mismo”.

« El reverso de esto es que muchas personas se odian a sí mismas porque piensan que no hay nadie que las quiera. Se trata de una enfermedad; es el verdadero “mal de amores”, pues lo cierto es que sí hay otras personas que les quieren, pero no importa. No importa cuánta gente manifieste su amor hacia ellos; nunca es suficiente.

« En primer lugar, no creen en ti. Piensan que tratas de manipularles, que tratas de sacar algo de ellos. (¿Cómo podrías quererlos por lo que realmente son? No. Debe haber un error. ¡Seguro que quieres algo! Entonces ¿qué es lo que quieres?)

« Se cruzan de brazos, tratando de comprender cómo alguien puede realmente quererles. Así, no te creen, y emprenden una campaña para hacer que se lo demuestres. Tienes que demostrarles que les quieres. Y, para hacerlo, pueden pedirte que empieces a cambiar tu conducta.

« En segundo lugar, si finalmente aceptan que pueden creer que les quieres, inmediatamente empiezan a preocuparse acerca de cuánto tiempo lograrán mantener tu amor. Así, con el fin de conservarlo, empiezan a cambiar su conducta.

« De este modo, dos personas se pierden a sí mismas  -literalmente- en la relación. Inician la relación esperando encontrarse a sí mismas, y, en lugar de ello, se pierden a sí mismas.

« Esta pérdida de Uno mismo en una relación es lo que provoca la mayor parte de la amargura en estas parejas.

« Dos personas se unen para compartir su vida, esperando que el todo será más que la suma de las partes, y se encuentran con que es menos. Se sienten menos que cuando estaban solos. Menos capaces, menos hábiles, menos apasionantes, menos atractivos, menos alegres, menos contentos...

« Y ello es así porque son menos. Han renunciado a la mayor parte de lo que son con el fin de tener - y conservar - la relación.

« Las relaciones nunca han tenido por qué ser así. Pero así es como las han experimentado la mayoría de las personas que conoces.

« ¿Por qué? ¿Por qué?

« Porque la gente ha perdido el contacto (si es que alguna vez lo tuvo) con el propósito de las relaciones.

« Cuando has dejado de ver a los otros como almas sagradas en un viaje sagrado, no puedes ver el propósito, la razón, que se oculta tras toda relación.

« El alma ha venido al cuerpo, y el cuerpo ha venido a la vida, con el propósito de evolucionar. Estáis en evolución; estáis en devenir. Y utilizáis vuestras relaciones con cualquier cosa para decidir aquello que queréis devenir.

« Esa es la tarea que habéis venido a realizar aquí. Esa es la alegría de crearse a Sí mismo. O de conocerse a Sí mismo. O de llegar a ser, conscientemente, lo que uno quiere ser. Eso es lo que significa ser consciente de Uno mismo.

« Habéis traído a vuestro Yo al mundo relativo para poder disponer de las herramientas con las que conocer y experimentar Quienes Realmente Sois. Y sois quienes os creáis en relación con todo lo demás.

« Vuestras relaciones personales constituyen el elemento más importante en este proceso. Por lo tanto, vuestras relaciones personales son “tierra santa”. Prácticamente no tienen nada que ver con el otro, pero, puesto que implican a otro, tienen todo que ver con el otro.

« Esta es la divina dicotomía. Este es el círculo perfecto. Así, no constituye una enseñanza tan radical afirmar: “Bienaventurados los que se centran en Sí mismos, porque ellos conocerán a Dios”. Puede que no sea un mal objetivo en tu vida conocer la parte más elevada de Ti mismo, y permanecer centrado en ella.

« Tu primera relación, pues, debe ser contigo mismo. Debes aprender primero a honrarte, cuidarte y amarte a Ti mismo.

« Debes verte primero a Ti mismo como estimable para poder ver al otro como tal. Debes verte primero a Ti mismo como bienaventurado para poder ver al otro como tal. Debes verte primero a Ti mismo como santo para poder reconocer la santidad en el otro.

« Si colocas el carro delante del caballo - como muchas religiones te piden que hagas -, y reconoces al otro como santo antes de reconocerte a ti mismo como tal, un día te resentirás de ello. Si hay algo que ninguno de vosotros puede tolerar es que alguien sea más santo que uno. Sin embargo, vuestras religiones os enseñan a considerar a los otros más santos que vosotros. Y eso es lo que hacéis, aunque sólo durante algún tiempo: luego los crucificáis.

« Habéis crucificado (de una manera u otra) a todos mis Maestros, no sólo a Uno. Y lo habéis hecho no porque fueran más santos que vosotros, sino porque creíais que lo eran.

« Todos mis Maestros han traído el mismo mensaje. No “yo soy más santo que tú”, sino “tú eres tan santo como yo”.

« Este es el mensaje que no habéis sido capaces de escuchar; esta es la verdad que no habéis sido capaces de aceptar. Y esta es la razón por la que nunca os enamoráis realmente, auténticamente, de otra persona. Porque nunca os habéis enamorado realmente, auténticamente, de Vosotros mismos.

« Así, deja que te diga algo: céntrate ahora y siempre en Ti mismo. Preocúpate de observar lo que eres, haces y tienes en un momento dado, y no cómo les va a los demás.

« No debes buscar tu salvación en la acción del otro, sino en tu re-acción.

« Así lo haré; pero, de alguna manera, eso suena como si no debiéramos preocuparnos de lo que los otros nos hacen en la relación con nosotros. Pueden hacer cualquier cosa, y, mientras conservemos nuestro equilibrio, nos mantengamos centrados en Nosotros mismos y todas esas cosas, nada nos afectará. Pero lo que hacen los demás sí nos afecta. A veces, sus actos sí nos hacen daño. Y cuando el dolor aparece en las relaciones con otra persona es cuando yo no sé qué hacer. Está muy bien decir: “mantente al margen; haz que no te afecte en absoluto”, pero eso resulta más fácil de decir que de hacer. A mí me hacen daño las palabras y las acciones de las personas con quienes tengo relaciones.

« Llegará el día en que no te lo harán. Y será el día en que realices - y actualices - el auténtico significado de las relaciones con los demás; su auténtica razón.

« Sí reaccionas del modo en que lo haces, es porque has olvidado esto. Pero eso está bien. Forma parte del proceso de crecimiento; forma parte de la evolución. Es la Obra del Alma la que construyes en la relación con los demás; se trata de un grandioso conocimiento, de un grandioso recuerdo. Hasta que recuerdes eso - y recuerdes también cómo utilizar la relación como una herramienta en la creación de Ti mismo -, debes trabajar en el nivel en el que estás. El nivel del conocimiento, el nivel de la voluntad, el nivel de la remembranza.

« Así, hay una serie de cosas que puedes hacer cuando reaccionas con dolor ante lo que la otra persona es, dice o hace. La primera es admitir con franqueza lo que sientes exactamente, tanto a ti mismo como a la otra persona. Muchos de vosotros tenéis miedo de hacer esto, pues pensáis que vais a “quedar mal”. En alguna parte, en lo más profundo de vosotros, os dais cuenta de que probablemente es ridículo que “penséis así”. Probablemente resulta mezquino; sois “mejores que eso”. Pero no es culpa vuestra: seguís pensando así.

« Sólo hay una cosa que puedes hacer al respecto. Debes honrar tus sentimientos, puesto que honrar tus sentimientos significa honrarte a Ti mismo. Y debes amar a tu prójimo como a ti mismo. ¿Cómo puedes aspirar a entender y honrar los sentimientos de otra persona si no puedes honrar  los que albergas en tu interior?

« La primera pregunta en cualquier proceso de interacción con otra persona es: ¿Quién Soy, y Quién Quiero Ser, en relación con ello?

« A menudo no recordáis Quiénes Sois, y no sabéis Quiénes Queréis Ser, hasta que probáis algunos modos de ser. He aquí por qué resulta tan importante honrar vuestros sentimientos más auténticos.

« Si vuestro primer sentimiento es negativo, el hecho de tener dicho sentimiento a menudo es suficiente para desecharlo. Es cuando estáis coléricos, estáis molestos, estáis disgustados, estáis furiosos, tenéis el sentimiento de querer “hacer daño”, cuando podéis rechazar estos sentimientos primarios en tanto “no forman parte de Quienes Queréis Ser”.

« El Maestro es aquel que ha vivido las suficientes de tales experiencias como para saber por adelantado cuál es su elección definitiva. No necesita “probar” nada. Ya ha llevado antes esa ropa, y sabe que no le sienta bien; no es “la suya”. Y, puesto que la vida de un Maestro está dedicada a la realización constante del Yo tal como uno mismo sabe que es, nunca albergará esos sentimientos “que no le sientan bien”.

« He aquí por qué los Maestros se muestran imperturbables frente a lo que los demás llamarían calamidades.  Un Maestro bendice la calamidad, pues sabe que a partir de la semilla del desastre (y de toda experiencia) crece el Yo. Y el segundo objetivo de la vida de un Maestro es crecer siempre, ya que, una vez se ha realizado plenamente a Sí mismo, no tiene otra cosa que hacer excepto ser más que eso.

« Es en esta etapa cuando uno pasa de la obra del alma a la obra de Dios, pues eso es lo que me corresponde a .

« Supondré, a efectos de nuestro análisis, que de momento estás en la obra del alma. Estás todavía tratando de realizar (de hacer “real”) Quien Realmente Eres. La vida (Yo) te dará abundantes oportunidades para crearlo (recuerda que la vida no es un proceso de descubrimiento, sino un proceso de creación).

« Puedes crear a Quién Realmente Eres una y otra vez. En realidad, lo estás haciendo; cada día. Sin embargo, actualmente no siempre responderás de la misma manera. Frente a una experiencia externa idéntica, puede que un día decidas ser paciente, amable y cariñoso en relación a ella; y otro día puede que decidas enfadarte, ser desagradable y estar triste.

« El Maestro es aquel que siempre responde de la misma manera; y esa manera es siempre la opción más elevada.

« En esto, el Maestro es inmediatamente previsible; por el contrario, el discípulo es totalmente imprevisible. Se puede afirmar si alguien se halla en camino de ser Maestro simplemente observando con qué grado de previsibilidad escoge la opción más elevada en respuesta o como reacción a una determinada situación.

« Por supuesto, eso plantea una pregunta: ¿cuál es la opción más elevada?

« Se trata de una pregunta sobre la que han girado las filosofías y las teologías del hombre desde el principio de los tiempos. Si la pregunta te interesa realmente, es que estás ya en camino de ser Maestro, ya que lo cierto es que a la mayoría de las personas les interesa otra pregunta totalmente distinta… No cuál es la opción más elevada, sino cuál es la opción más beneficiosa; o bien cómo puedo reducir mis pérdidas al mínimo.

« Cuando se vive la vida desde el punto de vista del control de las pérdidas y la optimización de los beneficios, se pierde el auténtico beneficio de la vida. Se pierde la oportunidad. Se pierde la posibilidad. Y ello porque una vida vivida de ese modo es una vida vivida con temor; y esa vida afirma una mentira sobre vosotros.

« Puesto que no sois temor, sois amor. El amor que no necesita protección no puede perderse. Pero nunca lo sabréis por propia experiencia si seguís respondiendo a la segunda pregunta, y no a la primera; ya que sólo una persona que piensa que hay algo que ganar o que perder responde a la segunda pregunta; y sólo una persona que contempla la vida de un modo distinto, que se ve a Sí misma como un ser superior, que entiende que lo importante no es ganar o perder, sino únicamente amar o dejar de amar, sólo esa persona responde a la primera.

« Quien responde a la primera pregunta afirma: “yo soy mi cuerpo”; quien responde a la segunda, “yo soy mi alma”.

« Quién tenga oídos para oír, que oiga; pues te aseguro que en el momento crítico de toda relación humana, sólo hay una pregunta:

¿QUÉ HARÍA EL AMOR?

« Ninguna otra pregunta es importante; ninguna otra pregunta es significativa; ninguna otra pregunta tiene la menor importancia para vuestra alma.

« Nos encontramos aquí con un punto de muy delicada interpretación, ya que este principio de la acción basada en el amor ha sido muy mal interpretado, y esta mala interpretación ha dado origen a resentimientos y enfados, lo cual, a su vez, ha hecho que muchos se apartaran del camino.

« Durante siglos, os han enseñado que la acción basada en el amor se deriva de la decisión de ser, hacer y tener cualquier cosa que produzca el mayor bien a otro.
« Pero deja que te diga algo: la opción más elevada es la que te produce el mayor bien a ti mismo.

« Al igual que toda verdad espiritual profunda, esta afirmación se presta inmediatamente a una mala interpretación. El misterio se aclara un poco en el momento en que uno decide cuál es el mayor “bien” que puede hacerse a sí mismo. Y cuando se ha tomado la opción absolutamente más elevada, el misterio desaparece, el círculo se completa, y el mayor bien para uno mismo se convierte en el mayor bien para el otro.

« Puede que se necesiten varias vidas para entender esto, e incluso varias más para ponerlo en práctica, ya que esta verdad gira en torno a otra aún mayor: lo que te haces a Ti mismo, se lo haces al otro; lo que haces al otro, te lo haces a Ti mismo.

« Y ello, porque tú y el otro sois uno.

« Y ello, porque...

 «  ...no hay nada más que tú. »

1. Extracto de “Conversaciones con Dios”, por Neale Donald Walsh. Volumen 1. Capítulo 8


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