DEJAR IR EL MIEDO
Por Neale Donald Walsh
Cuando yo vivía como una persona
de la calle, bajo el cielo abierto y a la intemperie, llegué a entender
profundamente, por mi propia experiencia, la naturaleza del miedo. También
aprendí cómo superarlo. Y hoy le temo muy poco. Esto conduce a una pregunta
interesante: ¿Qué fue primero: mi pérdida del miedo o la buena vida que estoy
disfrutando? ¿La buena vida produjo mi pérdida de miedo, o fue mi pérdida de
miedo la que produjo la buena vida?
Estoy claro ahora que miro
hacia atrás, que fue lo último y no lo primero. Fue mi pérdida del miedo lo que
produjo la buena vida. Desafortunadamente, hice todo lo posible en mi propia
vida para deshacerme de mi miedo. En mi caso, ¡literalmente tuve que perderlo
todo antes de poder llegar a un lugar donde ya no tenía miedo de lo que podría
perder! Me llevé a mí mismo hasta el fondo, renuncié a todo lo que era querido
para mí, dejé ir todas mis posesiones físicas, vi evaporarse mis sueños y metas
para mi vida, parado ahí como un observador sorprendido presenciando cómo mi
cuerpo se encontraba sin un hogar.
Sólo cuando llegué al lugar
donde no tenía “nada que perder” fue que perdí la única cosa que estaba
tratando de perder: mi miedo. Por ahí en la calle, mis pensamientos se
volvieron hacia todo lo que tenía por ganar –y así, muy naturalmente, lo gané
todo-. Donde están tus pensamientos, allí estará también tu futuro.
Yo no recomiendo este proceso
a otras personas. Estoy seguro de que hay una forma más fácil de entender que,
como dijo Franklin D. Roosevelt “no tenemos nada que temer más que al miedo
mismo”. Muchas veces antes en mi vida he tratado de enseñarme a mí mismo esta
lección, llevarme a mí mismo a la remembranza de esta verdad. Muchas veces
antes en mi vida había sufrido pérdidas que estaba convencido me dejarían infeliz
para siempre, sólo para descubrir que la alegría y la felicidad no eran tan
esquivas como me había imaginado que serían, y que yo podía, de hecho, ser
feliz sin aquello que pensaba que nunca podía perder.
Lo que estoy tratando de decir
aquí es que mi vida me ha demostrado una y otra vez que puedo sufrir una
pérdida enorme y seguir manteniendo mi paz interior y felicidad. Y ahora,
después de la experiencia de Conversaciones con Dios, tengo esto realmente muy
claro, porque he llegado a comprender que la paz y la alegría y la felicidad
que busco no vienen y no pueden venir a mí desde fuera de mí mismo.
Me suena tan trillado cuando
digo algo así. Todo el mundo dice “la alegría debe venir del interior.” Pero es
verdad. Cada vez que he colocado la fuente de mi felicidad fuera de mí, me ha
decepcionado. Cada vez que coloco la fuente de mi felicidad dentro de mí, soy
colmado. Permítanme compartir con ustedes una técnica que he utilizado con
maravillosa eficacia en mi propia vida para darme cuenta de que la verdadera
felicidad y la alegría más grande están dentro de mí. Yo experimento esto el
momento en que llevo felicidad a los demás.
Lo único que tengo que hacer
para experimentar toda la paz, toda la serenidad, toda la sabiduría, toda la
comprensión, toda la alegría y toda la felicidad que se encuentra dentro de mí
(y que es parte inherente de mi naturaleza) es decidir dar estas cosas –ser la
fuente de estas cosas para los demás. Porque el momento en que yo doy estas
cosas, experimento que las tengo.
La manera más rápida de
experimentar que tienes algo –la manera más rápida de experimentar que ERES
algo– es dar lo que tienes y lo que eres en plena medida a los demás. Es por
eso que casi todo maestro espiritual que ha caminado por este planeta ha dicho:
“Más bienaventurado es dar que recibir”.
No es porque “dar” sea “algo
bueno”, sino porque “dar” es el camino más rápido hacia el cofre del tesoro que
yace dentro de cada uno de nosotros. Es la combinación que abre la caja fuerte.
Es la llave que hace girar la cerradura. Es como llegamos al espacio donde
reside nuestro Verdadero Yo.
Una vez que estamos en ese
espacio, provenimos de ese espacio. Y ése es un gran secreto.
Cuando yo era joven, una frase
popular que usaba todo el mundo era, “¿De dónde vienes?” Todo el mundo le
preguntaba a todos los demás “¿De dónde vienes con eso?” Cuando venimos desde
el lugar donde reside el Verdadero Yo, naturalmente enviamos hacia afuera –literalmente
emitimos de nosotros mismos– la Energía Esencial que se encuentra en el núcleo
de nuestro ser.
Esta energía es llamada, por
algunos, Amor. Eso es lo que Realmente Eres. Y no hay manera más rápida ni más
profunda de experimentar esto, que permitir que esta energía fluya a través de
ti hacia los demás.
Lo interesante de esto es que
en esta elección no sólo te encuentras a ti mismo, sino que le devuelves los
demás a sí mismos. Porque lo que otros ven en ti empiezan a ver en sí mismos.
Tú te yergues como el gran ejemplo y la gran posibilidad para los demás.
Y, por supuesto, a medida que
tú llevas felicidad y alegría y paz a los demás, ellos se experimentan a sí
mismos como más de Quienes Realmente Son. Ellos recuperan el contacto consigo
mismos. Así pues, dos cosas ocurren al mismo tiempo: Ellos se ven a sí mismos
en ti, y ellos experimentan su Verdadero Yo dentro de sí mismos.
Cuando llevas felicidad a
alguien, ellos se vuelven felices. Cuando llevas alegría a alguien, ellos se
vuelven alegres. Cuando llevas sabiduría a alguien, ellos se vuelven sabios. Lo
único que estás haciendo es ponerlos en contacto con lo que ya existe dentro de
ellos. Ésta es la visión de todo gran maestro. Ésta es la comprensión de todo
gran instructor. Éste es el “¡ajá!” al que llega todo estudiante. No estamos
haciendo nada aquí con nuestro trabajo espiritual, sino dando a la gente de
regreso a sí mismos.
Primero empezamos con nosotros
mismos. Luego pasamos a los demás. Finalmente, toda la humanidad es devuelta a
Sí Misma.
¿Puede suceder esto?
¿Realmente puede ocurrir? ¿Es posible la transformación de toda una especie?
Por supuesto que lo es. Esto se llama crecimiento. Es el medio por el cual una
especie evoluciona.
Estamos entrando ahora en una
fase rápida de este proceso. El proceso en sí se está acelerando, de forma
exponencial. La pregunta no es si esto está sucediendo, la pregunta es, ¿qué
parte vas a jugar en este suceso? ¿Va a ser algo que te suceda A ti, o algo que
suceda A TRAVÉS DE ti? Ésa es la única pregunta.
Para que pueda suceder a
través de nosotros, debemos liberarnos de nuestros miedos.
Uno de los mayores miedos en
la vida, como he observado, es el miedo de ser rechazado. Ciertamente, yo he
experimentado este miedo en mi vida. Y tendría que creer que la mayoría de
nosotros lo hemos hecho. He encontrado un poderoso antídoto contra ese miedo.
Simplemente no rechazo a nadie por ningún motivo en absoluto.
Cuando doy a los demás mi
total aceptación, sucede algo extraordinario. Dos cosas, realmente. Primero,
cuando doy mi aceptación total a los demás, me doy total aceptación a mí mismo.
Segundo, cuando doy mi aceptación total a los demás, ellos me dan su total
aceptación. Todo lo que va, vuelve. La vida nos envía lo que nosotros le
enviamos. Todo es tan simple como eso, y sé que aquí estoy predicando a los
conversos, así que por favor, no sientan que estoy siendo condescendiente. La
verdad es que estoy hablando conmigo mismo. Me estoy recordando a mí mismo lo
que ya sé.
Todas las cosas que temo,
amplifico. Todas las cosas que amo, amplifico también. Conversaciones con Dios
nos dice que sólo hay dos lugares de donde proceder a medida que avanzamos en
nuestras vidas. Procedemos desde el amor o procedemos desde el miedo en todo lo
que pensamos y decimos y hacemos.
He aprendido a consultar mi
sentido interno en cuanto a de dónde procedo con todos mis pensamientos,
palabras y acciones importantes. Y cuando siento que procedo desde el miedo,
intento acercarme a la esencia de mi ser, a la Energía Esencial, al Verdadero
Yo.
A veces me parece peligroso
hacer esto. A veces se siente como si estuviera arriesgándolo todo. Sólo cuando
paso a entender que no tengo nada que perder, me resulta fácil afirmarme en mi
verdad, decir lo que es para mí, expresarme con autenticidad en todo momento, y
quitar el escudo que he estado sosteniendo delante de mí en mi ilusión de que
tengo que protegerme de ti.
Estos días tengo claro que tú
no eres de quien tengo que protegerme. Tú eres de quien no quiero volver a
separarme nunca más. Es en la realidad de nuestra Unicidad que voy a encontrar
mi verdadera libertad del miedo.
Les deseo lo mejor en este
día. Les deseo buena suerte en su viaje. Les deseo paz y alegría y amor y
felicidad en su sendero. Les prometo proporcionarles compañía en el camino
cuando pueda y como pueda. Elijo nunca volver a sentirme separado de la vida,
en cualquiera de sus formas manifiestas. Soy libre. Libre del miedo al fin. En
la Unicidad, soy libre.
Copyright © Neale Donald Walsch. Todos los derechos reservados.
Este mensaje fue publicado originalmente en:
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